RELMECS, junio 2014, vol. 4, nº1, ISSN 1853-7863
Universidad Nacional de La Plata - Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación.
Centro Interdisciplinario de Metodología de las Ciencias Sociales.
Red Latinoamericana de Metodología de las Ciencias Sociales

Artículos/Articles

Narrativas y reflexividad: los efectos biográficos del enfoque biográfico

Martín Güelman * y Pablo Borda *

* Instituto de Investigaciones Gino Germani
(Argentina)
marguelman@gmail.com
pabloborda@sion.com

Cita sugerida: Güelman, M. & Borda, P. (2014) Narrativas y reflexividad: los efectos biográficos del enfoque biográfico. Revista Latinoamericana de Metodología de las Ciencias Sociales, 4(1). Recuperado de http://www.relmecs.fahce.unlp.edu.ar/article/view/relmecs_v04n01a03

Resumen
En el presente artículo reflexionamos acerca de las potencialidades y efectos biográficos del enfoque biográfico, y en particular de la técnica de relatos de vida. Para ello, nos valemos de las significaciones de jóvenes de barrios vulnerabilizados del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) que participaron -como entrevistados y co-autores de sus relatos biográficos- de una experiencia de investigación, en el marco de un proyecto UBACyT. En particular, recuperamos expresiones que refieren a la forma en que los jóvenes conciben (y vivencian) la situación de entrevista y los efectos biográficos que supone la experiencia de co-construcción y apropiación, por parte de los entrevistados, de sus relatos de vida. El análisis del corpus discursivo construido (entrevistas y relatos biográficos) nos permitió identificar tres efectos en la vida de los entrevistados que emergieron como consecuencia de su participación en una investigación que empleó el enfoque biográfico en su vertiente interpretativista: el efecto reflexivo, el efecto identitario y el efecto vincular.

Palabras clave: Enfoque biográfico; Jóvenes; Efectos biográficos; Relatos de vida.

Narratives and reflexivity: biographical effects of the biographical method

Abstract
In this article, we reflect about the potentialities and biographical effects of the biographical method and, in particular, life stories technique. For that purpose, we analyze expressions of young people from vulnerabilized neighbourhoods of the Metropolitan Area of Buenos Aires that took part –as interviewees and co-authors of their life stories- in a collective research experience financed by the University of Buenos Aires. Specifically, we present expressions that refer to the way they conceive (and experience) the interviews and the biographical effects related to the construction and appropriation of their life stories. The analysis of the corpus (interviews and life stories) allowed us to identify three effects in the interviewees´ life that emerged as a consequence of participating in a research experience that employed the interpretative biographical method: the reflexive effect, the identity effect and the relations effect.

Keywords: Biographical method; Young people; Biographical effects; Life stories.


1. Introducción

En el marco de la modernidad tardía (Giddens, 1995), las sociedades occidentales contemporáneas vienen experimentando profundas transformaciones que han exigido un cambio de mirada en las ciencias sociales. Pese a que las representaciones clásicas de lo social -según las cuales las condiciones estructurales forjan unilateral y acabadamente las trayectorias de los sujetos- aún detentan una importancia significativa, los últimos años se han caracterizado por la resignificación de una de las tradiciones fundantes de la sociología: el enfoque del individualismo metodológico.

A este respecto, Danilo Martuccelli elabora una propuesta cuyo objetivo es dar cuenta de las diversas formas en las que se forjan las existencias individuales. Las razones que fundamentan la emergencia de lo que define como sociología de la individuación (SI) radican en la necesidad que, según el autor, enfrenta la disciplina de emprender un cambio de rumbo, dado que, con excepción de “algunas posiciones extremas, en las cuales la programación de las etapas de la vida es siempre de rigor, la mayor parte de las trayectorias tienden a individualizarse” (Martuccelli, 2007a: 111).

La SI abre la posibilidad de percibir la gran diversidad de situaciones y contextos que existen detrás de una aparente similitud estructural de posiciones. De esta forma, la SI -sin perder de vista que en nuestras sociedades los recursos se encuentran diferencialmente distribuidos- restituye, en su enfoque analítico, la capacidad de agencia a los sujetos, la iniciativa que los convierte en actores sociales y no en mero resultado de determinaciones macroestructurales (Giddens, 1982; Rustin, 2000).

Entre las razones que explican el surgimiento de la SI, la crisis de la noción de personaje social ha de señalarse como un factor de primer orden. Martuccelli (2007a) considera que en la modernidad tardía, el modelo analítico basado en este constructo teórico, según el cual la posición social del actor se erige como principal factor explicativo de sus conductas y experiencias, ha perdido buena parte de su pertinencia.

La individualidad contemporánea, frente a este contexto de singularización creciente de las trayectorias personales, evidencia una búsqueda de autenticidad e iniciativa personal. Al experimentar procesos de crisis y cuestionamientos, el trabajo de socialización de las instituciones se está desplazando, en gran medida, hacia la acción de los propios actores sociales; éstos deben hacer hoy buena parte de lo que antes las instituciones hacían por ellos. El relajamiento de los marcos colectivos estructurantes obliga a los individuos a configurar sus propias soluciones biográficas frente a las contradicciones socioestructurales o sistémicas (Giddens 1995; Dubet y Martuccelli, 2000; Beck y Beck-Gernsheim, 2003).

Las sociedades tardomodernas se asocian a una cultura del riesgo y el pluralismo que, bajo un clima de incertidumbre existencial, generan angustias inespecíficas, que inciden profundamente sobre la identidad personal. Las normas sociales ya no se hallan tan fuertemente fundadas en la culpabilidad y la disciplina, sino que cada vez más se encuentran ancladas en la responsabilidad individual y en el imperativo de la iniciativa personal (Ehrenberg, 2000).

Para Anthony Giddens (1995) la reflexividad es la característica distintiva de la modernidad tardía. La reflexividad refiere al hecho de que la gran mayoría de los aspectos de la actividad social y de las relaciones materiales con la naturaleza están sometidos a una revisión permanente debido a la aparición constante de nuevas informaciones y/o conocimientos. Así, “la reflexividad de la modernidad no actúa en condiciones de certezas progresivas sino de duda metódica” (Giddens, 1995:109).

Hablar de la existencia de una multiplicidad de elecciones no implica que todas ellas estén disponibles para todos los individuos o que éstos decidan siempre entre las distintas opciones con pleno conocimiento del abanico de alternativas (Giddens, 1995).

En referencia al desafío que el contexto sociocultural contemporáneo presenta al análisis sociológico, Giddens (1995) sostiene que si no logramos comprender que todos los agentes humanos se encuentran en una posición de apropiación respecto del mundo social, que constituyen y reconstituyen por medio de sus acciones, difícilmente lograremos captar empíricamente la naturaleza de la capacidad humana, es decir, la potestad de los individuos de alterar el mundo material y transformar las condiciones de sus propias acciones.

En reemplazo de la categoría de personaje social, en virtud de la mayor asiduidad con que las ciencias sociales se inclinan hacia la voz y testimonio de los sujetos, la noción de actor social se robustece y recupera la densidad que había perdido (Arfuch, 2002).

