Revista Latinoamericana de Metodología de las Ciencias Sociales, vol. 15, núm. 1, e156, junio-noviembre 2025
ISSN 1853-7863
Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
IdIHCS (UNLP-CONICET). Centro Interdisciplinario de Metodología de las Ciencias Sociales.
Red Latinoamericana de Metodología de las Ciencias Sociales

Artículos

Conocer el pasado para imaginar futuros: dinámica y estructura de los hogares en Argentina a partir de datos censales

Matías Scialabba
Instituto de Investigaciones Gino Germani, Universidad de Buenos Aires, Argentina

Mariana Marcos
Instituto de Investigaciones Gino Germani, Universidad de Buenos Aires-CONICET / Universidad Nacional de Tres de Febrero, Argentina
Cita sugerida: Scialabba, M. y Marcos, M. (2025). Conocer el pasado para imaginar futuros: dinámica y estructura de los hogares en Argentina a partir de datos censales. Revista Latinoamericana de Metodología de las Ciencias Sociales, 15(1), e156. https://doi.org/10.24215/18537863e156

Resumen: El artículo examina las continuidades y rupturas metodológicas en los censos de población argentinos modernos y sus consecuencias en la construcción de series temporales de indicadores clave para las proyecciones de hogares. Para ello se analizó un corpus documental sobre los censos y se procesaron microdatos de IPUMS International, complementados con datos publicados del censo 2022. Los resultados destacan la necesidad de un tratamiento diferenciado de las series temporales para realizar estimaciones prospectivas más precisas. El trabajo contribuye a la consolidación de la línea de base para estudios prospectivos en Argentina, brindando herramientas para el contexto de la postransición demográfica.

Palabras clave: Dinámica demográfica, Hogares, Censos de población, Análisis prospectivo.

Understanding the Past to Envision the Future: Dynamics and Structure of Households in Argentina Based on Census Data

Abstract: The article examines the methodological continuities and disruptions in modern Argentine population censuses and their impact on the construction of time series for key indicators used in household projections. To this end, a documentary corpus on the censuses was analyzed, and microdata from IPUMS International were processed, complemented by published data from the 2022 census. The results underscore the need for a differentiated approach to time series in order to generate more accurate prospective estimates. This study contributes to the consolidation of a baseline for prospective research in Argentina, providing tools for the post-demographic transition context.

Keywords: Demographic Dynamics, Households, Population Censuses, Prospective Analysis.

Conhecendo o passado para imaginar o futuro: dinâmica e estrutura dos domicílios na Argentina com base em dados do censo

Resumo: O artigo examina as continuidades e rupturas metodológicas nos censos populacionais argentinos modernos e suas consequências na construção de séries temporais de indicadores-chave para as projeções domiciliares. Para isso, foi analisado um corpus documental sobre os censos e processados microdados do IPUMS International, complementados com dados publicados do censo de 2022. Os resultados destacam a necessidade de um tratamento diferenciado das séries temporais para produzir estimativas prospectivas mais precisas. O estudo contribui para a consolidação da linha de base para pesquisas prospectivas na Argentina, fornecendo ferramentas para o contexto da pós-transição demográfica.

Palavras-chave: Dinâmica demográfica, Domicílios, Censos populacionais, Análise prospectiva.

1. Introducción

Los países de América Latina parecen dirigirse a un régimen demográfico postransicional en el que las necesidades de provisión de vivienda (y de externalidades urbanas que se asocian a ella)1 serán cada vez más difíciles de prever. Estas necesidades están directamente ligadas al crecimiento de la cantidad de hogares (en adelante, crecimiento de los hogares), un fenómeno que dependerá cada vez menos del crecimiento vegetativo de la población y más de otros factores demográficos menos estables, como la propensión a formar hogar —tasas de jefatura o principalidad—, el crecimiento migratorio y la estructura por edad (Marcos et al., 2022).

Frente a este panorama, el enfoque prospectivo (Astigarraga, 2016; Godet et al., 2000; Godet y Durance, 2011; Salas-Bourgoin, 2013) y el análisis demográfico emergen como protagonistas. El punto de partida de un abordaje prospectivo del crecimiento de los hogares es la construcción de una línea de base, es decir, el conocimiento de las tendencias pasadas. A ello sigue una etapa de imaginación de escenarios futuros posibles de crecimiento de los hogares, coherentes con las tendencias pasadas, pero que consideren tanto las evoluciones más probables como las más extremas, que en la postransición demográfica pueden también materializarse. Desde el punto de vista metodológico, el análisis demográfico del crecimiento de los hogares y las proyecciones de hogares constituyen herramientas ineludibles.

