RELMECS, Diciembre 2020-mayo 2021, vol. 10, nº2, e081. ISSN 1853-7863
Universidad Nacional de La Plata
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
Centro Interdisciplinario de Metodología de las Ciencias Sociales
Red Latinoamericana de Metodología de las Ciencias Sociales

Artículos

La investigación del consenso en las luchas por la hegemonía: una propuesta metodológica y su ejemplificación en el agro pampeano actual

Javier Balsa

Instituto de Economía y Sociedad en la Argentina Contemporánea, Universidad Nacional de Quilmes, CONICET, Argentina
María Dolores Liaudat

Instituto de Economía y Sociedad en la Argentina Contemporánea, Universidad Nacional de Quilmes, Departamento de Desarrollo Rural, Universidad Nacional de La Plata, CONICET, Argentina
Cita sugerida: Balsa, J. y Liaudat, M. D. (2020). La investigación del consenso en las luchas por la hegemonía: una propuesta metodológica y su ejemplificación en el agro pampeano actual. Revista Latinoamericana de Metodología de las Ciencias Sociales, 10(2), e081. https://doi.org/10.24215/18537863e081

Resumen: El presente trabajo se enmarca en un proyecto que procura desarrollar estrategias metodológicas para analizar el consenso en las disputas por la hegemonía. No contamos con una interfaz que vincule las cuestiones teóricas más abstractas de la teoría de la hegemonía con las técnicas de investigación desarrolladas por las ciencias sociales. Con el objetivo de avanzar sobre esta cuestión, hemos elaborado un enfoque teórico-metodológico para estudiar la eficacia interpelativa de las propuestas que procuran ser hegemónicas. Luego de presentar sintéticamente esta propuesta, procuramos ejemplificar su utilidad mediante la exposición de los resultados de una investigación sobre la construcción de hegemonía del modelo de los agronegocios en el agro pampeano actual.

Palabras clave: Hegemonía, Consenso, Interpelación.

Research about Consensus in the struggles for Hegemony: a methodological proposal and its exemplification in current Pampas Agriculture

Abstract: This work is part of a project that tries to develop methodological strategies to analyze the consensus in disputes over hegemony. We do not have an interface that links the most abstract theoretical questions of hegemony theory with the research techniques developed by the social sciences. In order to move forward on this issue, we have developed a theoretical-methodological approach to study the interpellation effectiveness of the proposals that seek to be hegemonic. After synthetically presenting this proposal, we try to exemplify its usefulness by exposing the results of an investigation on the construction of hegemony of the agribusiness model in current Pampas agriculture.

Keywords: Hegemony, Consensus, Interpellation.

1. A modo de Introducción

El presente trabajo se enmarca en un proyecto que procura desarrollar estrategias metodológicas para analizar la capacidad interpelativa sobre los diferentes sujetos, de las distintas propuestas que luchan por la hegemonía. Pensamos la hegemonía como “la capacidad de un grupo o sector social para lograr la aceptación de su posición dominante y de su dirección por parte de otros grupos o sectores” (Balsa, 2006, p. 147), y, por lo tanto, consideramos que su estudio requiere el análisis del grado en que los/as integrantes de los sectores dominados están aceptando esta hegemonía. Sin embargo, pareciera existir cierto prejuicio en términos de que no sería posible el estudio sistemático de la misma y no contamos con muchos trabajos que hayan abordado los grados de su aceptación; en cambio, la mayoría se limita a presuponer ese consenso a partir de determinadas conductas de los dominados, o directamente tiene como implícita la creencia en una enorme capacidad interpelativa de los discursos de los dominadores.

Desde que Antonio Gramsci elaboró sus principales aportes a una teoría de la hegemonía, en las ciencias sociales se ha desarrollado todo un herramental para el estudio de los modos de pensar de los actores a través de técnicas como las encuestas, las entrevistas abiertas o los grupos focales de discusión. Por lo tanto, consideramos que es necesario articular esta teoría con estas técnicas de producción de datos, a través del diseño de una estrategia metodológica coherente con sus elementos centrales. Específicamente, no contamos con una interfase que vincule las cuestiones más abstractas de la teoría de la hegemonía, con estas técnicas específicas. Con el objetivo de avanzar sobre estas cuestiones, hemos elaborado un enfoque teórico-metodológico para estudiar la eficacia interpelativa de las propuestas que procuran ser hegemónicas (Balsa y Liaudat, 2019), y en el presente trabajo, luego de sintetizar este planteo, procuramos ejemplificar su utilidad mediante la presentación de los resultados de una investigación sobre la construcción de hegemonía del modelo de los agronegocios en el agro pampeano actual.

2. El estudio de la eficacia interpelativa en las disputas hegemónicas

La mayor parte de los abordajes sobre la hegemonía se ha centrado en el estudio del monopolio del discurso público (incluyendo el análisis del control de los aparatos –estatales o de la sociedad civil– constructores de la misma), o en el estudio de la hegemonía del capital sobre el trabajo en el espacio fabril (mediante mecanismos que van desde concesiones materiales, formas de gestión del proceso de trabajo o mecanismos de disciplinamiento laboral recubiertos por discursos ideológicos que los fundamentan). Sin embargo, esto no alcanza para dar cuenta de la eficacia real de los discursos que pretenden ser hegemónicos, especialmente porque en muchas coyunturas el control de la esfera pública o la aceptación en los ámbitos fabriles por parte de los trabajadores de ciertos beneficios materiales no garantizaron la aceptación de la dominación.1 La capacidad de aceptación de cualquier discurso ideológico depende de que los actores interpelados se reconozcan en el mismo, en ese sentido hablamos de que la capacidad hegemónica de cualquier discurso depende de su eficacia interpelativa.2

En el trabajo citado anteriormente (Balsa y Liaudat, 2019) construimos una propuesta de operacionalización del estudio de la eficacia interpelativa, que permite desandar los diferentes niveles de consentimiento con el discurso dominante en la esfera pública, como así también visibilizar los niveles de reacción de los sectores subalternos, que pueden implicar solo formas de resistencia o la adhesión a proyectos alternativos que disputan la hegemonía. Esta propuesta consistió en la articulación de tres planos de análisis que desarrollamos a partir de los aportes de Stuart Hall, Göran Therborn y Antonio Gramsci.

En primer orden, retomamos la preocupación de Hall (1980) sobre cómo decodifican los actores los mensajes públicos, ya que para que un discurso sea apropiado e incorporado como marco de acción primeramente tiene que ser interpretado significativamente. Esta interpretación puede ser de forma dominante (cuando se comparten plenamente los valores semánticos predominantes inscriptos en el mensaje), negociada (cuando se comparten la representación general del orden social que propone el discurso, pero se formulan excepciones a la regla) o de oposición (cuando no se aceptan los significados dominantes y se propone una interpretación desde un marco de referencia diferente).

En segundo orden, recuperamos la preocupación de Therborn (1991) sobre la percepción de la dominación y el lugar que los actores le reservan a su propia capacidad de transformar la realidad. Esta perspectiva la teorizó como formas de obediencia a la dominación, entre las cuales destacamos cuatro: el sentido de la inevitabilidad (no ven la dominación, ni la posibilidad de ser sujetos activos de transformación), la adaptación (reconocen su propia agentividad, pero no ven la dominación, ya que atienden otras dimensiones del orden social vigente), el sentido de la representación (ven la dominación, saben que pueden incidir en su cambio, pero defiende el orden dominante y a sus representantes como el mejor posible), y la resignación (ven la dominación, la juzgan negativamente, pero sostienen la imposibilidad práctica de una alternativa mejor). Más allá de sus importantes diferencias, en todas estas formas existiría hegemonía, ya que se lograría que los sectores subalternos no visibilizaran la dominación, o pensaran que son incapaces de transformar la situación en la que viven, o que un orden alternativo es inviable.