A la luz de la situación reseñada, el enfoque biográfico (EB)1 en general y la técnica de relatos de vida en particular se constituyen como herramientas privilegiadas que, enmarcadas fundamentalmente en el paradigma cualitativo, procuran vincular la experiencia única que enfrentan los individuos y el contexto sociocultural en que se hallan inmersos (Kornblit, 2010).

Desde los primeros años del siglo XX, las ciencias sociales han recurrido a los relatos de vida no solo interesadas por la información que estos pueden brindar en sí mismos sino buscando expresar, a través de los relatos, problemáticas y temas de la sociedad (Ferrarotti, 1981; Fariña, 2011).

Tal como lo concibe Ruth Sautu (1999), el método biográfico (MB) no debe perseguir la recolección anecdótica de experiencias de los sujetos bajo estudio, sino la reconstrucción de la trama social a partir de dichas experiencias. Se procura trascender lo particular para evitar caer en una recopilación de historias individuales cuyo carácter sociológico resulte menos perceptible que su valor literario o periodístico. Los relatos biográficos, en tanto testimonios de la experiencia vivida, pueden ser puestos al servicio de la investigación sociológica dado que, como afirma Alfred Schütz (citado en Bertaux, 2005: 48), “toda experiencia de vida comporta una dimensión social”.

La noción de relato biográfico halla sus orígenes en las postrimerías de la década de 1980 en Francia. Su surgimiento responde a la necesidad de diferenciar la historia vivida por una persona -la cual resulta a todas luces inaprensible- y el relato que sobre ciertas dimensiones y acontecimientos de dicha historia realice el sujeto (Gullestad, 1994).

En el presente artículo reflexionamos acerca de las potencialidades y efectos biográficos del EB, y en particular de la técnica de relatos de vida. Para ello, nos valemos de las significaciones de jóvenes de barrios vulnerabilizados del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) que participaron -como entrevistados y co-autores de sus relatos biográficos- de una experiencia de investigación, en el marco de un proyecto UBACyT.2 En particular, recuperamos expresiones que refieren a la forma en que los jóvenes conciben (y vivencian) la situación de entrevista y los efectos biográficos que supone la experiencia de co-construcción y apropiación, por parte de los entrevistados, de sus propios relatos de vida.

El proyecto tuvo por objetivo general analizar las condiciones sociales, los soportes y las reflexividades que participan en los procesos de individuación de jóvenes de 18 a 26 años en distintos contextos urbanos de la zona sur del AMBA, haciendo hincapié en las vinculaciones entre sus espacios de sociabilidad, sus consumos/usos de drogas y las violencias percibidas y/o vividas por ellos en sus experiencias biográficas.

2. La pertinencia de las narrativas en el pensamiento sociológico contemporáneo

Al abordar una reflexión relacionada con la construcción de conocimiento sociológico en el contexto sociohistórico de la modernidad tardía y, en particular, asumiendo que partimos del supuesto teórico-epistemológico de la existencia de una singularización creciente de las trayectorias personales en las sociedades occidentales contemporáneas, es necesario que nos remitamos a la noción de identidad.

Este desafío nos plantea una serie de interrogantes que articulan nuestra reflexión sobre la práctica de investigación: ¿qué efectos tienen los procesos de individuación contemporáneos en la construcción identitaria de los individuos?, ¿resulta conveniente, en la actualidad, realizar un análisis sociológico de la construcción identitaria y los horizontes de sentido que ésta despliega en base a la categoría de personaje social?, ¿cuál es la relación entre la capacidad de agencia de los individuos y el peso estructural que las instituciones modeladoras de subjetividad ejercen sobre los mismos?, ¿se encuentra la identidad expuesta a cambios y cuestionamientos debido al devenir existencial contemporáneo?

El planteamiento de estos interrogantes en adición al argumento reseñado en la introducción, según el cual las transformaciones contemporáneas han obligado a la sociología a emprender un cambio de rumbo en su mirada, nos permiten afirmar que las narrativas, los relatos de vida y el EB revisten en la actualidad una pertinencia de primer orden en virtud de las potencialidades heurísticas que ofrecen a la disciplina.

El paradigma epistemológico que guía nuestra reflexión se relaciona con ciertos aportes de la filosofía existencialista de Jean Paul Sartre (1989). Para Sartre, no existe algo que pueda denominarse “naturaleza humana”. En otros términos, el hombre no tendría una esencia o naturaleza innata, sino que es lo que él mismo construye para sí. El existencialismo sartreano propone que solo hay realidad en la acción y que el hombre existe en la medida en que se realiza, siendo, él mismo, el conjunto de sus actos.

En oposición a las filosofías de René Descartes y de Immanuel Kant, Sartre nos dirá que en el “yo pienso” nos captamos a nosotros mismos frente al otro y el otro nos resulta tan real como nosotros mismos, siendo indispensable para nuestra existencia (Sartre, 1989). Postulando que el destino de cada uno de nosotros está en nuestras manos, Sartre nos predispone a la acción, es decir, a realizar nuestro propio proyecto. De este modo, busca desestimar las ideas de esencia natural y determinismo.

No obstante, el filósofo francés no deja de reconocer la existencia de aquello que en sociología denominaríamos condicionamiento estructural, ya que sostiene que, si bien es imposible encontrar en cada hombre una “esencia universal” que constituya la naturaleza humana, existe, sin embargo, una universalidad humana de condición (Sartre, 1989). Por condición entiende el conjunto de límites que, a priori, bosquejan la situación fundamental del hombre en el universo, límites que tienen una faz objetiva y una faz subjetiva. Son objetivos porque se encuentran en todo y son en todo reconocibles. La faz subjetiva reside en que son vividos personalmente y no son nada si el hombre no los vive como tales. En este sentido podríamos afirmar que hay una universalidad del hombre (entendida como universalidad humana de condición), pero la misma no está dada a priori, ya que está perpetuamente construida; se construye eligiendo (Sartre, 1989). En clave sociológica podríamos interpretar esta capacidad de transformar las condiciones de la propia acción como la articulación recíproca entre estructura y agencia. Esta articulación es elaborada por Giddens (2011) en su teoría de la estructuración, la cual refiere al carácter dual de la estructura social: tanto condicionante como habilitante.

Concebir a la producción de la identidad como algo histórico y social, y no como algo esencial, implica desnaturalizar la lógica moderna del sujeto autocentrado, al tiempo que nos permite reconocer la existencia de diversas multiplicidades en lo que a producciones de subjetividad respecta (Fernández, 2007).

Habiendo arribado a este punto, es menester dar cuenta de distintas concepciones sobre el sujeto que han sido elaboradas desde el pensamiento filosófico y desde las ciencias sociales, dado que las mismas inciden en las estrategias de investigación social.