Los avances realizados en Argentina en este sentido son escasos y fragmentados. Como en muchos países de la región (Yépez-Martínez et al., 2012), el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) no realiza proyecciones de hogares. En la Provincia de Buenos Aires se estudiaron tendencias entre 1991 y 2010 y se pusieron a prueba dos variantes del método de proyección de hogares en base a tasas de jefatura en un único escenario, arribándose a resultados que los autores consideraron desalentadores (Sergio et al., 2016). En el ámbito académico, la tesis doctoral de Leandro de la Mota estudió tendencias de crecimiento de los hogares del país entre 1991 y 2010 y utilizó variantes del método de tasa de jefatura para realizar proyecciones con horizonte 2040 a nivel nacional y provincial para un único escenario (de la Mota, 2019); y trabajos de escala metropolitana también estudiaron el período 1991 – 2010 y utilizaron el método de tasa de jefatura con horizonte 2025, pero propusieron tres escenarios distintos y arribaron a un rango de valores entre los que pudiera estar comprendida la cantidad futura de hogares, siendo unos más probables que otros (Marcos y Módenes, 2019, 2021).

Las áreas de vacancia en el país son diversas. En relación a la dimensión temporal pasada, se puede señalar que las líneas de base de estos trabajos parten del supuesto de que la información que proporcionan los censos es sólida y comparable; es habitual que el estudio de las tendencias pasadas se limite a los últimos tres censos de población, tal como recomendaba la ONU cinco décadas atrás (ONU, 1973); y se encuentran desaprovechadas las técnicas de estandarización demográficas clásicas, que permiten descomponer el crecimiento de los hogares según sus determinantes demográficos próximos (Beaujot, 1977; de Moraes Camargo et al., 2022; Givisiez y de Oliveira, 2005; Hugo, 2005; Sweet, 1984). En cuanto a la dimensión temporal futura, permanecen inexplorados en el país los métodos de proyección dinámicos (Yépez Martínez, 2011); y no se han trazado escenarios de proyección distintos para los niveles nacional y provincial.

La reciente disponibilidad de datos del censo 2022 y la inminente realización de proyecciones de población con horizontes más amplios ofrecen una oportunidad valiosa para abordar de manera prospectiva el estudio de los hogares en Argentina. Este artículo busca contribuir a este esfuerzo fortaleciendo la línea de base de los estudios sobre las necesidades habitacionales mediante el análisis de la continuidad metodológica en los censos y la evaluación de las rupturas que impactan en las series temporales de indicadores clave. En particular, se centra en generar conocimiento sólido sobre la dinámica reciente de crecimiento de los hogares, ampliando la ventana de observación de los factores que, según investigaciones previas, adquieren mayor relevancia en la postransición demográfica. De forma específica, el artículo tiene por objetivos: 1) examinar la continuidad metodológica en el empadronamiento de hogares y la identificación de personas de referencia en los censos de población argentinos modernos; y 2) identificar y cuantificar las consecuencias de las discontinuidades metodológicas en la evolución de indicadores clave, como el crecimiento de los hogares, la tasa de jefatura y la estructura por tipo y tamaño.

Un aspecto central en el análisis de las series censales es reconocer que los datos estadísticos no son un reflejo neutro de la realidad, sino el resultado de procesos político-cognitivos e institucionales (Desrosières, 2004; Porter, 1995). Como han argumentado estos autores, la producción de estadísticas responde a marcos normativos y conceptuales que influyen en la forma en que se define y mide la realidad social. En el caso de los censos argentinos, los cambios en la forma de empadronar hogares y de identificar a la persona de referencia reflejan, en parte, transformaciones en los criterios institucionales y en las concepciones de la organización doméstica.

Dentro de los modos de abordar la historia estadística de un país, el artículo se inserta en el campo que Otero (2004: 300) —siguiendo a Affichard— denomina “modelos de satisfacción de demanda”, que se caracterizan por estudiar “las respuestas dadas por el aparato estadístico a las demandas de información planteadas por la sociedad y el Estado a medida que la extensión de los dominios de intervención de éste y el desplazamiento de los ejes centrales del debate político y social hacen aparecer nuevas lagunas y necesidades de aportes informacionales”.

2. Metodología

Para examinar la continuidad metodológica en el empadronamiento de hogares y la identificación de personas de referencia en los censos de población argentinos modernos, se revisó un corpus documental constituido por documentos metodológicos, cédulas censales y publicaciones de resultados de los censos 1970, 1980, 1991, 2001, 2010 y 20222. El panorama se completó con la consulta de bibliografía sobre el tema.

El análisis documental se centró en cuatro aspectos: 1) los cambios en las definiciones de hogar particular y persona de referencia; 2) los efectos específicos de la omisión censal sobre las unidades de análisis relevantes; 3) los cambios metodológicos relativos al empadronamiento de los hogares particulares y la identificación de su persona de referencia; y 4) las decisiones tomadas en la etapa de procesamiento de los datos que pudieran haber afectado el conteo de hogares particulares. Como indica Torrado (1996), la información estadística es un producto histórico social sometido a coyunturas políticas e institucionales que dañan la “memoria censal”. Este trabajo retoma ese espíritu de reconstrucción mediante el análisis sistemático de las variables involucradas.

