RELMECS, junio - noviembre 2023, vol. 13, nº1, e124. ISSN 1853-7863
Universidad Nacional de La Plata
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
Centro Interdisciplinario de Metodología de las Ciencias Sociales
Red Latinoamericana de Metodología de las Ciencias Sociales

Artículos

Prosopografía y sociología de los intelectuales. Una evaluación de las aportaciones del método a partir de diversas investigaciones contemporáneas

Yeray Zamorano Díaz

École des hautes études en sciences sociales, Francia
Cita sugerida: Zamorano Díaz, Y. (2023). Prosopografía y sociología de los intelectuales. Una evaluación de las aportaciones del método a partir de diversas investigaciones contemporáneas. Revista Latinoamericana de Metodología de las Ciencias Sociales, 13(1), e124. https://doi.org/10.24215/18537863e124

Resumen: La prosopografía ha sido introducida principalmente en la sociología de los intelectuales a partir de los años setenta. El objetivo es evaluar las aportaciones del método en esta especialidad respecto de tres dificultades tradicionales: la de la operacionalización de su objeto (“el intelectual”), la oposición excluyente entre una aproximación internalista y externalista al análisis sociológico de la vida intelectual y las dificultades para hacer un análisis científico pertinente de la temporalidad propia de los espacios sociales intelectuales. El análisis de investigaciones prosopográficas contemporáneas demuestra el desarrollo de estrategias que suponen alternativas pertinentes a las soluciones clásicas a dichos problemas.

Palabras clave: Prosopografía, Sociología de los intelectuales, Intelectual, Internalismo-externalismo.

Prosopography and sociology of intellectuals. An evaluation of the contributions of the method based on contemporary research

Abstract: Prosopography was mainly introduced in the sociology of intellectuals in the 1970s. The aim is to evaluate the contributions of the method in this field with respect to three traditional difficulties: the operationalization of its object (“the intellectual”), the exclusionary opposition between an internalist and externalist approach to the sociological analysis of intellectual life, and the difficulties in making a pertinent scientific analysis of the temporality of intellectual social spaces. The analysis of contemporary prosopographical research demonstrates the development of strategies that provide relevant alternatives to the classical solutions to these problems.

Keywords: Prosopography, Sociology of intellectuals, Intellectual, Internalism-externalism.

Prosopografia e sociologia dos intelectuais. Uma avaliação das contribuições do método baseada em diversas pesquisas contemporâneas

Resumo: A prosopografia tem sido introduzida principalmente na sociologia dos intelectuais desde a década de 1970. O objetivo é avaliar as contribuições do método nesta especialidade com relação a três dificuldades tradicionais: a operacionalização de seu objeto ("o intelectual"), a oposição de exclusão entre uma abordagem internalista e externalista da análise sociológica da vida intelectual e as dificuldades em fazer uma análise científica relevante da temporalidade dos espaços sociais intelectuais. A análise da pesquisa prosopográfica contemporânea revela o desenvolvimento de estratégias que oferecem alternativas relevantes às soluções clássicas para esses problemas.

Palavras-chave: Prosopografia, Sociologia dos intelectuais, Intelectual, Internalismo-externalismo.

1. Introducción

La sociología de los intelectuales es una especialidad de esta ciencia que, a pesar de su larga trayectoria histórica y un número relativamente importante de publicaciones en su seno, no deja de suscitar debates y cuestionamientos importantes entre los investigadores que se consideran formando parte de ella. De esta manera, al interior de este dominio, aparecen regularmente publicaciones que cuestionan los fundamentos básicos de esta especialidad, sea bajo la forma del lanzamiento de nuevos programas de investigación que vendrían a renovar el panorama teórico y metodológico de la especialidad (Eyal y Buchholz, 2010), sea bajo la forma de una revisión en profundidad de sus fundamentos teóricos básicos (Kurzman y Owens, 2002), o incluso, en una versión aún más radical, la de plantear abiertamente la cuestión de la posibilidad misma de su existencia en tanto que especialidad científica (Pinto, 1986).

Uno de los aspectos en los que estos debates se centran a menudo es en la cuestión de los métodos propios de esta especialidad que pretende constituir una aproximación científica al estudio de la organización social de la vida intelectual. Precisamente, una de las evoluciones recientes más importantes que ha conocido este dominio tiene que ver con la incorporación y generalización progresiva desde los años 70 de al menos dos nuevos métodos de investigación que han renovado tanto los trabajos empíricos como el debate metodológico en la especialidad: la prosopografía y el análisis de redes o Social network analysis (Anheier, Gerhards y Romo, 1995; de Nooy, 2003; Sapiro, 2006; Dozo, 2008; Collins, 2009).

El objetivo de este artículo es el de centrarse particularmente en la incorporación del método prosopográfico en este dominio y evaluar las aportaciones de éste en relación a varias dificultades evocadas y analizadas por diversos investigadores de este campo. La idea principal que se defiende es que una confrontación razonada de diversas investigaciones empíricas relativamente recientes, que incorporan este método para la investigación sociológica del mundo intelectual, permite comprobar ciertos nuevos procedimientos y estrategias que suponen contribuciones significativas en relación a algunas dificultades teórico-metodológicas persistentes en este ámbito de estudio desde su constitución por los autores clásicos de la especialidad. Para demostrarlo, analizaré estos procedimientos a partir de ejemplos extraídos de investigaciones concretas con el fin de identificar su naturaleza y su relación con esas dificultades. Estas investigaciones constituyen así un modelo que puede servir de referente tanto para apreciar el interés de sus elecciones teórico-metodológicas como para informar las de nuevas investigaciones empíricas. Por último, se observa en consecuencia que el artículo se centrará deliberadamente en poner de relieve las contribuciones del método en esta especialidad, las cuales, por su interés, merecen una atención específica como paso previo indispensable para un debate que comprenda también los límites del método en ese ámbito.

