RELMECS, junio 2014, vol. 4, nº1, ISSN 1853-7863
Universidad Nacional de La Plata - Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación.
Centro Interdisciplinario de Metodología de las Ciencias Sociales.
Red Latinoamericana de Metodología de las Ciencias Sociales

 

El desafío de hacer visible lo invisible

Néstor Cohen*

* Universidad de Buenos Aires. Facultad de Ciencias Sociales;
Instituto de Investigaciones Gino Germani (Argentina)

 

Cita sugerida: Cohen, N. (2014). El desafío de hacer visible lo invisible. Revista Latinoamericana de Metodología de las Ciencias Sociales, 4(1). Recuperado de http://www.relmecs.fahce.unlp.edu.ar/article/view/relmecs_v04n01a01.

 

Reflexionar en torno a cuestiones metodológicas suele conducir hacia escenarios desafiantes, entendiendo por tales aquellos en los que hay confrontación, oposición de ideas, de paradigmas, en los que es necesario enfrentarse a dificultades, a retos al conocimiento. A estos escenarios suben quienes están involucrados en la producción y/o en la reproducción de conocimiento metodológico, pero se integran, también, quienes hacen uso de los recursos metodológicos en sus investigaciones. Son escenarios muy dinámicos y muy transitados, lo cual conduce a la presencia de variados desafíos, no siempre con destinos cargados de aportes al conocimiento. La variedad se integra por cuestiones vinculadas a la enseñanza de la metodología, la confrontación o integración entre las metodologías cualitativas y las cuantitativas, los puentes y los abismos entre la teoría y el método, el sustento epistemológico de infinitas decisiones metodológicas, la discusión en torno a si la metodología es o no un campo y a otros desafíos que harían muy extenso este listado.

Sin embargo, hay un desafío que es transversal a varias confrontaciones y cuestiones que preocupan a quienes estamos involucrados en estos debates pero, pese a su centralidad, no hemos terminado de enfrentarlo. En diferentes oportunidades en las ciencias sociales trabajamos con problemáticas vinculadas a los valores sociales interiorizados, cuestiones ideológicas; en otras oportunidades con problemáticas vinculadas a las representaciones sociales y los distintos modos de producirlas; y en otras con problemáticas relacionadas a la configuración de la autoridad, su legitimidad o su crisis, al proceso de hegemonización de los códigos y de naturalización de ciertas prácticas y tantos otros fenómenos que no siempre son visibilizados, pero que no por ello dejan de tener relevancia y participación en la constitución de distintos hechos sociales y políticos. Poder identificar esas problemáticas, comprenderlas e interpretarlas teóricamente no solo aporta a su conocimiento, sino que contribuye a evaluar, describir y/o explicar todos aquellos fenómenos que se configuran y toman cuerpo en la vida cotidiana, en las instituciones, en las naciones, etcétera, a partir de estas problemáticas menos visibles y, en algunas oportunidades, invisibles. Se instala, entonces, un gran desafío: fortalecer el tránsito de lo invisible a lo visible, poner luz en ciertos “espacios” y momentos oscuros, opacos, que resisten a nuestras interpelaciones. No podemos negar que, en este sentido, en las ciencias sociales se ha avanzado. Son ejemplos de esto los estudios sobre marginalidad, interculturalidad, delito, educación, sexualidad, entre otros, lo que no nos exime, de reconocer que parte de ese camino aún no ha sido recorrido.