Por otro lado, para cuantificar las consecuencias de las discontinuidades metodológicas en las tendencias de indicadores clave se siguió una estrategia cuantitativa. Se utilizaron las muestras de datos censales de 1970, 1980, 1991, 2001 y 2010 disponibles en IPUMS International (Minnesota Population Center, 2020) y los microdatos del censo 2022 (INDEC, 2022).

Con base a ello, se calcularon indicadores y se generaron series temporales sobre el crecimiento de los hogares (tasa de crecimiento intercensal geométrica), la propensión a formar hogar a cada edad y sexo (tasas de jefatura por edad y sexo) y la estructura de los hogares (distribución de los hogares por tipo y tamaño). Estos indicadores resultan fundamentales para la realización de proyecciones de hogares, ya que su evolución constituye la línea de base sobre la que imaginar el futuro con base a los métodos aplicables en la Argentina. Además, cuando fue posible, se estimaron las consecuencias de los cambios metodológicos en los indicadores mediante técnicas de interpolación clásicas.

3. Resultados

Empadronamiento de hogares

El estudio de la continuidad metodológica en el empadronamiento de los hogares y en la identificación de las personas de referencia debe comenzar por la revisión de un aspecto más general y antecedente, que es la omisión censal, es decir, la porción de la población y viviendas no empadronadas (Arretx y Chackiel, 1985). Las proyecciones de población, uno de los insumos principales para proyectar los hogares, se realizan sobre una población base corregida. Sin embargo, otros datos clave como la cantidad de hogares y de personas de cada sexo, edad y relación de parentesco, usualmente se toman de los censos, donde pueden existir grupos poblacionales y zonas geográficas más propensas a ser omitidas (Arretx, 1989).

En Argentina no ha habido continuidad en cuanto a la metodología para evaluar la omisión censal. El cuadro 1 reúne datos de población omitida de cada censo, obtenidos mediante métodos indirectos por el CELADE y el INDEC. Ambos organismos coinciden en señalar (con pequeñas diferencias) que entre 1970 y 2010 la omisión nunca sobrepasó el 3% y que los censos menos afectados por este problema han sido el de 1980 y 1991, con valores en torno al 1%. Los datos de omisión por sexo dan cuenta de que es mayor en varones que en mujeres. Si bien no se cuenta con estimaciones de omisión a través de métodos directos para todo el período, la encuesta post censal posterior al censo de 1991 (INDEC, 1994) da indicios de que existen diferenciales por sexo, posición en el hogar (jefes/ no jefes) y nivel educativo, pero que las poblaciones específicas más afectadas varían de región en región, sin que se puedan establecer siquiera tendencias preponderantes.

En conclusión, se desconoce la omisión censal de hogares, y la omisión censal de población puede afectar a indicadores de base claves para las proyecciones de hogares, como la tasa de jefatura, pero el sentido que asuman estos efectos varía de región en región y de censo en censo, dificultando darle tratamiento al problema.

Cuadro 1:
Omisión de población estimada (%, métodos indirectos) por edad y sexo según CELADE e INDEC. Argentina, 1970-2010
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Fuente: elaboración personal en base a Arretx y Chakiel (1985), Tacla Chamy (2006), Del Popolo (2018), INDEC (1995, 2005, 2013). * Evaluación de calidad oficial de 1970 incompleta ** Evaluación de calidad de 2022 no publicada al momento de la escritura de este artículo.

Por otro lado, la identificación de las viviendas particulares, en las que se inscriben los hogares particulares, y su diferenciación de las colectivas afecta necesariamente la enumeración de hogares particulares y debe ser revisada. En la actualidad el INDEC (2023) las define como “vivienda destinada a alojar personas que viven bajo un régimen de tipo familiar, sean parientes o no. Estas viviendas pueden haber sido construidas con fines habitacionales o estar adaptadas para alojar personas y que el día del relevamiento se encuentren personas que viven allí”. La revisión documental permitió reconstruir cambios en la identificación de las viviendas particulares y su empadronamiento, así como problemas específicos de algunos censos (Cuadro 2).

Se destacan las decisiones metodológicas distintas relativas al tratamiento que recibieron las piezas de alquiler, un tipo de vivienda que característico de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) (B. E. Cuenya y Toscani, 2018; Toscani, 2014). De por sí, hay formas de hábitat popular que desafían las definiciones operacionales y las metodologías de medición censales (Heeks y Renken, 2018). En este caso, se agregan complicaciones derivadas del devenir de esta tipología de vivienda en la Argentina, que permearon a los intentos de empadronamiento censal. Cuenya (1991: 51) relata cómo el control estatal de los alquileres en la década de 1940 y la suspensión de los desalojos dio lugar a la diversificación de la oferta de piezas de alquiler, que adoptan el nombre de “inquilinatos” o de “hoteles-pensión”, según estuviesen afectadas a las leyes de regulación de alquileres o de hoteles. Los censos respondieron dándoles tratamiento distinto a las piezas, según su estatus legal y la cantidad de hogares o pensionistas alojados. El cuadro 2 sintetiza estas vicisitudes.