Por último, prestamos atención a la actitud (activa o pasiva) que acompaña la enunciación del discurso, ya que, si seguimos a Gramsci (1999), concebimos que para consolidar una hegemonía no basta con lograr un conformismo pasivo, sino que es necesario lograr una actitud activa o militante de al menos parte de los actores.3 Si bien sus reflexiones no nos permiten dar cuenta de qué distingue a una actitud pasiva de una activa, podemos estimar las características de las mismas en términos del accionar en el terreno de la discusión de ideas propio de la disputa por la hegemonía. Desde este parámetro, sostenemos que un tipo de consenso activo refiere a aquellos sujetos que manifiestan el acuerdo con la propuesta hegemónica públicamente (y en el caso extremo expresan un proselitismo abierto), y que un tipo de consenso pasivo refiere a las situaciones en la que el acuerdo solo se piensa o es manifestado solo en lugares no públicos.

A partir del entrecruzamiento de estos planos de análisis distinguimos los siguientes niveles de consentimiento (cuadro 1), que nos permiten medir la eficacia del discurso que se constituye en hegemónico en la esfera pública.

Cuadro 1
Niveles de consentimiento con el discurso hegemónico
Niveles de consentimiento con el discurso hegemónico

En el cuadro podemos distinguir una gradación de los niveles de consentimiento, que comienza con el consenso pasivo bajo y culmina en el nivel máximo con el consenso activo total, el cual expresa una adhesión militante al discurso que se constituye como dominante en la esfera pública.4 Por fuera de esta gradación nos encontramos con la no aceptación del orden propuesto por el discurso público dominante. Esta se expresa en formas de decodificación del mismo en términos oposicionales, es decir, maneras de descripción del mundo desde otras cosmovisiones. Al interior de esta posición podemos encontrarnos con dos tipos de situaciones: casos donde se habla desde un marco de referencia diferente pero no se propone otro orden alternativo muy distinto al actual, y otros donde se habla desde otro marco de referencia y además se propone una alternativa radicalmente diferente. En ambos casos se podría realizar también una distinción por la actitud activa o pasiva que asumen los sujetos. Este último caso sería el terreno de las prácticas de resistencia, pero no de disputa por la hegemonía.

En el siguiente apartado indagamos qué estrategias metodológicas son las más pertinentes para el estudio de las interpretaciones y las actitudes de los sujetos frente a los discursos que luchan por la hegemonía.

3. Algunos lineamientos metodológicos para el estudio de la eficacia interpelativa de los proyectos que luchan por la hegemonía

Si bien sería posible avanzar en el estudio del grado de eficacia de las interpelaciones hegemónicas analizando la dinámica social realmente existente y observando las prácticas lingüísticas y no lingüísticas “naturales” de los sujetos subalternos, consideramos que esta estrategia presenta problemas para valorar las actitudes de los sujetos menos activos o más silenciosos en las disputas políticas, sociales o ideológicas. Además, resulta difícil interpretar en términos de luchas hegemónicas la mayor parte de las conductas cotidianas.5

Por lo tanto, nos inclinamos por una estrategia metodológica que se base en el diálogo con los sujetos para conocer qué piensan o, al menos, qué dicen acerca de las propuestas que luchan por la hegemonía. Entonces, proponemos la provocación de situaciones “artificiales” de diálogo, ya sea a través de entrevistas abiertas relativamente extensas, de grupos focales de discusión, o de encuestas más estructuradas. Si bien la “artificialidad” puede tener sus limitaciones, posee la ventaja de dirigirse directamente a producir datos acerca de la eficacia interpelativa de los proyectos que luchan por la hegemonía.

A través de estas diferentes estrategias metodológicas es posible indagar desde cuestiones más puntuales acerca de las respuestas frente a frases típicas de determinados discursos, o en las representaciones que los sujetos poseen sobre algunos tópicos, hasta cuestiones más profundas, vinculadas a las autopercepciones y las narraciones sobre sus identidades personales y colectivas. Cada técnica presenta particularidades que inciden en el tipo de información que genera, y solo la triangulación metodológica tiende a una visión más integral del fenómeno de las identificaciones y la eficacia de la interpelación ideológica en los procesos de lucha por la hegemonía.

Dentro de esta perspectiva metodológica, en cada una de las técnicas sugerimos tener en cuenta tres recomendaciones específicas: comenzar con el uso de significantes relativamente "neutrales", presentar luego "frases típicas" de cada discursividad que disputa o disputó la hegemonía, y, finalmente, recuperar la centralidad del sujeto en las interpretaciones.

En primer lugar, para poder captar qué perciben los sujetos respecto de lo que existe en el mundo y en qué medida identifican la existencia de relaciones de dominación, resulta clave comenzar la entrevista o la encuesta con preguntas abiertas y formuladas con términos lo más “neutrales” posibles, para no imponer formas de describir o narrar ajenas al entrevistado o entrevistada. En particular, deberíamos evitar introducir en las preguntas o frases estimuladoras del diálogo significantes que le hicieran manifiesta al entrevistado o entrevistada la existencia de la dominación, cuando justamente lo que queremos medir es si los sujetos tienen cotidianamente presente en sus consciencias las relaciones de dominación. El problema es que la “artificialidad” de estos “diálogos” necesariamente implica imponer tópicos y formas de hablar sobre estas cuestiones, que, en muchos casos, pueden ser ajenos a la discursividad cotidiana de los sujetos entrevistados. En este sentido, debemos ser conscientes de que la mera enunciación de dichos tópicos implica la ubicación del flujo del discurso dentro de alguna formación discursiva. Todo enunciado se enmarca en una formación discusiva, pero también en una estrategia discursiva ya más específica y al interior de una determinada formación (Balsa, 2017a). Por ejemplo, en una investigación sobre las disputas sobre la cuestión agraria en la Argentina, las referencias al conflicto que tuvo lugar en 2008 como “conflicto del campo” o como “conflicto del gobierno con las patronales agropecuarias” implican dos visiones completamente distintas de la misma realidad. En un caso se presupone que existe algo como “el campo”, que sería una entidad por encima de los sujetos, y que, incluso, tendría una existencia asocial, mientras que en el otro se reduce al antagonista del gobierno a un conjunto de entidades corporativas (que podrían incluso acotarse a su dirigencia) y que poseen un carácter de clase (“patronal”) con ciertas connotaciones negativas en el discurso público argentino, al menos. El hecho de que en el recuerdo predomine claramente la descripción de esa coyuntura en términos de “el conflicto del campo” muestra el triunfo ideológico de los sectores que confrontaron en esa ocasión con el gobierno.

En fin, la táctica metodológica aconsejable sería evitar, en la medida de lo posible, imponer que el discurso transite por una determinada formación discursiva a través de las tomas de posición demasiado unilaterales en asuntos relativamente controversiales. Por ejemplo, en este caso, podría preguntarse por “el conflicto del 2008”. De todos modos, siempre debemos hablar un lenguaje, y, en tanto tal, es resultado de luchas sociales pasadas.

En esta línea, y aun conscientes de que toda sedimentación es el resultado de disputas hegemónicas previas (Balsa, 2018), aconsejamos emplear los términos que están más sedimentados y, a la vez, neutralizados. Así, hablar de “productores rurales” parece, y resulta, más “neutro” que hablar de “campesinos”, “chacareros” o “empresarios rurales”. Por lo tanto, es un buen consejo emplear esa denominación para formular preguntas menos sesgadas que las que surgirían de estos últimos términos. Sin embargo, no debemos por ello pensar que no forma parte de una determinada formación discursiva, y que, en tanto tal, presupone cierta construcción discursiva de la realidad y una determinada tendencia en favor del triunfo de determinada propuesta hegemónica. En este caso, “productores rurales” trasmite cierta idea de no divisoria de clases entre los sujetos a cargo de unidades productivas agrarias (todos serían “productores”), y, además, cierta agentividad laboral, que no siempre resulta existente en la realidad (en tanto “productores” todos “producirían”, aunque muchos de ellos no realicen ninguna actividad física, ni siquiera la de manejar una maquinaria).