Para alcanzar el objetivo propuesto, el argumento se desarrolla en dos partes. En primer lugar, procederé a una breve contextualización de la recepción del método prosopográfico en el espacio internacional de la sociología de los intelectuales. En segundo lugar, abordaré el análisis de diversas investigaciones de ese conjunto bajo el prisma de tres aspectos problemáticos ampliamente discutidos y en los que las potencialidades de la prosopografía se hacen más evidentes: en primer lugar, el de la definición del objeto propio de esta rama de la sociología, el "intelectual" o los "intelectuales" y la posibilidad de generar definiciones “operativas" pertinentes para la investigación sociológica; en segundo lugar, el de las formas de explicación que pueden emplearse en este dominio y, más concretamente, en el problema de la oposición tradicional entre dos formas de explicación que tienden a excluirse entre sí y que conducen a la investigación a considerar únicamente o las variables externas (las propiedades sociales de los autores) o las variables internas (las propiedades formales de las obras o, más ampliamente, las de las trayectorias individuales e institucionales); en tercer lugar, el problema de cómo incorporar la temporalidad en el análisis de la vida intelectual y el de los marcos cronológicos pertinentes en el estudio de los intelectuales.

2. La importación de la prosopografía en el seno de la sociología de los intelectuale

La prosopografía, o biografía colectiva, no es un método nuevo que se constituyera en el seno de la especialidad de la sociología de los intelectuales. Las primeras investigaciones que se realizaron a partir de este método datan de finales del siglo XIX y pertenecen al ámbito de las ciencias históricas, donde han tenido un cierto éxito (Charle, 2001). De hecho, fue utilizada en primer lugar por historiadores ilustres como Mommsen (1896) y mayoritariamente en el estudio, a partir de fuentes como las inscripciones funerarias de los "grandes personajes" de la Antigüedad. Sólo más tarde, en los años 60 y 70, fue incorporada en trabajos orientados hacia otros periodos históricos como la Edad Media (Chastagnol, 1970) o a problemáticas propias de la edad contemporánea, como el movimiento obrero (Maitron y Pennetier, 1964).

Estos primeros usos de la prosopografía muestran algunas de las características más reconocibles del método aplicado en historia para el estudio de las "common characteristics of a group of historical actors by means of a collective study of their lives" (Stone, 1971, p. 46), situándolo a medio camino entre dos formas de hacer historia, la historia de las grandes narraciones y la biografía, entre el colectivo y el individuo. El objetivo general de la prosopografía es así el de "contar" con el fin de decir algo pertinente sobre el grupo objeto de estudio en cada caso (Lemercier y Picard, 2012), lo que permite realizar generalizaciones y comparaciones que introducen en algunos casos rupturas importantes respecto de las formas previas de considerar ciertos fenómenos históricos, como es el caso del estudio clásico de Namier (1957) sobre el mundo de la política en tiempos de Jorge III. Por lo demás, estos trabajos iniciales se caracterizan igualmente por una preferencia por el estudio de las élites (Ferrari, 2010, p. 531), tendencia que ha sido objeto de críticas, pero que es también producto de la mayor disponibilidad de las fuentes históricas que conciernen a las clases dominantes.

Es precisamente en los años 70, al mismo tiempo que la utilización del método conocía un aumento en el ámbito de la historia contemporánea y que se multiplicaban los objetos en los que era aplicado, cuando la prosopografía fue introducida ampliamente en el ámbito de la sociología de los intelectuales. Dos grandes centros de esta recepción inicial pueden ser identificados. Un primer polo es el espacio académico británico, donde varios pioneros reflexionaron sobre el método y lo utilizaron en problemáticas próximas: por ejemplo, Lawrence Stone, uno de los exponentes de la prosopografía en el dominio de la historia y quien realizó una sobre los estudiantes de la universidad de Oxford (Stone, 1974); Steven Shapin y Arnold Thackray, quienes publicaron un artículo programático seminal sobre la utilidad y el interés de la prosopografía aplicada al estudio de los científicos (Shapin y Thackray, 1974); o Gary Werskey, autor de una prosopografía sobre científicos socialistas británicos (Werskey, 1979).

Un segundo eje de recepción de este método es el conjunto de trabajos pioneros ligados al Centre de sociologie européenne dirigido por el sociólogo francés Pierre Bourdieu en París. En efecto, por esos años varios investigadores próximos a este centro utilizarán el método de la prosopografía para estudiar diferentes grupos de intelectuales. Es el caso del trabajo pionero de Luc Boltanski (1973) sobre una muestra de profesores asociados al Instituto de Estudios Políticos de Paris y que contiene una importante reflexión sobre los límites y las aportaciones de los Who’s who como fuente para la constitución de una prosopografía. Por su parte, Victor Karady (1972) aplicará el método al estudio de los estudiantes de la Escuela normal superior de París. Igualmente, Rémy Ponton (1977) hará uso de la prosopografía para estudiar a los escritores franceses activos entre 1865 y 1905 en su tesis doctoral Le Champ littéraire de 1865 à 1906. Recrutement des écrivains, structures des carrières et production des oeuvres. Finalmente, cabe citar el temprano trabajo de Christophe Charle sobre los universitarios franceses de finales del siglo XIX (Charle, 1983), el primero de una serie de trabajos prosopográficos de referencia en la sociología de los intelectuales (Charle, 1985; Charle y Telkes-Klein, 1988; Charle, 1994a).

Tras estos primeros trabajos, la carrera de la prosopografía como método en el ámbito de la sociología de los intelectuales conocerá una trayectoria ascendente. En primer lugar, por su sistematización entre los investigadores del Centre de sociologie européenne. De hecho, la prosopografía cobrará un papel más importante con la generalización de la teoría de los campos y del análisis de correspondencias múltiples (ACM), método que se convertirá en la referencia en esta escuela para el análisis de los datos construidos mediante la prosopografía (Duval, 2013). Esta combinación de teoría, método y análisis de los datos será reconocible como un estilo particular de uso de la prosopografía, que se ha llegado a calificar con la etiqueta global de “french prosopography” (Broady, 2002).1Investigaciones ejemplares de esta combinación específica son la prosopografía de 405 profesores titulares y catedráticos de facultades parisinas que constituye la base del análisis de Homo Academicus (Bourdieu, 1984), la de 50 agentes del campo del arte vanguardista de Annie Verger (1991), la investigación sobre 185 escritores franceses durante la ocupación alemana de Francia de Gisèle Sapiro (1996), el trabajo sobre 220 economistas de Frédéric Lebaron (1997) o la prosopografía de 250 cineastas de Julien Duval (2006).