Queda trunco el camino cuando la mirada del investigador se subordina a los hechos, cuando considera al hecho fuente de conocimiento autónomo, independiente de sí mismo. Bourdieu (2008: 62) afirmaba que “sólo una imagen mutilada del proceso experimental puede hacer de la ‘subordinación a los hechos’ el imperativo único”. Este tipo de subordinación distorsiona el acceso a lo invisible porque hace de la teoría, de la pregunta, del conocimiento acumulado un conjunto de dispositivos negados, ausentes. Solo ve lo aparente, lo que aparece y se muestra a la observación, construye un conocimiento de lo evidente. La subordinación al hecho impide ver lo que no aparece, aquello que está oculto pero que hace a la existencia del hecho, neutraliza la sospecha, la duda, la repregunta. Para observar más allá de lo evidente, para no subordinarse a los hechos, es necesario poner distancia respecto de la “experiencia bruta” y para ello deben plantearse preguntas, problematizar el propio conocimiento y a partir de allí, construir teóricamente el objeto de estudio. Solo así es posible reconstruir el hecho, integrarlo con sus partes evidentes, observables, y sus partes ocultas. En otras palabras, el hecho es separado en partes, interpretado, su reconfiguración invita a transitar el camino que estaba oculto, permite establecer relaciones, reconstruir historias, en este sentido Becker (2009: 94) señalaba que el científico social está inmerso en “un rico diálogo entre información y evidencia; (...) ponderando las posibilidades obtenidas, (...) sistematizando esas ideas en relación con las clases de información que se podrían reunir, (...) atendiendo las inevitables discrepancias entre lo que se esperaba y lo que se ha encontrado, repensando las posibilidades y obteniendo más información, y así sucesivamente”. Otorgándole centralidad al diálogo entre teoría, método y hecho se crean las condiciones para intentar visibilizar todo aquello que no aparece, que no es evidente. Pero en este diálogo hay tres acciones que según cómo transcurran pueden contribuir al tránsito de lo invisible a lo visible o pueden obstaculizarlo. La primera de ellas es cómo interpelamos la realidad en donde se desarrollan los hechos que son de nuestro interés. La interpelación es reflexiva, se interpela desde el conocimiento acumulado, poseído, que contiene un conjunto de categorías que han entrado en tensión con la realidad. Toda interpelación en las ciencias sociales tiene como objetivo principal construir un nuevo conocimiento que resuelva la tensión que puso en marcha el proceso de investigación, conteniendo al conocimiento anterior y superándolo. La segunda acción alude a cómo representamos en datos la información resultante de nuestra interpelación. Esta tarea es pre analítica, la información obtenida deja de ser un todo para transformarse en partes, tantas como las categorías de análisis utilizadas lo permitan. La información, propiedad del campo real, muta hacia el dato, propiedad de quien lo construye, el dato como representación (teórica) de aquella realidad que fuera interpelada; la fiabilidad del dato es teórica y metodológica. Y la tercera de las acciones interpreta los datos construidos según un conjunto finito de relaciones teóricas, supuestos, hipótesis, generalizaciones, etcétera. El nuevo conocimiento intenta resolver la tensión que diera lugar al proceso de investigación.

El desafío de hacer visible lo invisible en las ciencias sociales consiste en continuar reflexionando en torno a cómo producir datos, sean cualitativos o cuantitativos, asumiendo una perspectiva constructivista, entendiendo por tal la sinergia entre la interpelación de la realidad en la que trabajamos y la representación de la información en dato. Aquí está el desafío de pensar cómo seguimos transitando ese camino hacia el conocimiento. En este sentido, nuestros próximos (y cercanos) debates metodológicos, y probablemente teóricos, deberían concentrarse en revisar nuestros modos de interpelar, en cómo abordar esos espacios y tiempos invisibles, oscuros, de la realidad y cómo representar esos registros en datos. Deberíamos basarnos en el camino ya recorrido, pero proponernos desafíos que nos permitan hacer más extenso ese camino. La dimensión macrosocial, tan estudiada por los clásicos durante el siglo XIX y primeras décadas del siglo XX, requiere de nuestra atención. En el mismo sentido, Bertaux (2005: 34) plantea que en la medida que nos planteemos interrogantes en términos generales, podremos orientar nuestra “reflexión hacia un ‘nivel’ de teorización que supere el marco necesariamente local de las observaciones”. Quizá así encontremos algunas señales que nos ayuden a enriquecer este debate.

Ni el hecho es una cosa que aprehendemos con recursos metodológicos y técnicos ni la producción de conocimiento está subordinada a los hechos. Desde dónde interpelamos y cómo nos vinculamos con los hechos determina qué datos interpretamos.

En el presente número de la Revista Latinoamericana de Metodología de las Ciencias Sociales cuatro artículos nos proponen reflexionar y debatir en torno a cuestiones metodológicas que son puestas al servicio de investigaciones, cuyos problemas y objetivos se han propuesto producir conocimiento en temáticas poco abordadas en las ciencias sociales. En alguna medida, estas propuestas son desafiantes.