La recomendación es, entonces, emplear los términos más “neutros” posibles para provocar respuestas que no estén ya sesgadas desde estrategias discursivas específicas, tanto en las guías de pautas de las entrevistas abiertas como en las preguntas ubicadas al comienzo de las baterías de preguntas. En este caso, se procuraría el uso de significantes lo más aislados posibles, es decir, que no formen parte de una estrategia discursiva, en el sentido de estar ubicados en articulaciones específicas con otros conceptos (Balsa, 2017a).

Consideramos que, para estudiar muchas cuestiones, es posible identificar algunos significantes claves sobre los que se debate, o hay al menos miradas contrapuestas. Una estrategia metodológica sería la de presentar estos significantes aislados, a modo de disparadores y solicitar a los/as entrevistados/as que nos digan con qué asocian esas palabras.

En segundo lugar, para poder profundizar acerca de la eficacia interpelativa de las distintas propuestas hegemónicas, muchas veces no alcanza con la respuesta a una pregunta abierta, especialmente en el caso de las encuestas, donde no se prevén repreguntas. Por lo tanto, en esta técnica estructurada, luego de generar algunas preguntas abiertas sobre algún tópico, nuestra propuesta es la de incluir una batería de preguntas bajo la forma de frases típicas de los distintos discursos públicos en disputa en torno a algún tópico, y se puede solicitar que manifiesten su grado de acuerdo o desacuerdo con dichas frases (por ejemplo, con una escala tipo Likert). Al contrario de la anterior técnica de palabras neutralizadas, estas frases tendrían que ser presentadas con toda su pretendida fuerza de atracción interpelativa, tal como serían enunciadas por sus propagandistas (y no con salvedades o enunciaciones más “neutrales”).

Tanto por motivos teóricos como por razones metodológicas, aconsejamos siempre contraponer dos enunciaciones de valencias opuestas para cada cuestión (aunque sin que sea tan obvio el contrapunto, para lo cual, aconsejamos distanciar las frases una de la otra en el cuestionario). En cuanto a la primera razón, pensamos la hegemonía en términos de disputas y, por lo tanto, se debe recordar a los sujetos estas opciones. Cabe aclarar que esta enunciación, de al menos dos posiciones, presenta el riesgo de hacer recordar la existencia de una posición que el sujeto tuviera en su memoria. Por lo tanto, esta situación podría generar cierta modificación artificial en las opiniones; para evitar errores interpretativos, estas respuestas deben ser analizadas en forma conjunta con las respuestas previas ante preguntas abiertas de formulaciones “neutras”, donde no se había activado la existencia de discursos que tal vez los sujetos no tuvieran presentes. Sin embargo, consideramos que no puede obviarse la presentación de frases de los discursos menos presentes en la opinión pública, pues no podemos prejuzgar cuáles serían los discursos que realmente escucharían los sujetos (no debemos cometer el error de pensar en una escucha universal de lo dicho en la opinión pública), y, además, los sujetos pueden tener presentes en su memoria (y activar en algunos casos) enunciaciones que tuvieron vigencia en el pasado, aunque hoy estén ausentes en la opinión pública.

En cuanto a la segunda razón, de carácter metodológico, se ha verificado que existen muchos sujetos que tienden a manifestar su acuerdo con la gran mayoría de las frases que se les presentan, más aun en los casos en que estas están formuladas en forma propagandística. Por lo tanto, si no agregamos una frase contrapuesta, nos resultará imposible saber en qué medida adhiere fuertemente a lo que la frase propone o es alguien que tiende a suscribir la mayoría de las afirmaciones que lo/a interpelan. Al solicitarle que manifestare su nivel de acuerdo con frases contrapuestas, podremos ver si adhiere a ambas, si cuando lo hace con una, rechaza la contraria, o, por último, si rechaza a las dos y muestra que la no adhesión a una discursividad no necesariamente implica la adhesión a la contraria. En estos casos, podría interpretarse (obviamente analizando un conjunto de respuestas) que los sujetos rechazan una interpelación sin pararse en otra interpelación que se contrapone a ella, sino por causa de sus propias experiencias, que los conducen a no poder aceptar esta discursividad hegemónica en la opinión pública. Podríamos hablar, a partir de Gramsci, de una conciencia que surge de la práctica y que permite rechazar al discurso hegemónico desde un núcleo de “buen sentido”.

Eventualmente, si en la actualidad alguna discursividad resulta tan hegemónica que no existen discursos que la cuestionen, se propone recurrir a discursividades pasadas, que, como ya dijimos, tal vez podrían continuar teniendo vigencia en las mentes de los sujetos subalternos, más allá de que ya haya perdido presencia en la arena pública.

En tercer y último lugar, la indagación de la eficacia interpelativa debe concluir con una mirada de conjunto y recentrada en los sujetos con quienes dialogamos. Frente a una tradición, que reduce el análisis de las encuestas a la elaboración de sucesivas tablas de frecuencia únicamente a partir de la consignación del número de casos que respondieron un determinado valor u otro, sostenemos que es fundamental interpretar el conjunto de las respuestas (abiertas o cerradas) que brindó cada uno de los sujetos. El énfasis en esta perspectiva ya fue destacado por Erich Fromm en su trabajo, pionero de los años treinta (Fromm, ([1939] 2012), y luego en los estudios dirigidos por Theodor Adorno ([1950] 1965). La clave es observar los patrones de respuestas que presenta cada entrevistado/a en el conjunto de las preguntas, como así también procurar la identificación de grupos de sujetos que manifiestan patrones relativamente similares. Esto no significa que en cada caso vayamos a encontrar la coherencia de las propuestas ideológico-doctrinales, ya que todos somos sujetos atravesados por múltiples, y contradictorias, interpelaciones. Lo que sí es posible encontrar, a partir del análisis de todas las respuestas y de su interpretación de conjunto en cada caso, es una posición relativamente identificable según los grados de aceptación de una u otra propuesta en relación a la lucha por la hegemonía. Y, de este modo al menos, podemos identificar su posición en las categorías del cuadro 1, y hasta comprender por qué sostiene esa posición.

Más allá de estas tres sugerencias específicas, consideramos que resulta muy útil avanzar en la triangulación, tanto de técnicas (entrevistas en profundidad, encuestas y grupos focales de discusión –herramienta esta última que estamos comenzando a experimentar en nuestro equipo–) como de abordajes (más abiertos o más cerrados, posibles de desarrollar en cada una de estas técnicas). Como sabemos, técnicas y abordajes más abiertos permiten captar los esquemas narrativos que poseen los sujetos, mientras que confrontarlos con frases típicas o preguntas puntuales nos proporciona respuestas específicas frente a ciertas cuestiones que tal vez no hubieran emergido en un diálogo menos pautado. Del mismo modo, los debates de los grupos focales posibilitan estudiar la dinámica de la interacción discursiva con un conjunto de actores, tanto por abrir campos amplios para estudiar hacia dónde fluye la discusión, como por provocar a los participantes y las participantes con estímulos más específicos.

El análisis cruzado de los materiales producidos con esta diversidad de técnicas y abordajes permite, por un lado, interpretar mejor el sentido de respuestas concisas, a través de su puesta en relación con narraciones abiertas que incluyan apreciaciones similares en un contexto más amplio y, por lo tanto, clarificador de las significaciones. Por otro lado, las técnicas estandarizadas posibilitan estimar la representatividad (no en estrictos términos estadísticos, pero sí de grados de extensión) de los tipos de narraciones o argumentaciones que se observan en las técnicas cualitativas. En fin, las ventajas de la triangulación metodológica son ampliamente conocidas,6 de modo que simplemente queríamos recordarlas para tenerlas presentes a la hora de indagar sobre la eficacia interpelativa en la lucha por la hegemonía.