En segundo lugar, por el creciente recorrido del método en otros espacios académicos, con la realización de numerosas investigaciones prosopográficas que apelan o no a la teoría de los campos y al ACM. Entre los abundantes ejemplos existentes, podemos citar como muestra algunos trabajos significativos realizados en diversos ámbitos nacionales. En el mundo germanohablante, por ejemplo, la prosopografía sobre 13.209 académicos alemanes analizada por Fritz Ringer (1992) o aquella sobre 390 profesores de la universidad alemana de Giessen de Peter Chroust (1986). En el ámbito anglosajón, cabe mencionar los cuantiosos números monográficos de la revista Poetics que contienen artículos que presentan investigaciones usando el método prosopográfico (por ejemplo, el volumen 30, issues 5-6 sobre escritores estadounidenses) o la muestra recogida en uno de los libros de referencia anglosajones sobre la investigación prosopográfica contemporánea (Keats-Rohan, 2007) y que incluye trabajos sobre los literatos flamencos, intelectuales japoneses o compositores franceses. Por su parte, en el ámbito de habla portuguesa, el método ha conocido igualmente un cierto éxito y se han efectuado numerosas investigaciones y reflexiones sobre él (Bontempi Júnior, 2019), después del trabajo de referencia, de inspiración bourdesiana, de Sergio Miceli (1979) sobre los intelectuales brasileños entre 1920 y 1945. Finalmente, en el ámbito hispano se han realizado igualmente investigaciones utilizando este método, desde las primeras incursiones recogidas en el volumen colectivo sobre el intelectual latinoamericano de Marsal (1970) hasta varias muestras más recientes como las presentadas en el II congreso de Historial intelectual de América latina celebrado en Buenos Aires en 2014 o la prosopografía sobre 50 filósofos españoles de Francisco Vázquez García (2009; Vázquez García y Marqués Perales, 2015), por no citar más que algunos ejemplos.

3. La prosopografía y los problemas teóricos-metodológicos de la sociología de los intelectuales

Esta generalización de la prosopografía en el ámbito de la sociología contemporánea de los intelectuales muestra varias características y tiene efectos significativos en esta especialidad. Respecto de las primeras, cabe destacar tanto la variedad de los dominios a los que pertenecen las poblaciones estudiadas en esas investigaciones como la diversidad de usos del método: en efecto, un análisis general de esos trabajos muestra también diferencias en las maneras de aplicarlo, algo que también ha sido constatado en otros ámbitos de uso de la prosopografía como la historia social y que ha llevado a otros investigadores a cuestionar la unidad metodológica de las investigaciones prosopográficas (Delpu, 2015). Sin embargo, otra interpretación menos radical de la diversidad de estos usos es posible, ya que no es menos cierto que este conjunto de aplicaciones constituye un amplio capital de investigaciones que poseen características comunes y se enfrentan a problemas similares. Parecidos de familia que tienen su origen en las operaciones básicas que toda prosopografía impone en su versión mínima: la definición de una población o muestra de estudio y la administración de un cuestionario a dicha población (a lo que puede añadirse la opción básica de la determinación de un marco temporal). Así, desde este punto de vista, el conjunto de investigaciones prosopográficas contemporáneas sobre intelectuales puede ser concebido como un espacio común de desarrollo de respuestas a problemas similares susceptible de ser puesto en diálogo y analizado independientemente de la diversidad de soluciones desarrolladas en cada investigación. Y lo que demuestra dicho análisis, según defendemos, es que en varios trabajos de este conjunto podemos constatar la puesta en marcha de diversos procedimientos y estrategias que aportan alternativas significativas a algunos problemas teórico-metodológicos que tienen una larga historia en el seno de la sociología de los intelectuales. Este es el caso especialmente de los tres problemas que abordamos en cada una de las secciones siguientes.

3.1 El problema de la definición del intelectual y la determinación de la población de estudio

Una de esas dificultades persistentes que resulta importante, por su trascendencia en las operaciones concretas de la investigación empírica, es la de la definición de "intelectual". En efecto, mucho se ha discutido desde los orígenes de la especialidad sobre los obstáculos tanto para establecer una definición precisa de "intelectual", tal y como recordaba el sociólogo estadounidense Lewis Coser en el prefacio de Hombres de ideas (1968), como para construir operacionalizaciones no reduccionistas del concepto en la práctica científica (Oltra, 1978, p.8 y ss.). La naturaleza en gran medida polémica de los debates en torno a la definición, producto de motivaciones de corte pragmático —que no son otras que las de determinar la posición y función de esa nueva categoría social denominada "intelectuales", surgida en el espacio público europeo a finales del XIX—, han dificultado los intentos de convertir a este grupo social y sus subgrupos en un objeto pertinente de la sociología empírica.

Precisamente, en varias de esas investigaciones contemporáneas que utilizan la prosopografía pueden encontrarse procedimientos que permiten plantear de otra manera el viejo problema de la definición y de la creación de definiciones operativas pertinentes para el análisis empírico. Este es el caso especialmente de las investigaciones prosopográficas que se apoyan en el concepto relacional de "campo" de Pierre Bourdieu y sus colaboradores, el cual ha supuesto una reformulación del problema de la definición. En efecto, para Bourdieu (1998, p.365 y ss) el mundo intelectual y sus subespacios son espacios indeterminados en los que uno de los principales envites colectivos es precisamente la lucha por definir quién es o no "intelectual", "escritor", "filósofo", "sociólogo", etc. De este modo, el sociólogo francés considera imposible zanjar de antemano el problema de la definición, pues su causa no es otra que una propiedad que es inherente a esos espacios que él denomina "campos de producción cultural". Sin embargo, esa constatación no conduce a una toma de postura de abandono radical de la posibilidad misma de la investigación sociológica acerca de la vida intelectual. Por el contrario, el trabajo empírico en ese dominio es posible a condición de que el investigador o la investigadora se haga cargo en el momento de la determinación de su grupo de estudio del hecho “dado”, existente en la realidad, de la lucha simbólica acerca de la definición.

Ya en el contexto específico del trabajo prosopográfico, una estrategia pertinente, presente en varias de esas investigaciones contemporáneas y que resulta compatible con tal principio, consiste en la multiplicación de los criterios y las fuentes que se utilizan en la investigación para la determinación de la población o muestra de estudio. En efecto, como no existe una única definición de "intelectual", "literato", etc. sino más bien múltiples definiciones en disputa por asumir el papel de definición dominante o legítima en un campo, el investigador o la investigadora toma partido por no erigirse en una especie de juez último que determina quién es "intelectual" y quién no, sino que incluye en su muestra, mediante una ampliación de los criterios adoptados, las diversas definiciones en presencia en un espacio intelectual cualquiera.