Por otro lado, la densificación y verticalización de algunos barrios populares informales tipo villa, particularmente en la CABA, añadió complejidad a la identificación de las viviendas particulares en los últimos años. El despliegue de lógicas mercantilizadoras informales de acceso al suelo y la vivienda trajo aparejada la proliferación del alquiler informal de piezas en viviendas particulares e inquilinatos (Rodriguez et al., 2018), generalmente ocultados por sus “dueños” durante el operativo censal. También se complejizó la estructura constructiva de las viviendas y se pueden encontrar “viviendas con más de un acceso a la calle, accesos a la calle que difícilmente pueden ser considerados separados, espacios comunes estrechos y ocultos, y límites difusos entre lo privado y lo común, (…) personas de un mismo núcleo familiar o dos o más núcleos familiares que residen en habitaciones contiguas con salida a la calle independiente, pero que comparten los gastos de alimentación” (Marcos, 2023).

Mención aparte merecen los conteos de viviendas en 2001 y 2010. El censo 2001 no empadronó a las viviendas, sino que se estimó su número en etapa de procesamiento, a partir del domicilio declarado por los hogares y del dato de uso compartido del baño (INDEC, 2004). Respecto al censo de 2010, en 2016 el INDEC denunció la detección de aproximadamente 400.000 personas “repetidas” en la base de microdatos censales (INDEC, 2016). Tiempo después Pablo De Grande documentó la existencia de viviendas y personas repetidas en la base de microdatos censales (De Grande, 2021b) y puso a disposición los datos (De Grande, 2021a). Las causas, metodología y consecuencias de estas duplicaciones continúan sin tener respuesta.

Cuadro 2:
Criterios de empadronamiento de las piezas de alquiler. Argentina, censos 1970-2022
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Fuente: elaboración propia en base a Mazzeo (1995); Torrado (1998, 2003); Di Virgilio et tal (2016), INDEC (2010c), INDEC (2023).

Con respecto a la definición operacional del hogar de los censos argentinos (cuadro 3), el INDEC ha adoptado el criterio de economía doméstica (housekeeping concept, alternativo al dwelling unit concept, en español, hogar-domicilio) (ONU, 2017) y define al hogar como el grupo de personas bajo un mismo techo que comparten gastos en alimentación (INDEC, 2010). Esta definición se ha utilizado en todos los censos estudiados, excepto en el de 19803, que definió al hogar como “la persona o conjunto de personas, parientes o no, que ocupan una misma vivienda” (INDEC, 1983). Como consecuencia, los hogares empadronados en otros censos como hogares secundarios sin vivienda independiente, en 1980 aparecen anidados al hogar principal, imprimiéndole a éste carácter extenso o compuesto y resultando en un número de hogares menor e incomparable (Torrado, 1985). Otra ruptura de importancia se produjo en el Censo 2022, cuando se pasó a un operativo de derecho y se implementó el autoempadronamiento optativo. Al momento, se desconoce el impacto de estos cambios. Las series de datos que se presentan en la segunda parte de los resultados de este artículo empiezan a echar algo de luz en este sentido. Estas redefiniciones del hogar responden a un proceso que Desrosières (1998) denomina "convenciones estadísticas", es decir, acuerdos institucionales que establecen qué se considera un hogar y quiénes lo conforman.

Cuadro 3:
Características seleccionadas de los censos de población. Argentina, 1970-2022
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Fuente: Elaboración personal en base a Torrado (1998) e INDEC (1983a,1992, 1996, 2010c, 2023).

Como balance de cara al estudio de las tendencias pasadas en el crecimiento de los hogares para generar condiciones para pensar su futuro, en primer lugar, los problemas para identificar las viviendas particulares de tipo pieza de alquiler redundan en la subestimación de hogares. Si en los censos de 1970, 1980 y, muy especialmente, 1991 el problema fueron complicaciones y variantes metodológicas en la ciudad formal, en los siguientes emergió el problema el mercado de alquiler informal de piezas oculto en las villas más densas. Todo ello tiene efectos difíciles de cuantificar localizados fundamentalmente en la CABA.

Por otro lado, los cambios en la definición de hogar producen el principal quiebre en el censo 1980, donde, como mínimo, se encuentra subestimada la cantidad de hogares, puesto que en no se empadronaron por separado lo que en otros censos son hogares secundarios sin vivienda (allegados a un hogar principal en una vivienda compartida). Como consecuencia, también se ve subestimada la tasa de jefatura, ya que en el numerador faltan los jefes de los hogares allegados; y se ve afectada la distribución por tipo de hogar, puesto que los hogares primarios y secundarios se clasifican como hogares únicos extensos.