4. La ejemplificación: el análisis de la eficacia hegemónica en el agro pampeano actual

En una investigación reciente intentamos aplicar esta propuesta de operacionalización de la hegemonía al estudio de un territorio específico: el agro pampeano. En las últimas décadas tuvo lugar el avance de un modelo de producción, al que la literatura específica ha denominado como agronegocio. La implementación de este modelo ha tenido grandes impactos sociales: profundización del despoblamiento rural, expulsión de pequeños productores, aumento de la concentración, pérdida de la soberanía alimentaria y contaminación. A pesar de estas consecuencias negativas, en el ámbito público prácticamente no tienen lugar voces críticas que propongan un modelo agropecuario alternativo. En nuestra investigación intentamos analizar la dinámica de construcción de hegemonía de los agronegocios en Argentina a través del análisis de dos planos: la disputa del discurso de los agronegocios en la esfera pública nacional y las estrategias de instalación de dicho discurso; y la eficacia interpelativa de esta construcción discursiva sobre las representaciones e identificaciones de sus principales destinatarios: los actores agropecuarios (Liaudat, 2018).

Para estudiar el primer plano analizamos las características de los discursos de las entidades que nuclean a las fracciones de clase dominantes en el agro pampeano, y las trayectorias de una serie de actores que han asumido el papel de “intelectuales orgánicos” a partir de la creación de estas entidades, de los medios de comunicación del sector y de las formaciones académicas en agronegocios (Liaudat, 2015, 2017). Asimismo, abordamos las estrategias educativas para la instalación de estos discursos. A través del estudio de fuentes de diversos géneros (periodístico, científico-técnico, político-ideológico), logramos dar cuenta de la disputa del discurso de los agronegocios en la esfera pública y de su capacidad hegemónica frente a los discursos que históricamente buscaron interpelar a los actores del agro pampeano. Nos referimos a la discursividad liberal-conservadora (centrada en defender la libertad de mercado y el derecho inalienable a la propiedad de la tierra, promovido principalmente por la Sociedad Rural Argentina y Confederaciones Rurales Argentinas) y al agrarismo (enfocado en la denuncia de todas las formas de concentración, y, por ende, de desigualdad social, que se gestan en la estructura agraria, divulgado históricamente por la Federación Agraria); pero también a un nuevo discurso que emerge desde fines de los 90 como respuesta a los impactos sociales y ambientales de las transformaciones productivas en el agro: el discurso socioambiental.7 Por último, hemos visibilizado los principales tópicos en los cuales se basa la interpelación ideológica de los agronegocios y las operaciones discursivas a través de las cuales construye hegemonía, entre las cuales se encuentran la universalización de intereses particulares, la construcción de sujetos individuales y colectivos, y la incorporación de demandas de otros sectores luego de eliminados sus componentes críticos.8

Para conocer el segundo plano, abordamos los niveles de consentimiento con el discurso de los agronegocios y la aparición de otras discursividades en las representaciones e identificaciones individuales y colectivas de los actores del agro pampeano. La estrategia metodológica que utilizamos fue de carácter “artificial”, en tanto consistió en la producción de datos a partir de dos tipos de situaciones artificiales de diálogo: entrevistas en profundidad y una encuesta, ambas realizadas con diferentes tipos de actores agropecuarios de la provincia de Buenos Aires (en tanto representativa de la complejidad de la región pampeana, según Pucciarelli, 1997) y llevadas a cabo entre los años 2013 y 2018.

Por una parte, las entrevistas fueron realizadas con 42 actores de Ayacucho y Baradero. La opción por estos dos partidos se basó en que poseen características productivas muy diferentes y que son significativos como casos de estudio por las diversas características que en cada zona adquirió la estructura social agraria.9 La muestra buscó incorporar diferentes tipos de actores agropecuarios que tuvieran presencia en los territorios locales a través de un muestreo por cuotas a partir de contactos personales e informantes claves. Se entrevistaron rentistas, empresarios medianos-grandes, empresarios medianos, empresarios pequeños, empresarios contratistas, contratistas familiares, productores familiares, productores unipersonales, trabajadores de dirección, y asesores profesionales10. La técnica que utilizamos consistió en un tipo de entrevista semiestructurada, con un guion de temas, y, al mismo tiempo, la flexibilidad en el proceso de la entrevista.

Por otra parte, la Encuesta sobre la ideología de los productores bonaerenses (IESAC, 2013) se planificó en base a una muestra de 396 casos, de los cuales finalmente se pudieron concretar 329 encuestas. A fin de contar con una muestra representativa del conjunto y de las diversidades zonales, se la organizó en base a las 30 zonas agroeconómicas homogéneas elaboradas por el INTA (Álvarez et al., 2009); hemos dejado de lado la zona del Delta y la del Gran Buenos Aires. Por falta de un listado muestral, y ante las dificultades de implementación del trabajo de campo por los escasos recursos disponibles, no se pudo realizar un muestreo probabilístico y se implementó un muestreo por cuotas. El criterio general de selección de los casos era que deberían ser hombres o mujeres que estuvieran a cargo de una explotación agropecuaria, pero, para garantizar la representatividad de los distintos tipos de productores, se utilizaron cuotas con base en cuatro variables estimadas a partir de la distribución presente en el último Censo Nacional Agropecuario fiable, realizado en el 2002 : 1) por tamaño de las explotaciones, 2) por la tenencia del suelo, 3) según el uso del suelo, y 4) una cuota de género.

La encuesta contenía 28 preguntas abiertas y 66 preguntas cerradas. Los temas de la misma abarcaron las formas de identificación, el discurso espontáneo sobre las principales transformaciones en el sector en las últimas décadas y sobre una serie de significantes en disputa en el agro pampeano, la toma de posición frente a frases cristalizadas que identificamos como propias de las distintas formaciones discursivas sobre el agro, y una serie de preguntas cerradas que intentaron identificar los posicionamientos en torno a los partidos políticos y las entidades clásicas del sector para evaluar los grados de representatividad con los mismos. Un análisis detallado de algunos resultados de la encuesta se encuentra en Balsa (2017b).

El éxito interpelativo de los tópicos de la celebración del avance tecnológico y del desarrollo de nuevas formas de producción

Una de las primeras características que se destacó, a partir del análisis con ambas técnicas, fue que la mayoría de los entrevistados no tuvo un posicionamiento ideológico muy estructurado (por ejemplo, se expresan en general frases propias de las distintas formaciones discursivas en disputa). Sin embargo, al mismo tiempo, fue posible establecer que los agronegocios han logrado una importante eficacia interpelativa en un tópico central del mismo: la defensa a ultranza de las nuevas tecnológicas como símbolo de progreso y del cambio en la forma de producción. En estos temas, el nivel de consenso fue muy alto, y tuvieron un lugar importante las expresiones de consenso total y parcial de carácter activo, es decir, la defensa militante de los mismos. Los actores agropecuarios se apropiaron de los principales núcleos conceptuales de los agronegocios respecto a la innovación tecnológica y al cambio de la forma de producción. Nuestros interlocutores reprodujeron las estrategias discursivas del mismo para sostener sus beneficios en la producción mediante la simplificación de labores, el aumento de rendimientos y la reducción de mano de obra que estos cambios traen aparejados. Podemos observarlo claramente en los siguientes ejemplos:

La tecnología, que es impresionante como ha cambiado (…) Hoy cualquiera tiene acceso a la información, al ingeniero agrónomo al asesor, al veterinario. Todo es más fácil, todo es más rápido (…) se ha logrado explorar ambientes inimaginables. Nosotros hace 20 años no pensábamos que íbamos a estar sembrando los lotes que estamos sembrando hoy; o sea, ha ampliado las fronteras, y de a poco de alguna manera también está resistiendo a los avatares del clima (…) y sin duda ha avanzado tanto la genética y la selección de que hoy cualquier híbrido te da 7000 kilos, 8000 kilos de maíz (Lucas, asesor, Ayacucho).