Un ejemplo de ese procedimiento de multiplicación de criterios se encuentra en la prosopografía realizada por Lebaron (1997) sobre los economistas activos en la Francia de mitad de los años 90 y que incluía 45 variables. El espacio de la economía es, al igual que otros espacios intelectuales, el lugar de una "multiplicidad de principios de definición en competencia” (1997, p. 5). Es por ello que el sociólogo francés "elige respetar esta multiplicidad" y construye una muestra a partir de diversas fuentes provenientes de diferentes regiones del campo, como anuarios de asociaciones, diccionarios y obras biográficas, libros colectivos, documentos públicos e informaciones directas de personas consultadas. Es decir, en la medida de lo posible, elige abarcar el mayor número de definiciones posibles del juego de modo que no quede un grupo específico de economistas fuera de la población objeto de la prosopografía. Lo contrario, limitarse a una lista “dada” en una única fuente, supone un alto riesgo de dejarse atrapar por una de las definiciones existentes en el juego. Por ejemplo, por la definición dominante que reduce la población del estudio a los economistas vinculados a la universidad, excluyendo del análisis al resto de agentes activos en el campo que ocupan posiciones menos "codificadas", como las de los diversos "expertos" en economía vinculados al mundo de la política o al mundo del periodismo o la de los economistas que ejercen en el seno de alguna empresa. Por otra parte, esta multiplicación de criterios para la construcción de la población no es posible hacerla a priori, sino que es parte de la investigación misma el discernir tanto las diferentes definiciones existentes en el espacio estudiado como su importancia relativa. De hecho, esta apertura inicial en el proceso de establecimiento de la definición permite ampliar el conocimiento sobre cada espacio intelectual: las informaciones recabadas sobre esas diferentes definiciones y las personas que las encarnan resultan significativas en el análisis del funcionamiento de cada uno de estos espacios así como en la determinación de sus similitudes o diferencias respecto de otros espacios comparables.

En definitiva, si bien no es posible dar una definición universal y a priori que resuelva de antemano todas las decisiones implicadas en la selección de una población o muestra de estudio de un grupo intelectual, no por ello la investigación empírica termina necesariamente en una parálisis. Tampoco se ve abocada a caer en la fácil pero limitada solución de concentrarse únicamente en las personas que se ajustan a las definiciones dominantes en un espacio intelectual dado, como los economistas universitarios en el ámbito de la economía o como el conjunto de personas —a menudo muy restringido— a las que se les atribuye la etiqueta de “intelectual” en cada espacio público nacional. Por el contrario, en el seno del trabajo prosopográfico es posible utilizar este procedimiento que permite reformular el problema de la definición, evitando ciertas formas de reduccionismo al abarcar la realidad más compleja de las diferentes definiciones en presencia y su valor diferencial en un espacio intelectual concreto.

3.2 La dicotomía "externalismo" e "internalismo" y su proyección en la investigación prosopográfica

Otro conocido problema con una larga historia en la sociología de los intelectuales se revela en la oposición entre dos formas de aproximación al estudio de la vida intelectual. Por un lado, un estilo que podemos denominar “internalista” y que, en su versión más estricta, se concentra fundamentalmente en el estudio y comprensión de los soportes tradicionales de la vida intelectual (obras, manifiestos, revistas, etc.) a partir de sus propiedades formales y su contenido ideacional (argumentos, ideologías, apuestas estéticas, etc.) o, en una versión más amplia, de los itinerarios de los autores, grupos de autores (escuelas, etc.) o instituciones de la vida intelectual y, por otro lado, una aproximación que podemos denominar "externalista" y que se centra en las características económicas y sociales de los productores y los grupos de productores de tales soportes con el fin de explicar éstos desde aquéllas. Un problema que, como puede comprobarse, es análogo al que han enfrentado también desde hace tiempo los epistemólogos e historiadores de la ciencia (véase Medina, 1983; Shapin, 1992).

En lo que concierne a la sociología de los intelectuales, esta dicotomía se encuentra en el núcleo de diversos debates que surgieron en la especialidad tras los primeros trabajos de inspiración marxista. Un hito en ese espacio de discusión es la célebre crítica de Karl Mannheim (2003 [1956]) a esos trabajos, designados por él con el término de “sociología proletaria”, y a la importancia explicativa casi exclusiva que otorgan a la posición en el proceso de producción o la clase social de origen como condición material de la vida intelectual, planteamiento crítico que desemboca en una nueva síntesis que tiene en cuenta diversos elementos de la actividad de la intelligentsia como grupo social que muestra su “relativa autonomía”. Esta apuesta clásica en el debate es confrontada posteriormente por Florian Znaniecki (1968) en The social role of the man of knowledge, donde afirma la voluntad de evitar las consecuencias concebidas como negativas de ciertos aspectos “externalistas” del planteamiento mannheimiano, sobre todo en relación al problema epistemológico de la validez objetiva de los saberes. En ese libro, el sociólogo de origen polaco plantea una sociología de los intelectuales alternativa que, fundada en otros conceptos distintos al de clase o grupo social como el de rol social, se centra en poner de relieve las relaciones de mutua dependencia posibles entre lo que él denomina sistemas de conocimiento (arte, biología, filosofía, saberes técnicos, etc.) y la evolución histórica de los roles sociales del intelectual y sus estructuras de funcionamiento. A pesar de tales esfuerzos clásicos en la dirección de una mayor integración de ambas perspectivas, algunos autores pertenecientes a la disciplina próxima de la historia intelectual como François Dosse (2006, pp. 99-123) consideran que aún hoy la sociología de los intelectuales no habría logrado establecer un equilibro satisfactorio entre los dos polos de la dicotomía: la mayor parte de los trabajos de esta especialidad sociológica se caracterizaría, según el historiador francés, por una tendencia general al “reduccionismo sociológico”, es decir, por tomar partido fundamentalmente por el polo “externalista” de la dicotomía y por proponer análisis que ignorarían en gran medida el contenido de lo que hacen los intelectuales.