El sujeto concebido por la tradición racionalista encuentra su figura arquetípica en la obra de Descartes, cuyo cogito, ergo sum supone la comprensión individual de la subjetividad que da origen a una noción universalista del sujeto concebido, esencialmente, como un sujeto cognitivo con una conciencia clara de sí mismo. Desde esta concepción la idea de identidad se asocia a una esencia humana inalterable en el tiempo, representando un continuo en relación al sujeto (Vila, 2002; Hall, 2011).

Las ciencias sociales, desde tradiciones teóricas como el interaccionismo simbólico o el estructural-funcionalismo, desarrollaron una concepción de sujeto que comprende a la identidad como el resultado de la interacción social. Desde estos enfoques, esa “esencia interior” postulada por el racionalismo no sería ni autónoma ni autosuficiente, sino construida en relación con los otros, siendo relevante el cumplimiento de diferentes roles sociales (Vila, 2002).

Desde la perspectiva de los estudios culturales, Stuart Hall (2011) problematiza las ideas de sujeto hasta aquí reseñadas, planteando el concepto de identidad bajo borradura. Para el autor, la identidad en la actualidad no sería algo fijo ni permanente en esencia sino un proceso en continua construcción, formación, transformación o fragmentación que da origen a la multiplicidad. Esta conceptualización de la identidad se basa en una idea de sujeto descentrado y escindido. La identidad ya no se presenta de forma homogénea, sino que resulta posicional y estratégica. La unidad del “yo” tendría cierto carácter ficcional, producto de una narrativa identitaria que le otorgaría una coherencia narrativa (Ricoeur, 1986 y 1996). Si bien se presenta descentrada, fragmentada y en continuo proceso de formación, los sujetos viven su identidad como un todo unificado y van construyendo la misma por medio de la narración de tramas argumentales que hacen inteligible, para sí y para los otros, su existencia, realizando un trabajo activo sobre sus recuerdos a través de la memoria-acción3 (Ricoeur, 1986; 1996 y 2004).

Paul Ricoeur (1996) nos propone deslindarnos de la ilusión sustancialista de un sujeto “idéntico a sí mismo” al concebir la identidad como una categoría de la práctica narrativa.

La identidad no sería entonces un conjunto de cualidades predeterminadas sino más bien una construcción nunca acabada, abierta a la temporalidad y la contingencia, una posicionalidad relacional solo temporalmente fijada en el juego de las diferencias y en el proyecto reflexivo del sí mismo (Hall, 2011; Giddens, 1995). No habría entonces identidad, tanto individual como colectiva, por fuera de la representación, es decir, externa a la narrativización -necesariamente ficcional- del sí mismo. Esta dimensión narrativa de la identidad nos muestra que la misma se construye desde la interdiscursividad social (Arfuch, 2002).

La pérdida de certezas, la difuminación de verdades y valores unívocos, características distintivas de las sociedades contemporáneas, conjuntamente con la percepción de un decisivo descentramiento del sujeto y las resignificaciones en torno a los conceptos de identidad y subjetividad aportaron una revalorización de los “pequeños relatos”, permitiendo que la apuesta teórica por las narrativas pueda ser interpretada como una democratización de los saberes, otorgando, al mismo tiempo, una nueva jerarquía al ámbito de la subjetividad (Arfuch, 2002).

Al remitirnos al carácter relevante de las narrativas resulta necesario destacar que el lenguaje, desde su carácter performativo, viene a dar forma al mundo desplegando una relación dialéctica entre los participantes de la comunicación (incluso en la situación de entrevista, a la cual concebimos como un acontecimiento biográfico en sí mismo). El hombre no dispone de ningún otro medio de vivir el “ahora” y de actualizarlo en su sentido más que desde su discurso en el mundo. La enunciación hace presente nuestra propia existencia, la cual se resignifica en cada producción de discurso, estableciéndose así un tiempo biográfico o calendario discreto constitutivo del ser, un tiempo de pliegues, superposiciones y rupturas (Leclerc-Olive, 2009; Benveniste, 1980).

La enunciación reviste siempre un carácter intersubjetivo y social. La noción de polifonía como concepto estructurante del lenguaje mismo entraña la idea de que en la voz de quien habla se hacen presentes las voces de los otros. La palabra ajena muestra que el lenguaje nos precede y nos configura. En la voz de nuestros enunciados resuenan los ecos de las voces de los otros, pero éstas no son solo voces, son sentidos del mundo, valores éticos (Bajtín, 1992 y 1999).

Nuestra propuesta epistemológica consiste en analizar las narrativas y las trayectorias personales como un proceso dinámico, dialógico e intersubjetivo, situado en un aquí y ahora, teniendo en cuenta las múltiples producciones de subjetividad al interior de los relatos biográficos. Desde estas concepciones, entendemos que el EB posibilita una construcción colectiva y dialógica del conocimiento. La situación de entrevista resulta, de este modo, un terreno fértil para la coproducción de un saber basado en la interpretación de las narrativas existenciales.

3. Estrategia metodológica

Frente a la imposibilidad de aproximarse a la experiencia subjetiva en un único encuentro, optamos por la realización de una serie de entrevistas semiestructuradas (entre 4 y 6 dependiendo de la cobertura de los ejes temáticos que se alcanzara con cada entrevistado en los sucesivos encuentros) a los fines de construir el relato biográfico, conjuntamente con los jóvenes entrevistados.

El relato que se obtiene como resultado de los sucesivas entrevistas surge en (y de) el encuentro con el otro, es un producto contingente de dicho encuentro, fuertemente condicionado por la relación que se establezca entre el investigador y el entrevistado, por el lugar en que tienen lugar las reuniones, por las características personales del entrevistador, etc.

Pese a que habitualmente son utilizados como sinónimos, cabe diferenciar, siguiendo a Norman Denzin (1970) y Daniel Bertaux (1998) los conceptos de relato de vida (life story) y de historia de vida (life history). La noción de relato de vida refiere a la historia de una vida tal como la cuenta la persona que la ha vivido. Por otra parte, el término historia de vida da cuenta de los estudios de caso de una persona determinada, incluyendo no solo su propio relato de vida, sino también otro tipo de documentos como: historias clínicas, expedientes judiciales, testimonios de familiares y allegados, etc.

En virtud de nuestra opción por la vertiente interpretativista4 del EB hemos optado por la técnica de relatos de vida, procurando recabar los giros de la existencia en las sucesivas entrevistas para luego sistematizarlos siguiendo el ordenamiento empleado por los propios jóvenes. Para ello, adoptamos dos estrategias metodológicas sugeridas por Michèle Leclerc-Olive (2009).

En primer lugar, intentamos rastrear los acontecimientos significativos en la vida de los entrevistados mediante una pregunta que a modo de disparador sugería: “Si tuvieras que elegir los principales momentos o hechos que provocaron cambios muy importantes en tu vida, ¿cuáles serían?”. Asimismo, para lograr una aproximación a la experiencia subjetiva de los entrevistados, les solicitamos que llevaran a los encuentros fotografías u otros objetos personales. La utilización de los mismos influyó positivamente en la situación de entrevista aumentando la empatía y el rapport entre entrevistador y entrevistado, en tanto posibilitó que el primero pudiera formarse una idea más acabada de la situación cultural, social y familiar de los entrevistados. Para el entrevistado, las fotografías y objetos personales que llevaron a las entrevistas favorecieron la evocación de acontecimientos significativos.