Y, es más fácil. Imaginate que antes teníamos que disquear todo lo que sembrabas (…) y hoy con la siembra directa, directamente fumigás y sembrás, o sea que es más fácil, se gasta mucho menos combustible, necesitás menos cantidad de herramientas porque con la sembradora y un tractor ya está (Facundo, empresario contratista, Ayacucho).

Además, encontramos que los actores agropecuarios se apropiaron de las operaciones discursivas por medio de las cuales el discurso de los agronegocios fundamenta el beneficio de la innovación tecnológica y el cambio en la forma de producción para el conjunto de la sociedad. Nos referimos a los tópicos sobre el aporte al cuidado ambiental y la alimentación del mundo, que fueron expresados de la siguiente manera:

Todo lo que se está haciendo es que haya mayor cantidad de alimentos para la población (María, asesora, Baradero).

Antes para sembrar un potrero tenías que pasar cuatro o cinco veces por arriba con distintas maquinarias y eso hace un desgaste del suelo y hacías un desgaste de combustible, es decir, era malo para el medio ambiente (Joaquín, trabajador de dirección, Ayacucho).

Si vos no querés producir con transgénicos, hoy somos 7500 millones de habitantes arriba del mundo; hace diez años éramos seis mil millones, si no querés los transgénicos vos me tenés que decir a que dos mil millones de habitantes querés matar, no treinta mil desaparecidos, no, ¡dos mil millones de habitantes querés matar de hambre! (Agustín, empresario mediano-grande, Baradero).

Por otra parte, la eficacia interpelativa del tópico sobre los cambios tecnológicos también pudimos observarla en la apropiación, por parte de nuestros interlocutores, de aquellas estrategias discursivas utilizadas por los voceros de los agronegocios para atacar a quienes no se adaptan a dichos cambios, o directamente se oponen a los mismos. Principalmente incorporaron las operaciones destinadas a denigrar al discurso socioambiental y a sus representantes tildándolos de tener intereses políticos, de un total desconocimiento y/o de ser fundamentalistas. Así lo podemos ver en los siguientes ejemplos:

porque creo que hay tendencia a que la Siembra Directa y el uso de agroquímicos se este… No sé cómo explicártelo, pero yo percibo que hay un movimiento político y social que está en contra de esto. No me cabe duda, hasta activistas, y si vos escuchás los fundamentos de ellos, a la mayoría de la gente común convence, pero para los que estamos muy compenetrados en el tema este no tiene asidero (…) el tema del glifosato, que está metido en la grieta, porque dicen que es cancerígeno (Alfredo, empresario pequeño, Baradero).

Aparecen grandes empresas, como puede ser las que se vinculan al campo, como Monsanto, que aparecen y traen algo y tenés por otro lado gente ambientalista que tiene el gran tiempo del mundo para dedicarse todo el día y hablar de eso y bueno, contra eso es complicado (…) Yo creo que hay un gran desconocimiento y hay intereses, por supuesto (Manuel, asesor, Ayacucho).

Los ambientalistas en realidad (...) eran todo lo contrario; eran un Lucifer disfrazado de corderos diciéndote que no hagas eso, pero en realidad lo que buscan es al revés, buscan al caos, matar de hambre a la gente (Agustín, empresario mediano-grande, Baradero).

Sin embargo, también pudimos registrar la presencia de algunas visiones críticas sobre las consecuencias sociales de las transformaciones tecnológicas, que están vinculadas, por un lado, a la influencia del discurso agrarista, y, por otro lado, al “buen sentido” que nace de la práctica de los actores. Cabe aclarar que estos cuestionamientos se escindieron de la defensa de las bondades intrínsecas de cada una de las nuevas tecnologías, al mismo tiempo que expresaron la imposibilidad de pensar otra forma de producción agrícola viable. En este sentido, este tipo de posicionamiento manifestó formas de consenso pasivo parcial, ya que combinaron “decodificaciones dominantes” y “negociadas”, expresando una actitud “pasiva” al identificar contradicciones en el modelo tecnológico de los agronegocios, pero sin dejar de apoyarlo (aunque sí asumieron una actitud menos decidida a la hora de defenderlo). Esto podemos observarlo en el siguiente testimonio de un contratista familiar:

Y eso es lo que fue matando también al que vivía en el campo, porque no puede tener las herramientas para competir y se va quedando. Así como hay algunos que se adecuaron a todo, porque no da para todos. La tecnificación expulsa gente, si bien es buena, expulsa gente (Arnaldo, contratista familiar, Baradero).

En sus palabras, se reconoce que la desaparición de los productores familiares que vivían en el campo se debe a no poder acceder a las nuevas tecnologías. Este plano entra en tensión directa con el discurso de los agronegocios, que plantea que la revolución tecnológica e informacional permite construir un modelo de producción más democrático y justo. De alguna manera hace uso de la concesión a los discursos críticos sobre los impactos sociales negativos del cambio tecnológico, pero lo hace finalmente sin dejar de defender las bondades intrínsecas de las tecnologías, ya que la gente que las adopta es la que trabaja bien. Más en detalle, podemos observar que el testimonio no explicita por qué es buena la tecnificación. Lo que realiza, en términos retóricos, es recurrir a un lugar común implícito (un topos), por el cual cualquier innovación tecnológica significa una evolución, y, por ende, oponerse constituye un símbolo de atraso. El uso de este topos fue recurrente en muchos de nuestros interlocutores, lo que da cuenta de la enorme capacidad interpelativa de este elemento de la discursividad de los agronegocios.

Los límites y las resistencias frente al intento de construir subjetividades totalmente identificadas con el agronegocio

Si en torno a las nuevas tecnologías y a la valoración del cambio en la forma de producción agropecuaria hemos hallado una alta eficacia interpelativa del discurso de los agronegocios, con respecto a las identificaciones individuales y colectivas que promueve dicho discurso hemos detectado muy poca eficacia. Los agronegocios interpelan a los protagonistas del sector como “empresarios” y definen las relaciones con los otros actores que intervienen en el circuito agroindustrial a través de la identificación de “comunidad” o “cadena” con igualdad de intereses. En general, la mayoría de las respuestas expresaron que no adhieren a estas interpelaciones, ya que construyeron narrativizaciones del “yo” y el “nosotros” desde marcos de referencia diferentes a los propuestos por los agronegocios. Incluso señalaban como la otredad a los actores que desde el discurso dominante se proponían como el modelo a seguir.

A través de la encuesta, por ejemplo, en un ejercicio donde se presentaban frases típicas de las distintas discursividades en disputa en el agro pampeano, pudimos observar que las frases que referían a las formas de identificación individual y colectiva del discurso de los agronegocios tuvieron un nivel muy bajo de apoyo. Solo un 27,5 % de los encuestados estuvo totalmente de acuerdo con la frase “los productores agropecuarios ya no son chacareros sino que son empresarios”, y soloun 18 % lo estuvo con la frase “dentro de la cadena agroindustrial, los productores agropecuarios, los industriales y comerciantes tienen los mismos intereses”.

La mayoría de los actores agropecuarios adhirieron a posiciones subjetivas que han construido históricamente las otras formaciones discursivas con presencia en el sector (principalmente a la identificación como “productores”). En una pregunta abierta de la encuesta, ubicada al comienzo de la misma, que planteaba: “En relación con su ocupación laboral, ¿usted diría que es un…?”, pudimos registrar que alrededor de un 85 % de los encuestados se identificaron laboralmente como “productores”. Al mismo tiempo, fue posible observar que muy pocos se reconocieron a sí mismos en función de su relación con la tierra (solo un 1,8 % se identificó como “chacarero” o “arrendatario”) y en función del lugar del trabajo directo propio y/o familiar (solo el 0,3 % se reconocieron como “productor o agricultor familiar”). Esto da cuenta de la pérdida de relevancia de dos tipos de identificaciones de enorme centralidad en las disputas políticas históricas del agro pampeano. Por último, un número muy pequeño se identificó con la interpelación de los agronegocios como “empresarios” (solo el 1,6 % de los entrevistados) o como “emprendedores” (0,8 %).