Este problema tan debatido no es ajeno al trabajo prosopográfico, del que cabe plantearse su posición en el continuum de opciones entre ambos polos. En realidad, tal dicotomía encuentra su manifestación específica en el ámbito de la prosopografía en el nivel de una de sus operaciones más elementales: el momento en el que el investigador debe definir las preguntas del cuestionario que va a administrar a su población de estudio. Tales preguntas expresan una serie de hipótesis en relación a las propiedades que se consideran relevantes en la comprensión del grupo estudiado. Y así, cada aplicación prosopográfica puede hacer uso de hipótesis más próximas a los postulados “externalistas” o “internalistas” del estudio de la vida intelectual según el tipo de propiedades que tiene en cuenta: si, por ejemplo, éstas son fundamentalmente de carácter sociodemográfico —caso común— o si, por el contrario, se consideran algunos de los aspectos “internos” de la actividad intelectual. En este sentido, el interés de algunas investigaciones prosopográficas contemporáneas es el de introducir fórmulas que, al atender también a algunos de esos elementos llamados “internos”, posibilitan una alternativa a la tradicional dificultad en la combinación de ambas perspectivas: la consideración simultánea de aspectos “externos” e “internos” permite el desarrollo de formas de explicación que integran en mayor medida las virtudes de cada uno de los polos de la dicotomía.

Así, en primer lugar, las investigaciones prosopográficas hacen posible tomar en cuenta las características “externas”, como las propiedades sociales de los individuos estudiados y, además, de hacerlo de manera precisa y comprehensiva: a menudo, las propiedades retenidas no se reducen únicamente a consideraciones genéricas sobre la clase social de los individuos estudiados —una tendencia que resulta común en las investigaciones “externalistas” más clásicas—, proponiéndose construir y utilizar, además del origen social, otras variables como la edad, el sexo, el lugar de nacimiento, la residencia o la trayectoria educativa. En esta línea, Christophe Charle (1994b) analiza la influencia de varias propiedades sociales en el funcionamiento interno del espacio universitario en su prosopografía comparada de los profesores titulares de la universidad de París entre 1879 y 1939 y de la universidad de Berlín entre 1870 y 1933. Esto le permite destacar, por un lado, la diferente composición de ambos profesorados en cuanto a su origen social (p. 82 y ss.), aprehendido a través de 7 categorías distintas (fracciones propietarias, altos funcionarios y personal político, media burguesía, profesiones jurídicas, fracciones intelectuales, funcionarios medios y pequeña burguesía): la facultad de París se caracteriza por una mayor apertura social, por un peso de los profesores de origen pequeño burgués (la modalidad de fracción de clase retenida más baja) que triplica al de sus homólogos berlineses, como por una menor presencia de los profesores con padres altos funcionarios y hombres políticos (2,92% contra 8,55%). Por otro lado, el estudio del lugar de nacimiento revela diferencias entre ambas poblaciones (p. 90): los profesores titulares de París tienen un origen geográfico capitalino más pronunciado que el de los berlineses (20,1% contra 12% en 1909). Ambas variables forman parte de los factores que explican un funcionamiento diferencial del profesorado en cada país que tiene consecuencias tanto en el ámbito de la carrera universitaria como en el de la relación de ese profesorado con las clases dominantes de sus respectivos países (Charle, 2009).

Por otra parte, este mayor carácter comprehensivo de las variables sociales utilizadas posibilita observar la influencia de factores a los que anteriormente se les había otorgado menor importancia, como la edad y el género y su impacto relativo en la configuración de la vida intelectual. De la primera, Bourdieu (1984, pp. 169-206) hace una variable significativa al considerar la disminución de la edad media en la obtención de puestos universitarios como un factor esencial en la evolución de las características de la población de profesores universitarios franceses que desembocará en la crisis y cuestionamiento del sistema universitario de Mayo del 68. Por su parte, la toma en cuenta del género contribuye a romper con la tradicional escasa atención que éste ha recibido en la sociología e historia de los intelectuales clásica (Racine y Trebitsch, 2004) mediante una cuantificación del peso de las mujeres en diferentes espacios intelectuales y de sus diferencias relativas: por ejemplo, en las prosopografías de autores de tribunas y columnas en diferentes instancias de prensa españolas de Casals (2004, pp. 56-58) y Zamorano (2016, pp. 200-201) se observa la evolución, pero el todavía relativo escaso peso de las mujeres en el espacio mediático de la opinión (un 6,9% en el periódico español El País en los años 1986-1988, en torno al 13% en el año 2000 en 7 cabeceras de ámbito nacional) y la conformación de la intelectual pública femenina a una definición “literaria” del trabajo intelectual por su mayor asociación con el mundo de las letras (p. 268).

En segundo lugar, diversas investigaciones haciendo uso del método han desarrollado estrategias para incluir varios de los elementos que tradicionalmente han sido objeto exclusivo de los así llamados análisis "internalistas". Este es el caso de la consideración específica de varias de las opciones estéticas e intelectuales y los envites “internos” que son propios de un espacio intelectual determinado, lo que permite además evitar caer —como señalan de manera perspicaz Claire Lemercier y Emmanuelle Picard (2012)— en las formas de hacer prosopografía en las que el cuestionario no se adapta al grupo estudiado y se termina por plantear las mismas preguntas a los escritores que a los carniceros, oncólogos o diputados. Un ejemplo significativo de incorporación al análisis de opciones estéticas e intelectuales propias del ámbito intelectual objeto de la investigación puede comprobarse en la prosopografía que realizó Gisèle Sapiro (1996) acerca de los escritores franceses activos en el campo literario francés durante la ocupación alemana de Francia entre 1940 y 1944. En esta investigación, la socióloga francesa construyó un cuestionario que incluía, además de ciertas propiedades sociales, diversas variables relacionadas con el mundo literario como actividad específica, como por ejemplo, el género literario de preferencia de los autores, la editorial de preferencia de publicación y el grado de reconocimiento literario contemporáneo y posterior —envite propio e importante del mundo de los escritores—. Tener en cuenta estas propiedades “internas” tiene efectos fundamentales en los resultados del análisis. Sapiro muestra que, a pesar de las condiciones de escasa relativa autonomía del campo literario en ese periodo, el grado de reconocimiento literario y, sobre todo, el tipo de reconocimiento del que son objeto los escritores son factores estructurantes en el campo: los escritores se distribuyen en cuatro polos que van desde los escritores con notoriedad temporal a los escritores con notoriedad simbólica, pasando por los escritores de la vanguardia y los de baja notoriedad. De hecho, según la autora (pp. 20-21), estas variables son más eficaces que otras propiedades como el origen social en materia de explicación de la toma de posición política de los escritores activos entonces, confrontados a un continuum que va de la colaboración, fuertemente asociada a la preferencia por la novela como género literario y al reconocimiento mundano, a la resistencia, tendencialmente ligada a los poetas reconocidos por sus pares o poco reconocidos.