La segunda estrategia metodológica adoptada tuvo lugar luego de la identificación de estos acontecimientos. Hacia el tercer encuentro pedimos a los jóvenes que organizaran y sistematizaran los acontecimientos del modo que desearan y luego explicaran el criterio con el que habían realizado el ordenamiento. Esta decisión metodológica permitió visualizar diversas lógicas de ordenamiento, no siempre regidas por criterios meramente cronológicos, lo que evidenció la existencia de un tiempo biográfico en un contexto narrativo.

La justificación teórico-metodológica de la identificación y posterior “puesta en papel” de las acontecimientos significativos reside en el hecho de que ellos “constituyen el armazón narrativo de los relatos” (Leclerc-Olive, 2009: 4). Los acontecimientos permiten identificar los momentos de bifurcación o de cambios importantes en la manera de vivir y de relatar la vida de los sujetos.

El proceso de construcción del relato se fue consensuando a lo largo de las entrevistas. Luego de cada encuentro, el investigador devolvió al entrevistado la transcripción de la última entrevista de modo que este último pudiera introducir las modificaciones que considerara pertinentes. A partir de este trabajo, el investigador editó un primer borrador del relato desde (y con) las propias palabras del entrevistado. Este escrito, redactado en primera persona del singular, constituyó un punto inicial para el trabajo de relatoría consensuado. Posteriormente, el investigador le propuso al entrevistado que realizara todos los cambios que deseara en el mismo e interviniera en su redacción. El analista resultó “solamente el inductor de la narración, su transcriptor y, también, el encargado de ‘retocar’ el texto (...) para ordenar la información del relato obtenido en las diferentes sesiones de entrevista” (Pujadas Muñóz, 1992: 48).

Siguiendo a Leclerc-Olive (2009), sostenemos que en el transcurso de los encuentros no es posible hablar más que de un esbozo de relato.

Los avatares de la situación dialógica -las preguntas del investigador pero también la multiplicidad de los encuentros- y el trabajo de reelaboración parcial que se realiza, hacen de estas entrevistas transcriptas “borradores” de un relato escrito pendiente (7).

Este relato fue entregado a los entrevistados durante el último encuentro. Como producto del trabajo se obtuvo un texto que sintetizó los acontecimientos más importantes de la vida del entrevistado y constituyó un objeto de valor, no solo para el análisis sino también, para los jóvenes que participaron de la experiencia de investigación. Coincidimos con Claude Dubar (2002) quien sostiene que los relatos de vida no son solo materiales para el investigador, sino que también representan producciones de sujetos que se construyen diciéndose.

4. Los efectos biográficos del enfoque biográfico

Con el término efecto biográfico hacemos referencia a las vivencias experimentadas por los entrevistados que participaron en una investigación que empleó el EB en su vertiente interpretativista.

Plantear la existencia de un efecto biográfico del EB es posible a partir de un ejercicio reflexivo que realizamos como investigadores intentando articular los aspectos teóricos, las premisas epistemológicas y las decisiones metodológicas que guiaron la experiencia de investigación que llevamos a cabo. La situación de entrevista y, en un sentido más amplio, la práctica de investigación, es concebida por nosotros como un acontecimiento biográfico en sí mismo.

El ejercicio de coproducción de los relatos de vida habilitó la emergencia de nuevas significaciones sobre los sucesos vividos por los entrevistados, las cuales fueron desplegadas desde un aquí y un ahora, es decir, desde la siempre contingente situación de entrevista. Pero al mismo tiempo, ese ejercicio reflexivo por parte de los entrevistados, desde su práctica narrativa y bajo un contexto de diálogo constante con su entrevistador, promovió que los jóvenes se implicaran en el trabajo de campo, lo que generó un verdadero compromiso en la construcción de los relatos biográficos que afectó positivamente la producción de conocimiento.

Nuestra participación en esta particular experiencia nos permitió identificar y reflexionar, a lo largo de los sucesivos encuentros con nuestros entrevistados, sobre una serie de vivencias que estos experimentaron debido a su actitud activa durante el proceso de investigación. La práctica de la que estaban formando parte se permeó en el desarrollo de su vida cotidiana. En algunos casos, la activa participación en el proceso de rememoración y narración de su propia vida incidió sobre sus vínculos relacionales, como también sobre su devenir identitario. Son precisamente estas consecuencias las que hemos dado en denominar efectos biográficos del EB.

Sin pretensión de exhaustividad debido al carácter preliminar del análisis, hemos identificado tres efectos biográficos: el efecto reflexivo, el efecto identitario y el efecto vincular. Por encontrarse estrechamente relacionados, presentaremos los dos primeros en forma conjunta y luego nos dedicaremos a la descripción del efecto vincular.

4.1 Efecto reflexivo y efecto identitario

El fragmento de entrevista que presentamos a continuación resulta ilustrativo de los efectos reflexivo e identitario.

Durante el quinto encuentro, uno de los entrevistadores del equipo de investigación lee a su entrevistado5 el relato de vida que construyeron en forma conjunta. Al finalizar la lectura se produce el siguiente diálogo entre ambos:

José Luis (JL)6: Qué grande, viejo. Lo armaste muy bien. Espectacular. Muy bueno, muy bueno. Todo lo que hiciste (...) cuando lo leés, entendés bien lo que le está pasando a uno. Estuvo muy bueno.

Entrevistador 1: ¿Está todo?

JL: Está todo, está todo. Está como se habló.

E1: Sí, son tus propias palabras, yo no puse nada mío. Fui tomando todas tus propias palabras y las fui... [editando].

JL: Claro, por eso mismo te estoy diciendo que lo pusiste bien en cada lugar, cada cosa, para que tenga sentido, y la verdad que está espectacular.

Recuperando lo expuesto en el apartado epistemológico, la identidad tal como la entiende Ricoeur (1986 y 1996) no remite a una sustancia sino más bien a una categoría de la práctica y, más específicamente, de la práctica narrativa.

Para Michael Bamberg (2011) la esfera privada de la elaboración de un sentido de lo que somos se inspira en las conversaciones y diálogos que desplegamos en nuestras interacciones de la vida cotidiana. La identidad sería así capaz de ser transformada, adaptándose a los desafíos que presentan las crecientes multiplicidades culturales en entornos cada vez más globalizados (Giddens, 1995).

Siguiendo estas premisas, podemos considerar que los sucesivos encuentros que los entrevistados sostuvieron con los entrevistadores en el marco de la experiencia de investigación pasaron a formar parte del conjunto de prácticas e interacciones de su vida cotidiana. Ello nos habilita para concebir a estos encuentros como un espacio biográfico que promovió la capacidad reflexiva y narrativa de los entrevistados (Arfuch, 2002).