El artículo de Begoña Leyra Fatuo y Ana María Bárcenas Viñas, titulado “Reflexiones etnográficas sobre el ocio infantil” incursiona en una temática que demanda mayor atención y producción de conocimiento en el amplio campo de las ciencias sociales. Las autoras tienen como objetivo dar visibilidad al colectivo infantil analizando los diferentes discursos, comportamientos y percepciones que los niños y niñas tienen acerca del ocio, como también cómo se posicionan los adultos frente al uso del tiempo libre por parte de la población infantil. Para ello realizaron un trabajo etnográfico durante los meses de enero a julio de 2011, con población infantil de 5 a 13 años, residentes en diferentes áreas rurales y urbanas de la Comunidad de Madrid. Utilizaron una metodología cualitativa mediante la realización de grupos de discusión con niños y niñas diferenciados por edad y grupos con madres y padres de niños y niñas, diferenciados por zona de residencia. Realizaron, además, entrevistas cualitativas con adultos “prescriptores” de ocio infantil. El procesamiento y análisis de los datos se realizó de acuerdo a la metodología propuesta en la Teoría Fundamentada.

Interesante propuesta la de las autoras quienes, más allá de sus aportes al conocimiento sobre el tema, realizan una incursión metodológica sobre la que hay poca experiencia en las ciencias sociales. Realizar investigaciones en las que los niños y las niñas son los sujetos interpelados es todo un desafío y mucho es lo que queda aún por conocer. Bienvenida, entonces, esta exigente experiencia.

El artículo que Leonardo Gabriel Rodríguez Zoya titula “Epistemología y política de la metodología interdisciplinaria” conlleva una doble convocatoria, reflexionar en torno al conocimiento interdisciplinario y hacerlo desde un puente que vincula a la epistemología con la política. El autor concibe la interdisciplina como un concepto multidimensional -social e históricamente variable- muy amplio, dado que identifica siete dimensiones involucradas en él. A la vez, considera el trabajo interdisciplinario como un trabajo político que exige el desarrollo de modos de pensar y actuar en forma colectiva, de manera tal que posibiliten cambios en el campo de la ciencia y la tecnología a partir de los cuales se generen las mejores condiciones sociales y económicas. Esta mirada sobre la interdisciplina genera óptimas condiciones para introducirnos en un sugerente debate, cuyos resultados pueden contribuir a fortalecer este modo de producir conocimiento en las ciencias sociales.

Otro de los artículos que integra el cuerpo de este número es el que Ana Paula Soláns ha titulado “Historias de vida de deportistas paralímpicas argentinas”. Si bien su abordaje puede ser incluido dentro de los estudios de género, su principal objetivo es reflexionar en torno a las trayectorias de mujeres deportistas con discapacidad motora. Para ello, la autora parte de dos investigaciones que ha realizado apelando al método biográfico, por medio de trece relatos de vida con entrevistas en profundidad que analiza con el método comparativo constante de la Teoría Fundamentada.

El cuarto de los artículos, “Narrativas y reflexividad: los efectos biográficos del enfoque biográfico” escrito por Martín Güelman y Pablo Borda, propone debatir en torno a las potencialidades y efectos en la vida de los entrevistados que son interpelados mediante el método biográfico, especialmente a partir del uso de la técnica de relatos de vida. Para ello, trabajaron con jóvenes de barrios vulnerabilizados del Area Metropolitana de Buenos Aires quienes participaron como entrevistados y co-autores de sus relatos biográficos. Identificaron tres efectos en la vida de los entrevistados como consecuencia de la experiencia de investigación que compartieron, que los autores identifican como el efecto reflexivo, el efecto identitario y el efecto vincular.

Dejamos, entonces, que las diferentes lecturas recorran estos artículos y se sumen a las reflexiones que nos invitan las y los autores.

Bibliografía

Becker, H. (2009). Trucos del oficio. Buenos Aires: Siglo XXI.

Bertaux, D. (2005). Los relatos de vida. Perspectiva etnosociológica. Barcelona: Ediciones Bellaterra.

Bourdieu, P. ; Chamboredon, J.C. y Passeron, J.C. (2008). El oficio de sociólogo. Buenos Aires: Siglo XXI.

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