Menos evidente es la consideración en el contexto del trabajo prosopográfico de otros aspectos “internos” como las propiedades formales de los soportes de expresión intelectuales. Sin embargo, algunas investigaciones incorporan precisamente estrategias que permiten poner en relación ese tipo de propiedades con las características económicas y sociales de sus autores. Es el caso del trabajo ya citado de Lebaron (1997, pp. 19-25), que integra ciertos rasgos particularmente significativos de las retóricas económicas en el análisis, especialmente el grado de formalización matemática empleado en los textos publicados (incluido como variable cualitativa de tres modalidades en la prosopografía). El análisis de la correspondencia entre esta propiedad y otras propiedades sociales de los economistas posibilita construir algunos tipos ideales de discurso económico: el academicista, el tecnocrático, el crítico o el “literario”. Tales tipos de discurso se ejemplifican en 4 textos que han sido producidos por instancias y agentes que ocupan posiciones distintas al interior del espacio de los economistas a mitad de los años 90. Respectivamente, Raymond Barre, catedrático universitario, ex ministro y alcalde de Lyon; un grupo anónimo de economistas de la OCDE; Hoang-Ngoc Liêm, miembro del Instituto de investigaciones económicas y sociales (IRES) y del colectivo de economía crítica ATTAC; y Edmond Malinvaud, antiguo director del INSEE y profesor del Collège de France.

Por último, es igualmente posible articular la prosopografía (incluya variables “internas” o no) con otras técnicas tradicionalmente asociadas a las aproximaciones “internalistas” (Cohen, Flinn y Morgan, 2007), como en la síntesis que efectuó Chistophe Charle (1994a) sobre el profesorado universitario francés y alemán entre 1870 y 1940, basada tanto en el análisis de datos prosopográficos previos como en el análisis cualitativo de discursos, reflexiones o tomas de posición políticas. En este caso, el interés específico de tal articulación se fundamenta en la consideración de los rasgos formales y los contenidos ideacionales encontrados como otra propiedad más del estudio y en la búsqueda explícita de las relaciones que tales rasgos mantienen con las otras propiedades recogidas en la prosopografía realizada, vinculación que no es posible en las aproximaciones exclusivamente “internalistas”.

De este modo, podemos constatar que en el espacio de aplicación de la prosopografía encontramos diversas estrategias que pueden resultar un punto de partida pertinente para reducir el hiato tradicional entre las aproximaciones "internalistas" y "externalistas" al análisis empírico de la vida intelectual. En efecto, bajo ciertas condiciones de posibilidad —especialmente el tener como base hipótesis que buscan deliberadamente esto—, el trabajo prosopográfico tiene la potencialidad de propiciar formas de explicación que incorporan aspectos tanto de las propiedades sociales de los individuos estudiados como de las propiedades relativas a la configuración específica de la actividad intelectual analizada o a los diferentes soportes de expresión de la misma.

3.3 La temporalidad de la vida intelectual y su aprehensión desde la biografía colectiva

El tercer elemento teórico-metodológico problemático sobre el que las investigaciones prosopográficas plantean elementos de interés es el de cómo incorporar la dimensión temporal en el análisis sociológico de la vida intelectual. Sin duda, la perspectiva histórica ha sido una de las grandes aportaciones y características distintivas de la sociología de los intelectuales clásica desde sus comienzos, la cual ha permanecido particularmente atenta a la condición histórica de la vida intelectual y de los procesos de nacimiento y evolución de los grupos intelectuales. Así, podemos encontrar análisis de una gran erudición histórica como el de la formación de los grupos de intelectuales en Gramsci (1978, p. 388 y ss.) en tanto que función derivada de la actividad productiva y de la evolución de sus grupos esenciales, la descripción que hace Mannheim (2003 [1956], p. 91 y ss.) del acontecimiento histórico significativo que supuso el paso de la clerecía medieval a la intelligenstia moderna como estrato socialmente abierto o la sistemática propuesta por Znaniecki (1968) de los roles sociales del hombre de conocimiento, rol único en su origen lejano en el tiempo y a partir del cual surgieron progresivamente distintas especies producto de sucesivas diferenciaciones hasta nuestros días.

Si esto constituye una de las aportaciones del legado de la sociología clásica de los intelectuales, especialmente frente a otras perspectivas que adolecen de una tendencia al anacronismo en el análisis de la vida intelectual, no es menos cierto que la consideración predominante y a veces exclusiva de procesos de larga duración puede conducir a diversos impasses teórico-metodológicos. De ese modo pueden ser interpretadas las críticas que Robert K. Merton (1941, p. 115) hizo a la propia investigación de Znaniecki sobre el rol social del sabio en una reseña publicada en 1941. Precisamente, aquél reprocha al sociólogo de origen polaco la ausencia global de una documentación sistemática que posibilite constatar el fundamento empírico del esquema de inteligibilidad histórico de largo alcance del desarrollo por diferenciación progresiva del rol social del sabio y, especialmente, la falta de evidencia empírica en lo que respecta al modo en que los roles evolucionan a partir de los anteriores. De esta manera, la amplitud del recorrido histórico de Znaniecki no se acompaña de un aparato empírico consecuente que permita considerarlo como algo más que una “reconstrucción plausible”, señala Merton