Nótese que José Luis, haciendo referencia al contenido de su relato de vida, confirma que el mismo reúne la totalidad de lo hablado entre él y el entrevistador, no se refiere a todo lo dicho por él, sino a todo lo hablado, lo cual nos remite a la dimensión dialógica de la situación de entrevista.

Siguiendo las propuestas de Mijaíl Bajtín (1992 y 1999) podríamos decir que la experiencia de la narración de la propia vida como ejercicio íntimamente relacionado con el proceso continuo de conformación identitaria, es eminentemente social y dialógica (Arfuch, 2002).

Desde el concepto de identidad narrativa de Ricoeur (1986 y 1996), se considera que el descentramiento y la diferencia se configuran como una marca de inscripción del sujeto en el decurso narrativo; la propuesta del autor se basa en la sustitución de un “mismo” (idem) por un “sí mismo” (ipse). Idem e ipse se distinguen por ser la primera una conceptualización de la identidad como sustancia o forma y la segunda una concepción narrativa de la identidad, es decir, sujeta al juego reflexivo, al devenir existencial abierto al cambio y la mutabilidad, pero sin perder de vista la cohesión que el individuo percibe en su vida (Arfuch, 2002). Estas concepciones permiten identificar el establecimiento de una base dialógica con relación a la institución de la persona, entendiendo como fundamento de la subjetividad el ejercicio mismo de la práctica discursiva, permitiéndonos considerar el devenir de la identidad como un trayecto siempre abierto a la diferencia, como identidades bajo borradura, en donde se experimenta una resignificación constante de las instancias del autorreconocimiento e identificación (Arfuch, 2002; Bamberg, 2011; Hall, 2011).

Siguiendo nuestras premisas metodológicas, en la co-construcción del relato de vida el investigador no solo respetó el uso de las palabras del entrevistado, sino también la lógica de ordenamiento de sus acontecimientos significativos. Ello nos permite ver el reconocimiento que José Luis manifiesta con respecto al sentido del relato narrado: “lo pusiste bien en cada lugar, cada cosa, para que tenga sentido”.

Nuestra forma de concebir y emplear el EB nos impulsa a entender que lo que está en juego en nuestra práctica de investigación no es una política de la sospecha sobre la veracidad o la autenticidad de la voz de nuestros entrevistados, sino más bien la aceptación del descentramiento constitutivo del sujeto enunciador, es decir, su anclaje siempre provisorio, su cualidad de ser hablado y de hablar a su vez en otras voces, el despliegue de una práctica narrativa que se plasma en un trabajo dialógico cuya otra voz protagónica es, en este caso, la del entrevistador (Arfuch, 2002; Hall, 2011; Bajtín, 1982 y 1992; Ricoeur, 1996).

Es posible afirmar, siguiendo a Arfuch (2002) que, en las narraciones de los entrevistados, el retrato de su yo aparece como una posición enunciativa dialógica en constante despliegue hacia la otredad del sí mismo. En otros términos, no habría una sola y única historia del sujeto, de carácter esencial, originaria o más “verdadera”, sino una práctica discursiva, situada en una relación dialógica, una identidad narrativa que se va conformando por medio de la producción de una trama argumental que otorga sentido a la existencia.

Esta multiplicidad de relatos, susceptibles de enunciaciones diferentes en diversos registros -conversaciones, relatos de vida, entrevistas- dio lugar a la construcción de un conjunto de narraciones que los entrevistados fueron reconociendo como propias, aunque solo definibles en términos relacionales (Arfuch, 2002; Ricoeur, 1996; Bamberg, 2011). Ello nos permite comenzar a hablar de un efecto identitario del EB.

Pero el diálogo entre José Luis y su entrevistador continúa y nos habilita para identificar la emergencia de la reflexividad en el acto de rememoración de sucesos del pasado, en donde la narración, la temporalidad y la resignificación identitaria comienzan a ser cada vez más visibles en el contexto dialógico de la entrevista biográfica.

E1: [Luego de leerle al entrevistado el relato co-construido] (...) me gustaría preguntarte... José Luis, ¿qué es lo que sentiste al escuchar tu propia historia contada en tus propias palabras?

JL: Y no sé, es algo... ¿cómo se llama? Es como que estás escuchando tu propia historia y empezás a darte cuenta lo que pasaste. Que pasaste todo, una por una, etapa por etapa, y lo escuchás en un solo momento, en una hoja, dicho por otro, o sino vos mismo cuando ves: “¡mirá lo que pasé!”. Después te das cuenta, cuando estás en el presente: “¡mirá lo que pasé en el pasado!”, ¿viste? Y por un lado se siente tristeza, por otro lado se siente como... el principio era medio duro, pero después me agarra la emoción de a veces querer llorar por lo que pasé, pero después te... va cambiando de a poco, va cambiando de a poco, y es como que el ritmo de vida va cambiando y... es algo increíble la vida, la verdad que no se puede explicar bien, pero no sé, la verdad que... Muy bueno estaba, muy bueno [el relato de vida].

En este fragmento puede vislumbrarse la cuestión temporal, la existencia de un pasado y un presente, pero también la constitución de un tiempo biográfico en sí mismo. Las palabras del entrevistado dejan entrever cómo esa rememoración del pasado, desde el presente, habilita una resignificación de lo vivido, pasando por diferentes estados emocionales, desde el deseo de llorar hasta la noción del carácter cambiante de la existencia. Las palabras de José Luis muestran el devenir de la misma existencia, en donde el acto de rememoración despliega el ejercicio de la reflexividad sobre las propias experiencias de vida. Vemos aquí el efecto reflexivo del EB, en tanto el contexto relacional y dialógico de la situación de entrevista biográfica promovió para el entrevistado el ejercicio reflexivo contenido dentro de la práctica narrativa.

En lo que respecta a la cuestión de la temporalidad en el EB, nos parece conveniente desprendernos de la clásica concepción lineal del tiempo. Siguiendo a Émile Benveniste (1980) consideramos que la temporalidad también es producida en y por la enunciación. De la enunciación procede la instauración de la categoría del presente y del presente surge la categoría de tiempo. Para el autor el presente sería propiamente la “fuente del tiempo”. Como aclarábamos más arriba, el hombre no dispone de ningún otro medio de vivir el “ahora” y de hacerlo actual más que por medio de su discurso en el mundo, la enunciación hace presente nuestra propia existencia en el mundo, la cual se renueva con cada producción de discurso (Benveniste, 1980).

Ricoeur (2004) nos plantea dos formas de ejercer el acto de recuerdo. Una de ellas es la repetición, la cual consiste en un modo de hacer memoria que resulta ser un mero resguardo del pasado con pretensiones de suprimir cualquier distancia con el mismo. La otra forma de recordar es la rememoración, trabajo activo de los sujetos para construir los recuerdos que implica una elaboración del pasado que lo habilita para que actúe en el presente mismo del acto de rememoración. La rememoración se relaciona con lo que Ricoeur (2004) denomina memoria-acción, es decir, la acción de recuerdo ejercida por las personas en donde éste aparece como el objeto buscado, encontrado y construido por medio de una indagación activa del sujeto. Para Leclerc-OIive (2009) son los acontecimientos biográficos, verdaderos giros de la existencia, los que constituyen un calendario discreto o tiempo biográfico. Los acontecimientos biográficos pertenecen al orden del ser, ya que son constitutivos de los individuos.