Tanto las dificultades para censar a los hogares residentes en piezas como los problemas de comparabilidad del censo de 1980 afectan las series de datos de aquellos arreglos residenciales propios de la base de la estructura social. Finalmente, el pasaje hacia un censo de derecho y otros cambios metodológicos introducidos en 2022 puede haber afectado la enumeración de hogares, pero queda pendiente el abordaje de este problema hasta tanto haya resultados publicados sobre tipo, tamaño y edad de la persona de referencia de los hogares.

Identificación de personas de referencia

La identificación de la persona de referencia del hogar es fundamental para el análisis prospectivo de la dinámica de los hogares, puesto que las tasas de jefatura (proporción de personas que son persona de referencia de un hogar) son el indicador por excelencia de la propensión a formar hogar y requerir vivienda de la población (Myers, 1990). Además, en relación con esta persona principal se registran las relaciones de parentesco y se determina el tipo de hogar. En Argentina los censos han seguido la vieja recomendación internacional de que el jefe de hogar sea aquel reconocido como tal por los restantes miembros (ONU, 1980). Como en otros países de la región, a medida que transcurrieron las sucesivas rondas censales y a partir de avances del movimiento feminista, gradualmente se fue abandonando la denominación única de “Jefe de hogar” (1970 y 1980) para permitir “Jefe o Jefa” (1991, 2001 y 2010) y luego “jefa, jefe o persona de referencia” (2022) (Cuadro 3). Estas modificaciones intentaron eliminar los sesgos de género, pero no disiparon la opacidad del autorreconocimiento en el seno del hogar. En 2022 la nueva denominación “jefa, jefe o persona de referencia” no fue acompañada por cambios en la definición (INDEC, 2022b), pero en la campaña de comunicación el INDEC declaró que “cualquier persona mayor de 14 años puede ser la persona de referencia para establecer las relaciones de parentesco, y no tiene nada que ver con condiciones económicas (quién ganas más o quién gana menos), ni quién toma las decisiones” (La Nación, 2022). Además, se puede conjeturar que en este último censo la alternativa del auto-empadronmiento y el requerimiento de conocimientos informáticos para realizarlo pudo haber actuado como selector del respondiente y derivado en cambios en la designación de una persona como principal.

En suma, la opacidad en los criterios con que las personas determinan quien es la persona de referencia del hogar sumada a los cambios en las denominaciones, hace difícil poder medir cuánto de la evolución en los resultados de tasas de jefatura por sexo refleja cambios sociales o es producto de la transformación del diseño censal.

Rupturas y continuidades en los indicadores de base para proyectar los hogares

Una primera cuestión elemental por conocer del pasado para pensar en el futuro es cómo ha evolucionado la cantidad de hogares y su ritmo de crecimiento. Las cifras absolutas (Figura 1) dan la primera impresión de que el crecimiento de los hogares (6 millones en 1970 a 16 millones en 2022) ha ido acompañando al crecimiento de la población (23 millones en 1970 a 45,6 millones en 2022) sin sobresaltos. Este proceso fue simultáneo al paulatino descenso del tamaño de los hogares, que se redujo en 0,5 personas a lo largo del período, al pasar de 3,78 personas por hogar en 1970 a 2,86 en 2022, con una tenue alza en 1980. Sin embargo, las tasas de crecimiento anual (Figura 2) muestran el desacople entre el crecimiento relativo de la población, que tiende paulatinamente a la baja, y el de los hogares, que es más fluctuante.

El primer desacople ocurre entre 1980 y 1991, y se presume estrechamente relacionado con la adopción del criterio hogar-domicilio en 1980: el crecimiento de los hogares por encima del de la población entre 1980 y 1991 obedecería en buena medida a una cantidad de hogares de partida subestimada —porque no se empadronaron por separado los hogares sin vivienda— y a una abrupta recuperación al contabilizarse estos hogares en el censo siguiente. Por interpolación geométrica entre 1970 y 1991, se estiman en 293 mil los hogares sin vivienda no empadronados en 1980 y en 3,70 personas por hogar su tamaño medio4.

El segundo desacople ocurre entre 2001 y 2010, cuando los hogares crecen mucho más que la población. Estudios previos (Marcos y Módenes, 2021) adjudicaron este fenómeno a los efectos de la crisis de 2001, que produjeron la contracción de la formación de hogares —en particular entre los jóvenes, que encontraron dificultades económicas para emanciparse de su familia de origen—; y a la recuperación económica posterior, que generó condiciones para la mayor autonomía residencial. Se observa un repunte del crecimiento de la población, que habrá incidido en el de hogares, pero sería mucho mayor el efecto de la coyuntura sobre las tasas de jefatura. Ello se encuentra en línea con la literatura que señala que en etapas avanzadas de la transición demográfica, cuando el crecimiento de la población ya se ubica en niveles bajos, cobran mayor importancia relativa factores comportamentales menos previsibles, como las migraciones y las pautas de formación de hogar (Leiwen y O’Neill, 2004; Marcos et al., 2022).