Otro problema tendencial de esa inclinación predominante a centrarse en la larga duración es su afinidad con los esquemas explicativos de la vida intelectual a partir de relaciones de sucesión histórica entre grupos o tipos de intelectuales, los cuales obliteran a menudo el análisis en profundidad de las relaciones de "contemporaneidad" entre intelectuales. Un caso reciente que muestra las virtudes y límites de esta preferencia por la explicación en términos de relaciones de sucesión de amplio recorrido histórico es la investigación de Bauman (1987), que propone una sociogenealogía del intelectual "moderno" y "posmoderno" de gran erudición histórica que comienza con la auto-constitución de lesphilosophes en tanto que grupo social en el siglo XVIII francés y que concluye en las postrimetrías del siglo XX. En tal recorrido histórico, el sociólogo advierte una evolución de largo plazo en las figuras del intelectual que se materializa en un esquema de sucesión entre dos tipos ideales: el legislador, figura de la época "moderna" —encarnada en primera instancia por les philosophes—, y el intérprete, tipo de la época "posmoderna". A pesar de la contribución que supone el señalar las diferencias y las distintas condiciones sociales de tales modelos de intelectual, tal esquema explicativo resulta simplificador al no considerar la diversidad coexistente de figuras intelectuales en un mismo espacio-tiempo contemporáneo: en efecto, el tipo ideal del intérprete no agota la pluralidad de diferencias significativas y pertinentes entre intelectuales contemporáneos que otras investigaciones empíricas, como las citadas en este trabajo, ponen de manifiesto en las sociedades actuales de capitalismo avanzado.

Por su parte, el trabajo prosopográfico se presenta como un método potencialmente alternativo a la tendencia general de la sociología de los intelectuales a centrarse en los procesos de larga duración y en los problemas que puede conllevar de relevancia empírica y de desconsideración de las relaciones de contemporaneidad entre intelectuales. De hecho, en una versión muy extendida, la prosopografía se caracteriza por desarrollar marcos temporales cuyo objetivo principal es determinar las relaciones entre individuos que, por definición, comparten más o menos la misma generación o una edad biológica próxima, normalmente las de ciclos de 20 o 30 años, como señala Smythe (2007, p. 133). En ese marco temporal específico que podríamos considerar como más próximo de una perspectiva “sincrónica”, la prosopografía invierte los límites de las perspectivas diacrónicas de larga duración: el método posibilita el análisis empíricamente desarrollado de diferencias significativas entre distintos grupos de intelectuales contemporáneos. Sin embargo, el desafío consiste, desde el punto de vista de la sociología de los intelectuales, en buscar un equilibrio entre las virtudes sincrónicas del trabajo prosopográfico y los efectos reales de la diacronía en el objeto de estudio. En primer lugar, porque la tendencia a la perspectiva sincrónica de la prosopografía ha dado lugar a aplicaciones que la acercan a ese grupo de técnicas que "aplastan el tiempo" (Zalc y Lemercier, 2008, p. 93), lo que puede ocurrir especialmente en las investigaciones que optan por marcos temporales muy amplios, como las que se extienden a todo un periodo histórico de varios siglos como la Antigüedad o la Edad Media. En efecto, al proponer tales unidades temporales se corre el riesgo de desconsiderar algunos efectos del tiempo al juntar individuos en un espacio-tiempo abstracto en relación a los momentos particulares de la acción de aquellos.

De esta manera, es relevante analizar algunas estrategias que se han adoptado en el seno de diversas investigaciones prosopográficas contemporáneas para integrar aspectos de la diacronía en la definición sincrónica extendida de la prosopografía, más allá del recurso genérico a otros métodos complementarios como la genealogía histórica (Varela y Álvarez-Uría, 1997). Una primera forma es, si se quiere trabajar con cortes cronológicos amplios, la de efectuar un muestreo longitudinal con diferentes subcortes en el marco temporal global utilizando las mismas o similares variables. Este procedimiento fue utilizado por Ringer (1992) en su reconstitución de una prosopografía de profesores y estudiantes alemanes, al recoger datos para 9 años distintos dentro del marco temporal amplio del estudio (1865-1938), pudo describir ciertas transformaciones de la población estudiada a lo largo de ese intervalo. Un ejemplo de tales evoluciones es la del origen socioeducativo del profesorado (aprehendido a través de 7 grandes categorías): en particular, el aumento progresivo del peso relativo de la clase media alta económica frente al declive relativo de la clase media alta educada, variación aparejada al crecimiento significativo del profesorado de ciencias naturales y las especialidades técnicas en las que están sobrerrepresentadas los hijos de la nueva burguesía empresarial (p. 270). Otro caso significativo de evolución observada gracias a este procedimiento es la del peso de las opciones religiosas del personal universitario: si los profesores declarándose protestantes y católicos constituían el 71% y el 17% respectivamente del total en 1890, los profesores manifestando profesar el judaísmo pasaron del 9% en 1865 hasta alcanzar una cima del 17% en 1880 para luego llegar a desaparecer progresivamente con un 5% en 1931 y una ausencia total en 1938, en pleno apogeo del nacional-socialismo (pp. 273-277).

Una apuesta similar que permite un grado de profundización mayor sobre los efectos de la diacronía es la de realizar investigaciones prosopográficas de cortes sincrónicos relativamente próximos bajo hipótesis similares acerca de poblaciones relativamente equivalentes. Esto permite un estudio comparativo en el tiempo de las permanencias y los cambios en un espacio intelectual dado, como lo muestra la articulación de los trabajos prosopográficos sobre los escritores franceses entre finales del XIX de Rémy Ponton (1977), la Belle Époque (Thiesse, 1985) y la Segunda Guerra Mundial de Gisèle Sapiro (1999) —a los que podría añadirse como trasfondo el de Alain Viala (1985) sobre 559 escritores franceses activos en el siglo XVII—. Entre los cambios que se observan en el campo literario francés gracias al análisis de esos cortes sincrónicos sucesivos están las evoluciones en el origen social de los escritores y su manifestación en la aparición de nuevas instancias de sociabilidad y consagración como la Academia Goncourt (1903) o más tarde el Comité nacional de escritores (1943), donde el peso de los intelectuales con origen social en las fracciones intelectuales y en la pequeña burguesía es más importante que en la Academia Francesa (1635), institución en la que las clases dominantes están sobrerrepresentadas (una característica que constituye un invariante, pues no cambia entre el estudio de fines del XIX y 1944). Por lo demás, la dificultad de esta propuesta de articulación de cortes temporales sucesivos reside en su alto coste en términos de recursos y tiempo, lo que la hace viable no para un único investigador o investigadora sino para un equipo que, idealmente, trabaja bajo hipótesis y premisas próximas.