Como afirmábamos anteriormente, el tiempo biográfico es a la vez una vuelta atrás y una proyección en el porvenir, un tiempo de pliegues, superposiciones y rupturas. Los individuos, por medio de sus narraciones autobiográficas, significan desde el presente su pasado, logrando así proyectarse hacia el futuro. Por ello, la instancia de la entrevista es en sí misma un acontecimiento biográfico, ya que permite la narración (enunciación) de los eventos biográficos significativos de una vida.

Como venimos desarrollando, los sucesivos encuentros entre entrevistado y entrevistador -en el contexto de una investigación que priorizó el trabajo activo de los entrevistados en la corrección de las transcripciones de cada encuentro, como también en la coproducción de los relatos de vida- fueron permitiendo la conformación de un espacio para la reflexión personal, es decir un ámbito propicio para la rememoración (Ricoeur, 2004). Fue la existencia de este espacio la que hizo emerger el efecto reflexivo del EB.

Nos hemos interesado en reflexionar sobre la forma en que nuestros entrevistados usaron el relato de pequeños fragmentos significativos de su historia para construir un sentido de lo que son en medio del compromiso interactivo que significó cada entrevista (Bamberg, 2011).

Esta forma de trabajar con el EB y, más precisamente, con la técnica de relatos de vida, promovió una experiencia investigativa que dirigió su mirada hacia la orientación de la acción, entendiendo a la construcción del yo y la identidad como necesariamente dialógica, reflexiva, relacional y narrativa, modelada y remodelada en medio de la interacción social (Bajtín, 1982 y 1992; Arfuch, 2002; Bamberg, 2011).

Los dos efectos biográficos desarrollados pueden sintetizarse sosteniendo que la participación activa de los entrevistados en el proceso de investigación generó para ellos un ámbito favorable para el ejercicio de la reflexividad y la construcción identitaria.

4.2 Efecto vincular

Con el nombre efecto vincular designamos las transformaciones y resignificaciones en los vínculos relacionales que la experiencia de investigación, enmarcada en el EB interpretativista, introduce en los individuos que participaron de la misma en calidad de entrevistados.

Tal como detallábamos, en la investigación que llevamos a cabo realizamos una serie de entrevistas a cada uno de los jóvenes que formó parte de la muestra a los fines de escribir conjuntamente (investigadores y entrevistados) sus relatos de vida. Una de las particularidades del estudio fue la devolución de las transcripciones de entrevista a los jóvenes de modo que pudieran realizar las enmiendas, correcciones y supresiones que consideraran pertinentes.

En cada encuentro (comenzando, lógicamente, por el segundo y finalizando en el último -cuarto, quinto o sexto dependiendo de la cantidad de entrevistas efectivamente desarrolladas con cada joven-) entregamos a los entrevistados la desgrabación de la entrevista previa y les sugerimos la lectura de la misma de manera que pudieran introducir las mentadas modificaciones, a ser comentadas durante la siguiente reunión.

La potestad de los entrevistados de modificar las transcripciones y, por consiguiente, sus relatos de vida, supuso la materialización de uno de los criterios éticos fundamentales acordados durante el primer encuentro. En la primera entrevista, leímos y entregamos a los participantes un consentimiento informado en el que explicábamos brevemente y con lenguaje accesible y adecuado el marco institucional, los principales objetivos y propósitos del proyecto de investigación, el carácter voluntario de la participación en el mismo y las condiciones de anonimato y confidencialidad en el manejo de los datos construidos.

La posibilidad de que los entrevistados modificaran las transcripciones de entrevistas y, con ello, los relatos de vida, no solo ha de vislumbrarse como una manifestación del carácter colectivo que asumió la construcción del conocimiento en nuestra investigación, sino también como el reconocimiento de una dimensión insoslayable de nuestra práctica como investigadores: la dimensión ética.

Motivados por la referencia al carácter ético de la interpretación (Fariña, 2012), adoptamos decisiones análogas a las de Javier Auyero (2004) en su obra Vidas beligerantes. Respetando la voluntad expresa de dos de las protagonistas y considerando que su publicación les generaba temor, Auyero omitió la inclusión de ciertos “detalles íntimos y aspectos muy personales de [las] (...) historias” (Fariña, 2012: 30).

En el marco de nuestra investigación sucedió que luego de la lectura de la transcripción de la primera entrevista, entregada a una entrevistada al inicio del segundo encuentro y comentada durante el tercero, la joven optó por suprimir un párrafo en el que hacía referencia a un episodio de violencia acaecido en el seno de su familia durante su infancia. La entrevistada señaló que no le parecía correcto que ello fuera a formar parte del relato que luego construiría en colaboración con el investigador. Para ello argumentó que el suceso en cuestión no constituía para ella un recuerdo agradable a ser incluido en un relato de vida (que luego sería publicado en un libro), al tiempo que resultaba un hecho aislado, no representativo de su situación familiar. A diferencia de esta joven, otro de los entrevistados (José Luis), considera que para que el relato “esté completo” y sea fiel a la “verdad” debe incluir no solo los acontecimientos agradables de su vida sino también los desagradables. De esta manera, en el tercer encuentro, incorpora al relato una situación de su infancia que le resulta sumamente traumática. Tal como él mismo expresa: “no quería contarte [el suceso traumático], pero fue parte de mi vida, y para estar bien completas las cosas, te lo cuento”.

De ello, podemos extraer dos conclusiones. En primer lugar, resulta la constatación del respeto irrestricto a la voluntad de la entrevistada en relación a la omisión de un acontecimiento biográfico que no solo le resultaba poco agradable dar a conocer, sino que no reflejaba en absoluto el tipo de vínculos que los miembros de su grupo familiar mantenían entre sí. En segundo lugar, nos muestra que la co-construcción del relato, lejos de resultar una mera recopilación fáctica de los acontecimientos significativos de una vida,7 constituye una negociación entre entrevistado y entrevistador en la que la supresión de sucesos constituye una posibilidad. A este respecto, compartimos la posición de Gabriele Lucius-Hoene (2000) quien sostiene que la entrevista narrativa no debe ser considerada una forma de acceder a la realidad histórica del narrador sino un proceso de construcción.

Entrevistador 1: Mirá, estoy anotando acá [en la hoja los acontecimientos significativos de tu vida] y, si vos me lo autorizás, y si te parece que está bien, ¿en los momentos importantes te parece que figure la separación de tus padres?

Desde nuestra posición creemos que al investigador que hace uso del EB interpretativista no le corresponde necesariamente determinar la veracidad o falsedad de lo relatado por el entrevistado, sino que resulta más oportuno analizar sus expresiones, prestando especial atención a las resignificaciones a las que vaya arribando.