Figura 1:
Cantidad de hogares particulares y población censada en ellos (millones) y tamaño de los hogares particulares. Argentina, 1970-202
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Fuente: elaboración personal con base en INDEC, 2022; Minnesota Population Center, 2020.

Figura 2:
Tasa de crecimiento de los hogares particulares y la población censada en ellos. Argentina, 1970-2022
../18537863154_gt2.png
Fuente: elaboración personal con base en INDEC, 2022; Minnesota Population Center, 2020.

El segundo indicador elemental cuyas tendencias es imprescindible estudiar para proyectar los hogares es la tasa de jefatura o principalidad. Según los datos censales (Figura 3), se asiste a un proceso de aumento de la propensión de la población a formar hogar y requerir vivienda: si bien la población crece a menor ritmo, vive más en solitario o forma hogares más chicos. La tendencia se observa entre las personas de 40 y más años, mientras que los más jóvenes estuvieron afectados por las vicisitudes coyunturales. Si bien el tamaño del gráfico dificulta visualizarlo, sus tasas en el año 2001 fueron bajas y por interpolación de la tendencia 1991-2010 se obtiene una inhibición de formación de hogares estimada en 246 mil en 2001.

Los grandes protagonistas del aumento de las tasas de jefatura son las personas de 65 y más años, cuya autonomía residencial se prolonga cada vez más a la vez que aumenta, para empezar a decaer con la vejez frágil cada vez más tarde (en 2010, después de los 80 años). El inicio de estos cambios se da en algún momento entre 1970 y 1991, pero no se puede determinar en qué década, debido a que las tasas de 1980 no incluyen a los jefes de hogares secundarios y subestiman la propensión a requerir vivienda de la población.

Figura 3:
Tasas de jefatura por edad y sexo. Argentina, 1970-2022
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Fuente: Elaboración personal con base en datos de Minnesota Population Center, 2020 y del INDEC. Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2022, procesado con Redatam 7.

Las tasas por sexo muestran el sostenido aumento de la propensión a encabezar un hogar de las mujeres, seguramente por el crecimiento de los tipos de hogar que las suelen tener en mayor medida como personas de referencia (monoparentales y unipersonales), pero también por el hecho de que se declaran en mayor medida jefas de hogares familiares completos (véanse hogares de parejas en la Figura 5). Este cambio pareciera cobrar mayor dinamismo a partir de la década de 1990, en coincidencia con el cambio de denominación de la persona de referencia en los censos (“jefe” a “jefe o jefa”). En 2022, cuando se consultó por la figura de “jefa, jefe o persona de referencia” y además se dio la posibilidad de auto-empadronarse, se profundiza la tendencia, al punto de que las mujeres de entre 15 y 29 años tienen tasas de jefatura más altas que los varones de la misma edad.

La dinámica descrita de aumento en las tasas de jefatura femeninas simultánea a cambios en la forma de capturar el dato no es exclusiva de Argentina. Trias-Prats y Esteve (2024) exploraron recientemente el fenómeno a nivel internacional, preguntándose si dicho incremento responde a una mayor prevalencia de tipos de hogar en los que las mujeres suelen asumir la jefatura en ausencia del varón (como los monoparentales tras una separación o los unipersonales tras la viudez) o si, por el contrario, refleja un cambio cultural que favorece la declaración de mujeres como jefas de hogar. Su estudio concluye que, aunque existen diferencias entre países, aproximadamente el 70% del aumento en la jefatura femenina se debe a un cambio normativo y cultural que tiende hacia una mayor simetría de género en la designación de la jefatura del hogar (Trias-Prats y Esteve, 2024). Desde los estudios críticos de la producción de estadísticas, Otero señala que esto no debe interpretarse como una sucesión de fotografías censales efímeras de un mundo social cambiante, sino que procesos constitutivos de la cadena estadística como la selección y definición de las categorías de análisis afectan la construcción del objeto mismo, en este caso, de la persona principal del hogar (Otero, 2004: 304-305).

Finalmente, para el abordaje prospectivo del crecimiento de los hogares es fundamental tener en cuenta cómo se transforma su estructura, puesto que ella moldea las necesidades específicas de los grupos domésticos. Este aspecto ha sido mucho más estudiado que los anteriores, aunque más en clave de transformaciones y determinantes, que de robustez de las series de datos.