Las entrevistas en profundidad nos permitieron dar cuenta de que los actores agropecuarios en un proceso dinámico enriquecen la identificación como “productores”, con nuevos clivajes que les permiten construir un reanclaje identitario en esta etapa del capitalismo agropecuario pampeano. Estos construyen un “sentido de comunidad” a partir de la reivindicación tanto de sus historias personales ligadas al campo, como del aporte que realizan actualmente en las localidades donde desarrollan su actividad productiva y viven.

En el campo (…) se va fundir, pero se va a fundir produciendo en su pueblo, en su lugar… Y lo otro es un reservorio de la parte cultural. Si en algún lado queda el... lo poco o mucho de lo que nos caracteriza de las tradiciones (…) Tenés que entrar al interior para ver lo que es toda esta zona, la forma de vida, totalmente distinta a la forma de vida de la ciudad. La forma de pensar, la forma de… cuando te digo la forma de pensar es muy raro que vos vayas a ver productores que no estén integrados en las localidades y que sus hijos vayan a las escuelas con los hijos de los empleados, y van al deporte, juegan. Hay una integración plena de todo (Ezequiel, asesor, Ayacucho).

yo creo que la mayoría del campo es gente de laburo, es una cosa noble la que hace, que es producir, ningún productor se lleva la plata afuera, no hay especulación en el campo, anda bien la chacra, va a lo de Zudaire [principal ferretería local]. Si el campo anda bien, la cola de paisanos, ni de vacaciones, el gaucho siempre invierte al toque, el chacarero también; tiene que cambiar la camioneta, la maquinaria…hay empresas que vienen; no les va bien y se van; nosotros es lo único que sabemos hacer, el chacarero se va a hacer pedazos sembrado, es plata que queda acá en el pueblo (Carlos, empresario mediano-grande, Ayacucho).

Los actores resaltan la inserción territorial de los productores en relación a la circulación del capital a nivel local, y al establecimiento de determinados tipos de relaciones en la comunidad en tanto habitantes de la misma (solidarias, integradoras de diferentes sectores sociales, etc.). En este sentido, esta forma de identificación colectiva se opone a la que propone el discurso de los agronegocios bajo la figura de los “empresarios globalizados” (Hernández, 2012), que tienen una relación con el territorio más de tipo coyuntural.

Estas identificaciones las elaboran a través del establecimiento de relaciones de exclusión con “otros”. Entre quienes encarnan a los otros, caracterizados como actores externos al sector (“extranjeros”), visibilizamos a varios de los sujetos paradigmáticos de los agronegocios. Principalmente, los pools de siembra se constituyeron en el enemigo principal en el discurso de nuestros interlocutores. La gran mayoría de los actores consultados los señaló como los “otros”, quienes en muchas ocasiones asumieron un nivel importante de abstracción y encarnaron gran parte de los males del sector. En las encuestas, por ejemplo, cuando en un ejercicio les solicitamos que nos dijeran una frase que se les viniera a la cabeza frente a las palabras “pool de siembra”, un 68 % de los productores sostuvo enunciaciones negativas sobre los mismos (con frases y palabras del estilo “buitres”, “chorros”, “nos matan a todos”, “tendrían que desaparecer”, “pulpos que terminan con el pequeño productor”, “capitalistas sin arraigo”)11. En las entrevistas, las enunciaciones críticas sobre los pools aparecieron espontáneamente sin necesidad de consultarles sobre los mismos. En las palabras de nuestros interlocutores, los pools son los que desplazaron a los productores, endeudaron a los contratistas, afectaron la relación de confianza entre los tenedores de tierra y los arrendatarios, y afectaron a las economías del interior. De esta manera lo podemos observar en los siguientes ejemplos:

Cuando vinieron los pools fue una de las contras que empezaron a desaparecer los productores chicos, porque los chacareros precisaban, para poder subsistir, que el rendimiento fuera del 30 % o 40 % de lo que invertían y vinieron los pools de siembra y con un 10 % ya se conformaban, porque ponían cien mil pesos de uno, doscientos de otro, con un rendimiento de un 10 % que podían hacer (Julio, pequeño rentista, Ayacucho).

La modalidad que había previa al advenimiento de estos grandes pools de siembra era una relación humana muy buena entre el tenedor de la tierra y el chacarero nuestro. O sea, había como cierta amistad, una buena relación humana (…) Cuando el advenimiento de los pools de siembra, el porcentaje se terminó (Manuel, asesor, Ayacucho).

(…) levantan los valores del campo, ellos el fertilizante lo compran directo, el combustible lo compran directo, venta directa, cereal todo. Con ellos vive muy poca gente, la gente vive cuando es una cosa más dispersa. Que haya varios, ¿no cierto? Acá van a comer al pueblo, compran la vestimenta, la farmacia, al médico y viven todos, en un pool de esos están una semanita y se fueron, no dejan nada (Ariel, empresario mediano-grande Baradero).

En segundo orden, como la representación de la otredad aparecieron las megaempresas (las más enunciadas fueron Los Grobo, El Tejar y MSU), las multinacionales (principalmente se señalaron críticas a las exportadoras) y los inversores terratenientes (fueron objeto de denuncia especialmente los nuevos terratenientes, inversores que provienen de otros sectores económicos y que en los últimos años han aparecido con fuerza como compradores de tierra). A su vez, los entrevistados renuevan las relaciones de demarcación y crítica al Estado, y a la ciudad/industria de fuerte anclaje en la historia del sector a través de la influencia del discurso liberal-conservador.12 En contraste con el discurso de los agronegocios, que apuesta a descentrar la mirada sobre el Estado –y a enfocarse en el empoderamiento individual– y que interpela a superar la dicotomía histórica campo-ciudad/industria, nuestros interlocutores señalaron en reiteradas ocasiones valoraciones críticas, por un lado, sobre cómo ha intervenido el Estado en el sector, considerando que ha afectado sus intereses económicos y que no les ha brindado ningún beneficio, y, por el otro, sobre el desconocimiento que existe en la ciudad sobre el campo, la diferencia en la cultura de trabajo y el tipo de relaciones sociales que se construyen, sobre la falta de eficiencia de la industria en relación al agro, y la diferencia en el aporte que ambos sectores realizan a la nación.

De esta manera, si realizamos una lectura de conjunto de las posiciones discursivas de los sujetos, es posible señalar la existencia mayoritaria de expresiones de consenso parcial (que combinan decodificaciones dominantes sobre las tecnologías y formas de producción de los agronegocios con decodificaciones negociadas en relación a las identificaciones individuales y colectivas) y de algunas expresiones minoritarias de consenso bajo (que expresan en todos los tópicos decodificaciones negociadas o diferentes a la de los agronegocios). Pero, como veremos en el siguiente apartado, estas posiciones no pueden ser identificadas como de oposición, ya que, si bien puntualmente no se internalizan las subjetividades ni la lectura del orden social propuestas por los agronegocios, en general afirmaron –de manera más o menos explícita– la imposibilidad de transformar esta situación.

La tónica de la resignación frente al modelo de los agronegocios y la tendencia de un agro cada vez más concentrado

Más allá de la enunciación de tensiones con los actores paradigmáticos de los agronegocios, en las respuestas predominó en general un sentido de resignación, ya que nuestros interlocutores reconocieron la existencia de una situación de dominación y su posición de dominados; valoraron esto negativamente, pero no identificaron alternativas posibles. Esto se expresó en frases como las de los siguientes entrevistados:

El productor se tuvo que abrojar a ellos [en referencia a las megaempresas], porque no le quedaba otra; entonces estos tipos alquilaban campos y el productor, los gringos, se los trabajaban, para no quedar a la deriva (Luis, empresario pequeño, Baradero).