La pretensión de acceder a la “verdad” bajo el supuesto de que los relatos biográficos posibilitan reconstruir los hechos objetivos de una vida forma parte de la tradición clásica del MB; tradición que inaugurara la obra El campesino polaco en Europa y en América de William Isaac Thomas y Florian Znaniecki (2006 [1918]) y a la que se ha designado con el nombre de perspectiva de la historia natural (Denzin, 1989; Kornblit, 2010).

En consonancia con esta tradición, Juan José Pujadas Muñóz (1992) postula que entre los inconvenientes que presenta la aplicación del MB en la investigación social se cuenta la dificultad de controlar la información obtenida en las entrevistas. A los fines de enmendar dicho inconveniente, sugiere la realización de “catas que permitan validar la veracidad de puntos concretos del relato biográfico, por medio de entrevistas a terceras personas” (46).

Tal como aclarábamos, y de acuerdo con nuestra perspectiva epistemológica, entendemos que la enunciación de la propia historia es de carácter siempre contingente y dialógica. Entendemos a la construcción del sí mismo como un devenir en constante transformación, desde una práctica narrativa situada en un contexto sociohistórico. De este modo, creemos que resulta prioritario para el investigador que emplea el EB interpretativista focalizarse en analizar las omisiones, contradicciones y datos “falsos” que puedan surgir de los relatos, sin pretensión de dar cuenta de la historia “objetiva”.

En otro orden de cosas, la recepción de las transcripciones y la capacidad de introducir modificaciones en las mismas redundó en que nuestros entrevistados se implicaran significativamente en la experiencia de investigación.

En algunos casos, el interés y preocupación de los entrevistados no se centraba tanto en el registro textual de los encuentros, sino en la calidad y “exactitud biográfica” del producto final que de ellos se obtendría: el relato de vida. El hecho de que la joven a la que hacíamos mención haya omitido del relato aquel suceso poco agradable de violencia familiar no debe visualizarse como una decisión que contradice este criterio de “exactitud biográfica” sostenido por algunos entrevistados, ya que ella misma expresa que el mismo no resultaba representativo, sino que constituyó un hecho aislado.

A modo de ilustración, podemos citar el caso de una joven que formó parte de la muestra quien, asumiendo que sus expresiones en las entrevistas formarían parte, inexorablemente, del relato de vida, no solo introdujo modificaciones relativas a los acontecimientos, sino también enmiendas gramaticales y de redacción en la transcripción del primer encuentro.

Entrevistador 2: (...) ¿Algo más que hayas marcado [en la transcripción]?

Dora: No, después, todos errores de ortografía o de redacción [risas] o... si hay algo atrás, o si taché y marqué cosas que no... la pregunta era simple y yo me iba, me extendía y como que (...) Ah, y esto también, lo del asma que pasaste recién, puse lo de la palabra “infeliz”, como me sentía yo respecto a otras personas, “infeliz”, o sea, no me siento infeliz, sino que me siento “distinta”.

Tal como afirmábamos, la categoría efecto vincular del EB remite a la transformación, resignificación y reactivación de ciertas relaciones sociales de los jóvenes que participaron de la investigación en calidad de entrevistados.

La particular implementación, en nuestra investigación, del EB en su vertiente interpretativista (realización de una serie de entrevistas con un mismo individuo y entrega de las transcripciones para que introdujeran modificaciones) tuvo como corolario que la experiencia de investigación, en la que los jóvenes se implicaron significativamente, trascendiera el ámbito exclusivo de la entrevista, “colándose” en los intersticios de su vida cotidiana.

Así, la narración y posterior lectura de ciertos sucesos biográficos en las transcripciones llevó a los entrevistados no solo a rememorar y verificar, mediante documentos y otros objetos personales, si lo relatado se ajustaba a la “realidad”, sino, fundamentalmente, a consultar con familiares y amigos detalles de ciertos acontecimientos de los que tenían un recuerdo difuso.

Con el objeto de producir un relato “fidedigno”, los entrevistados reactivaron y resignificaron ciertas relaciones sociales al incluir, en sus conversaciones cotidianas, tópicos que no solían formar parte de las mismas. Asimismo, ciertos acontecimientos relativos a la historia familiar de los que ya no se hablaba, emergían nuevamente como temas de interés transformando los vínculos entre el entrevistado y el/los miembro/s de su familia involucrados en dicho suceso, o bien, en su rememoración.

Entrevistador (E2): (...) Estábamos hablando de las... correcciones y comentarios que le hiciste a la primera entrevista. (...) lo primero que marcaste fue... lo de... tu papá y tu hermano, del hospital... estuviste charlando con tu papá y no estuvieron al mismo tiempo en el hospital, ¿no?

Dora (D): No

E2: ¿Cómo fue eso?

D: (...) primero estuvo mi papá y después estuvo mi hermano. Pero lo que me aclara mi hermana es que, para mí fue todo junto, porque ese año fue muy traumático también. Yo me había olvidado también que a mi sobrina le habían diagnosticado leucemia.

E2: Después me marcaste [en la transcripción de la primera entrevista] lo de los estudios de tu papá.

Dora (D): Sí (...) Yo pensé que él no había terminado la primaria y por eso te dije [en la segunda entrevista] que no la había terminado. Porque sí, tenía certeza que él estaba trabajando de chiquito desde los 7 años, pero...

E2: Entonces vos pensabas...

D: Yo pensaba que... pero no. Él me dijo que no, desde los 7 años trabajaba, pero también estuvo estudiando. Terminó la (...) la primaria, pero... después no siguió. Siguió trabajando. (...) Hace poco me dijo que... no sé si trabajaba a la mañana y a la tarde iba al colegio o... al revés, la verdad que no...

E2: Porque vos siempre tenías la idea que... él trabajó, de chiquito, entonces (...) Supusiste que por eso él no... no estudiaba.

D: Sí.

Si bien el EB se diferencia de otros abordajes de investigación social en los que el entrevistado entra en contacto con el investigador en una única ocasión, sería un error considerar que el efecto vincular constituye una característica del EB per se. A nuestro entender, la resignificación, transformación y reactivación de ciertos vínculos sociales del entrevistado se relaciona más con la construcción conjunta del relato de vida -enraizada en parte en la potestad de los jóvenes de realizar modificaciones a las transcripciones- que con la concreción de múltiples encuentros con un único entrevistado.8 Vislumbramos a esta última característica como condición de posibilidad necesaria pero no suficiente para la emergencia del efecto vincular. La escritura conjunta del relato de vida entre entrevistadores y entrevistados y la posibilidad concomitante que estos últimos tienen de introducir cambios en las desgrabaciones son la razones fundamentales que explican el surgimiento de lo que hemos denominado efecto vincular del EB.

5. Palabras finales

Luego de reseñar las transformaciones sociohistóricas que enfrentan las sociedades occidentales contemporáneas en el marco de la modernidad tardía, de plantear la consecuente pertinencia epistemológica de las narrativas y de esbozar el abordaje metodológico (EB interpretativista), en el presente artículo procuramos dar cuenta de los efectos positivos que supuso, para los entrevistados y coautores de sus relatos de vida, participar en la experiencia de investigación.