La figura 4 muestra cómo ha ido cambiando el tamaño de los hogares argentinos y en qué medida contribuye a él el allegamiento de personas con distinto vínculo con la persona de referencia. Entre 1970 y 2022 el tamaño medio de los hogares se redujo en 0.92 personas. Aunque tanto los parientes como los no parientes contribuyeron a esta disminución, lo hicieron en momentos y formas diferentes. Las personas no emparentadas siempre tuvieron una contribución marginal, que fue decreciendo. En contraste, los parientes no nucleares han tenido un aporte más más irregular, con fluctuaciones influenciadas por cambios metodológicos (empadronamiento como parte de un mismo hogar en 1980) y por situaciones económicas, como las dificultades para la emancipación residencial de los jóvenes en 2001.

El aporte de los cónyuges disminuyó de forma muy leve y gradual, mientras que el de los hijos fue el más importante en términos absolutos (aportaron 0.48 personas menos entre 1970 y 2022), siendo más pronunciada la baja en los últimos dos censos. Esta disminución refleja principalmente la caída de la fecundidad, aunque también se presume que en 1980 muchos hijos de la persona principal que constituían un hogar secundario fueron censados como parte del hogar de sus padres. Estos cambios no son exclusivos de Argentina: en América Latina y el Caribe, el tamaño medio de los hogares ha disminuido en paralelo con la reducción de la fecundidad, aunque con variaciones entre subregiones (Becca et al., 2025). Tampoco se debe subestimar el impacto del envejecimiento en el tamaño de los hogares, ya que la prolongación de la vida tanto de las personas como de sus hogares altera el denominador del indicador de tamaño.

La distribución de los hogares por tipo (Figura 5) revela cambios bien documentados: el notable aumento de los hogares unipersonales, junto con la preponderancia sostenida de la vida en familia. Sin embargo, esta estabilidad ha venido acompañada de la transformación de la composición interna de las familias. Se observa una tendencia a la mayor nuclearización —aunque con la persistencia de las familias monoparentales extensas encabezadas fundamentalmente por mujeres—. También se destaca el aumento de las familias monoparentales y el incipiente avance de las mujeres como persona de referencia de las familias nucleares completas. En 2022, en consonancia con lo observado internacionalmente por Trias-Prats y Esteve (2024), las mujeres han aumentado su participación como jefas inclusive en los hogares de pareja sola y pareja completa, habiéndose declarado jefas por sobre su cónyuge (por lo general, varón) en una tercera parte de los casos.

En términos de efectos de las discontinuidades metodológicas en las tendencias del indicador, nuevamente el mayor problema es el censo de 1980 y su definición de hogar particular, que en este caso ocasionó la sobreestimación de los hogares compuestos y extensos, y la subestimación de los hogares no familiares y de familias nucleares. Los efectos de los cambios metodológicos implementados en 2022 aún no están del todo claros y requieren un análisis detallado para determinar su impacto real en la estructura de los hogares.

Figura 4:
Contribución de cada tipo de pariente al tamaño medio de los hogares. Argentina, 1970-2022
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Fuente: elaboración personal con base en datos de Minnesota Population Center, 2020 y del INDEC. Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2022, procesado con Redatam 7.

Figura 5:
Hogares por tipo y sexo del jefe. Argentina, 1970-2022
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Fuente: Elaboración personal con base en datos de Minnesota Population Center, 2020 y del INDEC. Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2022, procesado con Redatam 7.

4. Conclusiones

La literatura internacional se ha enfocado en revisar los métodos de proyección de (población y) hogares y en desarrollar alternativas más eficaces para las etapas postransicionales. En estas, el crecimiento de la población deja de ser protagonista como factor explicativo del crecimiento de los hogares y cobran relevancia otros factores menos previsibles, como las migraciones y las pautas residenciales relativas a la formación de hogar, las cuales son sensibles a las estrategias habitacionales adoptadas en contextos económicos adversos. Sin embargo, cualquier metodológica alternativa requiere de una base sólida de conocimiento histórico.

Este artículo mostró que las series de datos de hogares empadronados entre 1970 y 2022, así como las tasas de jefatura y la estructura de los hogares por tipo y tamaño, están influenciados por varios factores. Entre los cambios estructurales y graduales destacan la transformación de los comportamientos residenciales, es decir, quién se allega a quién para constituir una unidad doméstica u hogar, de acuerdo con las pautas culturales vigentes; el descenso de la fecundidad, que incide en el número de hijos en el hogar y su tamaño; y el aumento de la esperanza de vida, que extiende la duración de los hogares. En cuanto a los cambios puntuales, se observan las discontinuidades metodológicas, como la definición de hogar del censo de 1980; y el impacto de crisis económicas que limitan la independencia residencial, como se evidenció en los datos del censo de 2001.