Por último, ya en el marco de trabajos encuadrados en cortes temporales de 20-30 años, es igualmente posible incorporar al análisis otros elementos propios de la diacronía mediante la formulación de preguntas y variables específicas y el estudio de las relaciones que éstas tienen con el resto de propiedades retenidas. Tal elaboración permite ir más allá de una representación estática del grupo de estudio al aprehender algunas diferencias ligadas a la existencia tanto de etapas distintas dentro del tiempo específico de un espacio intelectual dado como de momentos que implican una discontinuidad en las trayectorias individuales posibles en ese mismo espacio. Respecto de lo primero, Annie Verger (1991) dio un ejemplo significativo en su prosopografía sobre agentes del campo artístico de vanguardia operando en el espacio francés. Mediante la incorporación de una variable que recogía el momento de entrada de cada agente en ese campo (a partir de la fecha de la primera exposición, crítica, publicación importante o apertura de galería), pudo mostrar una oposición notable entre agentes e instituciones que correspondían a dos etapas sucesivas de la evolución histórica del campo de la vanguardia (p. 20 y ss.): por un lado, las galerías y los artistas que, llegados con anterioridad al campo, también están más volcados hacia el mercado nacional (como la galería Maeght y los artistas que exponen en centros como las Casas de la juventud y la cultura) y, por otro lado, las instituciones de la vanguardia creadas más recientemente y orientadas hacia el mercado internacional de la vanguardia, como la galería Stadler y los artistas que exponen en lugares como la Bienal de Venecia o Documenta de Kassel. Respecto de lo segundo, de la necesidad de tener en cuenta la posición diferencial de los individuos estudiados en las trayectorias individuales típicas en un espacio intelectual dado, podemos evocar el uso de la variable “edad de entrada en el campo literario” que hizo Sapiro (1999, p. 86 y ss.), que le permitió diferenciar entre los escritores franceses activos durante la ocupación alemana a aquellos próximos a una juventud literaria —marcada por el poco grado de reconocimiento, la tendencia a cultivar la poesía como género literario, la publicación en revistas minoritarias de duración efímera, las posiciones políticas de rechazo al orden establecido (traducidas en la opción por la resistencia)— y a aquellos cercanos a una senectud literaria, caracterizada por una disposición a poseer un grado mayor de reconocimiento, la inclinación a cultivar la novela o el ensayismo, la publicación en revistas consagradas y en diarios nacionales, y las posiciones políticas más conservadoras del orden social existente.

4. Conclusiones

El recorrido argumentativo que hemos llevado hasta este punto nos conduce a concluir que la biografía colectiva, método importado desde la historia en la sociología de los intelectuales mayoritariamente a partir de los años 70, ha supuesto un paso significativo en la renovación de la sociología de los intelectuales contemporánea. Esto al menos desde el punto de vista de los tres problemas teórico-metodológicos considerados y en torno a los cuales la introducción del método ha posibilitado, como hemos podido comprobar en diversas investigaciones que forman un conjunto de modelos-ejemplificaciones, la aparición de diversas alternativas pertinentes a las propuestas más clásicas sobre dichos problemas. En efecto, en el contexto del viejo problema de la definición del intelectual, un procedimiento es posible para la determinación de la población o muestra de estudio más atento a la variedad de definiciones en presencia en los mundos intelectuales estudiados. Por su parte, diversas investigaciones prosopográficas han desarrollado estrategias que favorecen la integración en el análisis de dos aspectos tradicionalmente estudiados por separado —los así llamados “internos” y “externos” de la vida intelectual y sus relaciones— mediante la consideración de hipótesis y variables de ambas perspectivas en el cuestionario mismo a administrar a la muestra de estudio. Finalmente, es posible, a través de diversos procedimientos, medir y describir al interior mismo del trabajo prosopográfico diversos efectos de la diacronía en el mundo intelectual, sin renunciar a las virtudes sincrónicas de aquél, las cuales permiten la descripción empírica desarrollada de similitudes y diferencias de individuos contemporáneos.

Por todo ello quizás quepa concluir, desde una perspectiva más comprehensiva, que las aportaciones de la prosopografía a la investigación empírica en sociología de los intelectuales tienen que ver con un significado más general de su importación en este dominio. Si la prosopografía ha favorecido el desarrollo de alternativas pertinentes a viejos problemas teóricos-metodológicos de la especialidad lo es también porque ha impuesto modos de hacer que han permitido tomar distancia frente a las problemáticas y límites que son propios de una filosofía social (Bourdieu, Chamboredon y Passeron, 1980, p. 92 y ss.) de los intelectuales, más orientada a la resolución de temáticas más generales como determinar el sentido o las finalidades sociales de los intelectuales en las sociedades de capitalismo avanzado que en desarrollar un aparato teórico-metodológico capaz de interrogar la realidad diversa de estos grupos. En efecto, frente al menor interés por lo que la empiria tiene que objetar a grandes esquemas teóricos de explicación de grandes problemas, la prosopografía ha contribuido a multiplicar y sistematizar las preguntas con vocación de respuesta empírica —sobre el objeto mismo de estudio, con la elección y elaboración de las hipótesis a utilizar en la descripción de los individuos analizados o con las opciones de encuadramiento temporal que establece—, exigiendo una relación más estrecha entre la teoría y la prueba en los diversos niveles de la investigación sobre intelectuales. Lo que conduce finalmente no a abandonar por completo las perennes y acuciantes cuestiones que conciernen a los intelectuales como grupo, sino a una interpelación al sociólogo y a la socióloga para que las respondan de otra manera.

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Notas

1 Una confusión posible derivada de esta asociación es que se identifique exclusivamente la prosopografía con la teoría de los campos o con el ACM. Dos ideas merecen ser señaladas al respecto. En primer lugar, que, desde el punto de vista histórico, esta asimilación no es precisa en la medida en que el método ha sido movilizado en la sociología de los intelectuales en función de otras teorías y de otros procedimientos de análisis de datos como la estadística descriptiva. En segundo lugar, no es menos cierto que la versión de la prosopografía que incorpora esa teoría y esa técnica de análisis de los datos constituye una fuente importante de sus aportaciones en el estudio de la vida intelectual, como mostrarán los ejemplos señalados en la argumentación de este artículo.

Recepción: 08 Agosto 2022

Aprobación: 31 Octubre 2022

Publicación: 01 Junio 2023

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