Uno o dos años que era bastante rentable se metió el pool de siembra y vos tuviste que trabajarles a ellos prácticamente regalado porque te quedabas sin campo, y entonces ellos proponían equis plata por hectárea, pero te daban mucho para trabajar. Como te que quedabas sin tierra para trabajar, vos cedías (Ricardo, contratista familiar, Baradero).

(…) los exportadores hacen recaer las retenciones sobre el chacarero (…) los exportadores son los que manejan los precios; están esas grandes empresas, que no sé ahora cuáles serán, pero ellos compran, tienen el barco, todo, porque si no vos podes llegar a acopiar y después no tenés a quien venderle, dependes de los compradores (Ignacio, pequeño rentista, Baradero).

Son las multinacionales que te pasan las boletas en dólares (…) El precio te lo actualizan cuando a ellos les entra la plata; yo me agarro una calentura (…) paga siempre el que trabajó, después sino quedás como moroso y son todas iguales; vienen y te mandan la boleta, son de terror pero, ¿qué vas hacer? Estamos ahí, somos cautivos” (Jerónimo, empresario mediano, Ayacucho).

Como podemos ver, en sus testimonios los actores dan cuenta de una clara tensión con el discurso de la horizontalidad al interior de la cadena agroalimentaria de los agronegocios, señalando relaciones de subordinación y dependencia con las grandes empresas locales y multinacionales, e intereses contrapuestos con las mismas. Esta situación se visualiza en las enunciaciones sobre la imposición de los precios, el pago en dólares y la posibilidad de trasladar el costo de las retenciones a los productores. Sin embargo, en los relatos aparece un grado importante de resignación ante dicha situación expresado en frases como: “son de terror, pero ¿qué vas hacer?”; o “si no, vos poder llegar a acopiar y después no tenés a quién venderle”.

Como en todos estos casos, la mayor parte de los actores entrevistados que realizaron lecturas negociadas o diferentes al orden social propuesto por los agronegocios no expresaron confianza en su capacidad personal o colectiva para transformar esta realidad y/o en la posibilidad de un modelo de desarrollo alternativo que tenga viabilidad. En sus enunciaciones, a su vez, predominó una actitud pasiva (no militante), ya que las valoraciones críticas son expresadas como lecturas individuales en ámbitos no públicos, sin llegar a articularse en una discursividad que confronte con el proyecto de los agronegocios

Por todo esto, el abordaje de la eficacia hegemónica en el agro pampeano desde el enfoque teórico y metodológico propuesto nos permitió dar cuenta de que el discurso de los agronegocios alcanza un alto grado de hegemonía entre sus principales destinatarios (los actores que protagonizan la actividad agropecuaria en dicha región), porque existe un pequeño núcleo activo que defiende de manera militante sus principales tópicos, y por el consenso generalizado de su modelo tecnológico y de producción. Pero, principalmente, por la dificultad de gran parte de los actores –que desde el “buen sentido” que les da su práctica identifican tensiones– de representarse, de estructurar interpretaciones propias y de realizar reclamos o peticiones colectivas.

El análisis de las relaciones entre las respuestas y las variables estructurales nos permitió dar cuenta de que no existen asociaciones fuertes entre las distintas clases o fracciones de clase, o tipo de actor, y determinados discursos.

No obstante, se registraron dos asociaciones relevantes. Por una parte, entre quienes expresaron una adhesión fuerte al tópico sobre las innovaciones tecnológicas y las formas de producción de los agronegocios, se destacaron los asesores profesionales y los trabajadores de dirección. Estos actores parecerían asumir el rol de “mediadores locales” en la construcción de hegemonía al articular este discurso de carácter global con otras discursividades que circulan en los espacios de socialización del mundo agropecuario en las localidades.13 Por otra parte, entre los pocos que sostuvieron respuestas de carácter agrarista en los diferentes tópicos, sobresalen los pequeños productores (familiares y empresariales) y los contratistas (familiares y empresariales). Un porcentaje relevante de estos actores expresó un mayor “sentido de separación” al interior del colectivo “productores”, y visiones más críticas sobre los actores paradigmáticos de los agronegocios, al mismo tiempo que muchos de ellos pidieron la intervención del Estado en algunas áreas para proteger a los más débiles. Por el contrario, entre los productores y empresarios más grandes, estuvieron casi ausentes los discursos agraristas, y predominaron en general miradas menos críticas.

5. Reflexiones finales

Consideramos que este análisis puede servir para mostrar la viabilidad de avanzar en estudios sistemáticos de la eficacia interpelativa de las propuestas que luchan por la hegemonía. Es decir, para poder investigar en qué medida los distintos proyectos tienen mayor o menor capacidad para incidir en las subjetividades, y, de este modo, tornarse hegemónicos.

Pensamos que solo si se abandonan los extendidos prejuicios acerca de que resultaría imposible analizar sistemáticamente las cuestiones vinculadas con la hegemonía, se podrá desplegar toda la riqueza teórica que surge de las elaboraciones de Antonio Gramsci, y también de los autores que han aportado al desarrollo de sus teorizaciones. De este modo, se podrá ir más allá del ensayismo y las apreciaciones sumamente generales acerca de las formas en que se construyen dominaciones hegemónicas en las sociedades contemporáneas.

Obviamente, esta ha sido solo una ejemplificación, con todas las limitaciones que la misma entraña, tanto por la especificidad del recorte temático y espacio temporal, como por el uso de solo dos técnicas de producción de datos. Asimismo, se basa en una forma de entender los procesos interpelativos y la decodificación de las emisiones del discurso que procura ser hegemónico. Todo debería quedar en debate y abierto a críticas y reformulaciones. Lo que sí esperamos es que contribuya a abrir un campo de reflexión teórico-metodológica para el desarrollo de la teoría de la hegemonía.

Referencias

Adorno, T. W, Frenkel-Brunswik, E., Levinson, D., y Nevitt Sanford, R. [1950] (1965). La personalidad autoritaria. Buenos Aires: Editorial Proyección.

Althusser, L. (1970). Ideología y aparatos ideológicos del Estado. Buenos Aires: Nueva Visión.

Álvarez, R., Leavy, S., y Marino, M. (2009). Zonas Agroeconómicas Homogéneas Buenos Aires Norte. Pergamino: INTA.

Balsa, J. (2006). Notas para una definición de la hegemonía. Nuevo Topo, 3, 145-166. Recuperado de: http://www.iesac.unq.edu.ar/notas-para-una-definicion-de-la-hegemonia/

Balsa, J. (2017a). Formaciones y estrategias discursivas, y su dinámica en la construcción de la hegemonía. Propuesta metodológica con una aplicación a las disputas por la cuestión agraria en la Argentina de 1920 a 1943. Papeles de Trabajo, 11(19), 231-260. Recuperado de http://www.unsam.edu.ar/revistasacademicas/index.php/papdetrab/article/view/180/270

Balsa, J. (2017b). La ideología sobre lo agrario de los productores rurales bonaerenses (2013). Mundo Agrario, 18(37), e041. Recuperado de: https://doi.org/10.24215/15155994e041

Balsa, J. (2018). La crítica al objetivismo y la propuesta epistemológico-política contenida en el Cuaderno 11. International Gramsci Journal, Vol 2(4). 3-36. Recuperado de: https://ro.uow.edu.au/gramsci/vol2/iss4/4

Balsa, J., y Liaudat, D. (2019). Cuestiones teórico-metodológicas para analizar los niveles de eficacia en la construcción de la hegemonía. Theomai, 40, 211-230. Recuperado de: http://revista-theomai.unq.edu.ar/NUMERO_40/13.%20Balsa-Liaudat_40.pdf

Erzberger, Ch., & Prein, G. (1997). Triangulation: Validity and empirically-based hypothesis construction", Quality & Quantity, 31, 141-154.