Para un análisis prospectivo de la dinámica y la estructura de los hogares, es esencial minimizar y corregir las discontinuidades metodológicas. Por otro lado, los efectos de las crisis económicas y los cambios en los comportamientos residenciales y en la estructura de la población deben incorporarse en la construcción de escenarios futuros. Hasta ahora, las proyecciones de hogares en Argentina han sorteado las discontinuidades metodológicas excluyendo el censo 1980 en las exploraciones de las tendencias pasadas utilizadas como referencia. Sin embargo, esta estrategia no será viable con el censo 2022, que siendo el más reciente, resulta insoslayable. Sus datos sugieren una aceleración en ciertos procesos de cambio, aunque persiste la incertidumbre sobre el impacto del efecto de medición que pudieran tener cambios como el pasaje a censo de derecho, el auto empadronamiento en línea y la modificación en la pregunta por la persona de referencia del hogar. Además, las proyecciones han seguido un enfoque tendencial, sin contemplar el impacto de crisis como la actual, caracterizada por una alta inflación, la depreciación de los ingresos, el aumento de la brecha entre salarios y precios de la vivienda, y un mercado de alquiler cada vez más restringido y costoso.

En este trabajo se ha destacado que la medición censal de los hogares no solo enfrenta problemas de discontinuidad metodológica, sino que también está atravesada por factores institucionales y políticos que condicionan la producción y el uso de los datos (Porter, 1995; Otero, 2004). Como ha sido ampliamente documentado en la sociología de las estadísticas, los cambios en la categorización de hogares y personas de referencia no responden únicamente a ajustes técnicos, sino que reflejan transformaciones en la forma en que se concibe la estructura doméstica y su papel dentro de la sociedad.

En este marco, el artículo realiza tres contribuciones principales. 1) En el plano empírico, aporta las primeras series de datos 1970-2022 para analizar el crecimiento de los hogares en Argentina. 2) En el ámbito metodológico, revisa los cambios en la captación de la información censal y sus efectos, además de ofrecer un primer análisis sobre las decisiones metodológicas relevantes del censo 2022. 3) En términos prospectivos, enfatiza la necesidad de considerar los efectos de las crisis económicas y los cambios en los comportamientos residenciales en las proyecciones, ya que, en las etapas finales de la transición demográfica, la tasa de jefatura será un factor clave en el crecimiento de los hogares.

Agradecimientos

Este artículo es parte de la tesis de Maestría en Generación y Análisis de Información Estadística (Universidad Nacional de Tres de Febrero) de Matías Scialabba, aprobada en 2024 bajo la dirección de Mariana Marcos. Se inscribe en el Grupo de Estudios en Demografía, Territorio y Vivienda (DemoTeV) del Instituto Gino Germani de la Universidad de Buenos Aires y fue financiado por el proyecto PICT-2020-SERIEA-01446 de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica.

Los autores agradecen a Florencia Molinatti, Martín Moreno y Victoria Mazzeo, quienes evaluaron la mencionada tesis de maestría y aportaron valiosas reflexiones; y a los evaluadores anónimos por sus comentarios sobre la versión inicial del manuscrito.

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Notas

1 La vivienda es un recinto de alojamiento, pero también implica todo el conjunto de servicios proporcionados por la estructura urbana y conlleva la accesibilidad relativa a los beneficios sociales y económicos de otras unidades y actividades urbanas, es decir, a una serie de externalidades —acceso a servicios públicos, transporte, educación, cercanía a la fuente de trabajo, etcétera— en función de su ubicación en el espacio (Oszlak, 1983; Yujnovsky, 1984).
2 Si bien se considera que el Censo de 1960 inauguró la era de los censos modernos (Giusti, 2007), en el artículo se parte del Censo de 1970, que es el más antiguo del que se disponen microdatos. Por otro lado, el censo 1970 introdujo la realización del operativo censal en un solo día: el censo 1960, por ejemplo, se realizó el 30 de septiembre para la zona Centro y Norte del país, y el 4 de noviembre en la Patagonia.
3 Por fuera del universo temporal del artículo, en el censo de 1960 también se aplicó el criterio “dwelling unit” de residencia, pero incorporando como unidad de observación a la “familia”, en cuya identificación intervenía el criterio de consumo (Ariño et al., 1996).
4 El ejercicio no tiene en cuenta las eventuales fluctuaciones coyunturales de las tasas de jefatura. También se intentó realizar ejercicios de comparación y estimación con la Encuesta Permanente de Hogares de octubre de 1980, que utilizó la definición de hogar actual. Pero en el reservorio público de bases de datos del INDEC (https://www.indec.gob.ar/indec/web/Institucional-Indec-BasesDeDatos) sólo contiene datos de la CABA y los Partidos del Gran Buenos Aires en 1980 y hay datos de otros 19 aglomerados recién para 1983.


Recepción: 02 julio 2024

Aprobación: 11 febrero 2025

Publicación: 01 junio 2025



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