Flick, U. (1992). Triangulation Revisited: Strategy of Validation or Alternative?, Journal for the Theory of Social Behaviour, 22(2), 175-197.

Fromm, E. ([1939] 2012). Obreros y empleados en vísperas del Tercer Reich. Un análisis psicológico-social. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.

García Canclini, N. (1995). Consumidores y ciudadanos. México, Grijalbo.

Gramsci, A. (1999). Cuadernos de la Cárcel. México: Era.

Hall, S. (1980). Codificar y Decodificar. En S. Hall, D. Hobson, A. Lowe & P. Wills (Eds.), Culture, Media y language (pp. 129-139). London: Hutchinson. (Traducción: Silvia Delfino).

Hall, S. (2003). Introducción: ¿Quién necesita identidad? En S, Hall y P, Du Gay (Eds.), Cuestiones de identidad cultural (pp.13-39). Buenos Aires-Madrid: Amorrortu Editores.

Jick, T. D. (1979). Mixing Qualitative and Quantitative Methods: Triangulation in Action. Administrative Science Quarterly¸ 24, 602-609.

Liaudat, D. (2015). La construcción hegemónica de las entidades técnicas en el agro argentino: análisis de los discursos de AAPRESID y AACREA en la última década. Mundo Agrario, 16(32). [1-32] Recuperado de: http://www.mundoagrario.unlp.edu.ar/article/view/MAv16n32a04

Liaudat, D. (2017). Los pastores del “nuevo paradigma”: intelectuales orgánicos y construcción de hegemonía de los agronegocios. Revista Trabajo y Sociedad, 29, 81-104. Recuperado de: https://www.unse.edu.ar/trabajoysociedad/29%20LIAUDAT%20DOLORES%20Agronegocios%20Intelectuales.pdf

Liaudat, D. (2018). Hegemonía, discursos e identificaciones en el agro pampeano. Análisis de los agronegocios y su eficacia interpelativa en los actores agropecuarios. (Tesis doctoral). Recuperada de Repositorio Institucional-UNQ: http://ridaa.unq.edu.ar/handle/20.500.11807/889

Mosciaro, M., y Dimuro, V. (2009). Zonas Agroeconómicas Homogéneas Buenos Aires Sur. Balcarce: INTA.

Pucciarelli, A. (1997). Estructura agraria de la pampa bonaerense. Los tipos de explotaciones predominantes en la provincia de Buenos Aires. En O. Barsky y A. Pucciarelli (Eds.), El agro pampeano. El fin de un período (pp. 206-287). Buenos Aires: FLACSO-UBA.

Scott, J. [1990] (2000). Los dominados y el arte de la resistencia (Traducción de Jorge Aguilar Mora). México: Ediciones Era.

Tarrow, S. (2004). Bridging the Quantitative-Qualitative Divide. En H. Brady & D. Collier (ed.), Rethinking Social Inquiry (pp. 171-180). Lanham: Rowman & Littlefield.

Therborn, G. (1991). La ideología del poder y el poder de la ideología. México: Editorial Siglo XXI.

Notas

1 Los aportes de James Scott (2000) en este sentido son claves, al visibilizar que en los espacios autónomos de los sectores subalternos se gestan discursos a través de los cuales se distancian del discurso que es hegemónico en la esfera pública, e, incluso, en algunos casos se atreven a imaginar otro orden social. Para el autor hay un razonamiento estratégico para no enfrentarse abiertamente al poder por parte de los sectores populares, lo que no significa que renuncien a prácticas de resistencia, que por lo contrario él identifica como constantes en los espacios autónomos en los que conviven las clases.
2 Retomamos el concepto de interpelación de Althusser (1970) conscientes de las diferencias teóricas de este autor con Gramsci. Sin embargo, consideramos que este concepto puede ser relativamente aislado de la perspectiva más general de Althusser, porque, tal como lo ha señalado Zizek, este autor o "su escuela nunca lograron precisar el vínculo entre Aparato Ideológico de Estado e interpelación ideológica" (Zizek, 2003, p. 360).
3 En fragmentos dispersos de su obra mencionó por ejemplo la búsqueda desde el Estado de la obtención de “consenso activo de los gobernados” (Gramsci, 1999: tomo 5, 186 [CC15 (10)]) y que la “hegemonía social”, a diferencia del “gobierno político”, se basa en el “consenso espontáneo” y que los grupos “consienten (…) activa (o) pasivamente” (Gramsci, 1999: tomo 4, 357 [CC12 (1)]).
4 En el caso del consenso activo bajo no está asociado a una de las formas de la obediencia a la dominación que plantea Therborn, sino que suele manifestarse como una posición de “antipolitica”, en el sentido de que son sujetos críticos de la situación de dominación actual, pero que, al carecer de toda expectativa por un orden alternativo, se resignan pero no lo hacen “en silencio”, sino a viva voz proclamando una abierta actitud antipolítica.
5 Más detalles sobre estas cuestiones pueden encontrarse en Balsa y Liaudat (2019).
6 Ver, por ejemplo, los trabajos de Jick (1979), Flick (1992), Erzberger y Prein (1997) o Tarrow (2004).
7 Si bien este discurso no es encarnado por sujetos u organizaciones del agro pampeano (sus principales divulgadores son el movimiento campesino-indígena con presencia en las provincias del norte del país y colectivos sociales urbanos), ha tenido un importante impacto a nivel social.
8 Hemos identificado cinco núcleos conceptuales centrales: 1) una visión sobre la sociedad, el individuo y la tecnología vinculadas a los conceptos de sociedad del conocimiento, paradigma tecnológico y empowerment, 2) una mirada sobre el aporte del campo al bienestar social: la producción agrícola para un “planeta hambriento” y la responsabilidad social con las comunidades locales, 3) la concepción de la naturaleza como capital y la defensa del “desarrollo sustentable” como mecanismo de legitimación, 4) los agronegocios como un modelo de producción donde todos ganan: los empresarios innovadores y las redes que construyen comunidad, 5) una misma mirada histórica de tinte liberal-conservadora para un proyecto común de nación (Liaudat, 2015).
9 Mientras en Ayacucho han predominado históricamente las explotaciones de gran extensión trabajadas principalmente en régimen de propiedad; en Baradero –un partido de fuerte tradición chacarera– han imperado las explotaciones de menor tamaño, y tiene mucho mayor peso el alquiler de tierras a terceros.
10 En pos de respetar el acuerdo de anonimato con nuestros entrevistados se utilizaran nombres ficticios al momento de presentar fragmentos de las entrevistas en el artículo.
11 En el extremo opuesto encontramos solo algo más del 13 % de los productores que ubicaron a los pools en frases positivas o algo positivas, de tipo “son necesarios”, “aportan capital” o “si no molestan, están bien”, mientras que casi un 21 % formuló descripciones neutras al estilo “un actor más del sector”, “empresas” o “conjunto de socios”.
12 Aunque también registramos que en la renovación de estas antinomias tuvo gran influencia la historia política reciente del agro argentino atravesada por el denominado “conflicto del campo” (2008), ya que muchas representaciones sobre la ciudad y el Estado estuvieron vinculadas con discursos que se articularon en el marco de dicho conflicto.
13 De hecho, si bien los asesores y trabajadores de dirección fueron claros defensores del tópico sobre las nuevas tecnologías, en sus representaciones sobre la estructura social se distanciaron del discurso de los agronegocios, incorporando las críticas a los actores externos que antes señalamos.

Recepción: 29 Noviembre 2019

Aprobación: 13 Abril 2020

Publicación: 01 diciembre 2020

Modelo de publicación sin fines de lucro para conservar la naturaleza académica y abierta de la comunicación científica
HTML generado a partir de XML-JATS4R