En una versión preliminar de nuestro análisis y, por ende, no exhaustiva, hemos identificado tres tipos de corolarios personales asociados a la participación en dicha experiencia de investigación que implementó el EB interpretativista, a los que hemos denominado efectos biográficos del EB. Sin lugar a dudas, es necesario avanzar en líneas de indagación que trasciendan la experiencia concreta de la investigación aquí descrita, recuperando y analizando otras experiencias a los fines de determinar si estas permiten también la identificación de efectos biográficos en los entrevistados.

La emergencia de los tres efectos biográficos se encuentra, a nuestro entender, íntimamente relacionada con la estrategia metodológica implementada (realización de una serie de entrevistas a un mismo individuo, devolución sucesiva de las transcripciones a los entrevistados y escritura conjunta del relato de vida entre estos últimos y los investigadores) y no con el EB per se.

Creemos necesario relativizar los mencionados efectos positivos del EB dando cuenta de la persistencia, aunque atenuada, de las asimetrías relacionales propias de toda práctica de investigación.

Si bien es evidente que las distintas estrategias desarrolladas en el trabajo de campo condujeron a la producción colectiva del conocimiento -en la etapa de construcción del corpus discursivo, no así en la de análisis del mismo- y permitieron mejorar el rapport entre los entrevistados y los investigadores, incurriríamos en un error si postuláramos que las asimetrías culturales fueron superadas.

Desde nuestra óptica, aunque atenuadas, las asimetrías relacionales perduran debido a que la iniciativa de construir el relato de vida y de realizar las entrevistas provino del investigador. Asimismo, fue el propio entrevistador quien solía decidir el momento de inicio y de culminación de los encuentros, quien acarreó el grabador y lo manipuló a voluntad, quien transcribió las entrevistas interpretando unilateralmente aquello que fue registrado por el grabador y quien seleccionó los ejes temáticos prioritarios que las entrevistas debían cubrir.

Ahora bien, teniendo en cuenta la realidad social de los jóvenes que participaron en la experiencia de investigación, creemos relevante adentrarnos en la relación existente entre los efectos biográficos identificados y la experiencia narrativa llevada a cabo por los entrevistados al rememorar y resignificar algunas de sus vivencias.

A modo de conjetura, podríamos proponer que las características sociodemográficas de nuestros entrevistados (jóvenes de barrios vulnerabilizados), se relacionan con la importancia significativa que estos efectos biográficos tuvieron en ellos. Para buena parte de los entrevistados la situación creada por la entrevista biográfica constituyó el primer ámbito en el que tenían la oportunidad de contar su vida. Para otros, sin ser el único espacio para narrar sus historias, la entrevista biográfica conformó un contexto legítimo donde ser escuchados.

Tener en cuenta la voz del entrevistado, como una voz significativa y copartícipe del proceso de construcción del conocimiento resulta una característica del paradigma interpretativista en las investigaciones cualitativas que nos obliga a reflexionar acerca de nuestras categorías como sujetos cognoscentes. Desde esta reflexión epistemológica no concebimos a los entrevistados como objetos de una investigación, sino como sujetos que participan activamente de la misma (Denzin y Lincoln, 2005; Vasilachis de Gialdino, 2007).

A nuestro entender, la estrategia metodológica implementada en nuestra experiencia de investigación nos ayudó a valorar significativamente la voz de los entrevistados. En un marco de producción colectiva del conocimiento y dialogismo, la entrevista biográfica devino en un espacio fundamental para que estos jóvenes experienciaran el ejercicio de la reflexividad y el proceso de construcción identitaria.

Conjeturalmente, podríamos preguntarnos si esta experiencia de investigación tendría efectos biográficos diferenciales en individuos de sectores socioeconómicos medios ¿Tendrá incidencia el hecho de que individuos pertenecientes a estratos vulnerabilizados no suelen acceder fácilmente a espacios de promoción de la reflexividad y la narración de sí mismos que resultan cardinales en sectores medios y altos, como por ejemplo la práctica terapéutica y, en el caso particular de la Argentina, el psicoanálisis?

El arraigo del psicoanálisis en los sectores medios urbanos, particularmente en la Ciudad de Buenos Aires, halla sus orígenes en el proceso de modernización cultural que tuvo lugar hacia la década de 1960. Estos sectores se fueron apropiando de la práctica psicoanalítica no solo como un ejercicio terapéutico, sino también como un objeto de consumo cultural que otorga estatus social (Plotkin, 2003).

Para autores como Robert Castel (1984) el ejercicio de un trabajo reflexivo sobre uno mismo queda restringido, en su versión psicoanalítica, a grupos sociales muy reducidos. Ello no solo responde a restricciones económicas, sino también a razones de índole sociocultural (recursos que obliga a movilizar, disposición del tiempo, relación entre condiciones materiales de existencia y prioridades en las actividades de la vida cotidiana, etc.). “Las exigencias y la duración que impone el rigor del método psicoanalítico hacen que su democratización sea un mito; el enfoque psicoanalítico, aunque universalista en su intención, es elitista en sus condiciones de aplicación” (Castel, 1984: 178).

Si concebimos la práctica psicoanalítica como una actividad reflexiva de producción de sentidos y significados que convierte a la vida cotidiana en objeto de la sospecha hermenéutica, queda evidenciado que el discurso terapéutico ha hecho de la vida emocional y de la organización de las narrativas contemporáneas del yo y su identidad, materias de una supervisión procedimental y reflexiva, especialmente accesible en su praxis para ciertos sectores de clase media (Illouz, 2010).

En virtud de ello, resulta lógico pensar que, para los jóvenes entrevistados, proviniendo de sectores sociales con menores posibilidades de acceder a espacios y situaciones que promuevan la práctica reflexiva de narrar la propia experiencia de vida, la participación en esta investigación adquirió una relevancia especialmente existencial. Por ello, hipotetizamos, a modo de cierre, que los efectos biográficos resultan, en este caso, más relevantes y evidentes.

Agradecimientos

Los autores de este artículo agradecemos el aporte de diferentes colegas del Instituto de Investigaciones Gino Germani y de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires que comentaron versiones preliminares de este trabajo, como también las oportunas sugerencias de los editores y evaluadores de la revista. Asimismo agradecemos el compromiso y la participación activa asumida por los jóvenes entrevistados en esta experiencia de investigación.

Notas

1 Pese a que habitualmente las nociones de método biográfico y enfoque biográfico son utilizadas como sinónimos, en este artículo, para referirnos a la estrategia metodológica adoptada en la experiencia de investigación en la que se enmarca nuestra reflexión, utilizamos el término enfoque biográfico. Ello se debe a que consideramos que el mismo expresa con mayor precisión la intención de integrar aportes de múltiples disciplinas (sociolingüística, análisis del discurso, teorías narrativas, etc.) en el abordaje de las biografías. Utilizando dicho término buscamos dar cuenta no solo de un método de investigación, que tradicionalmente puede ser asociado con un conjunto específico de técnicas y herramientas metodológicas, sino más bien de una perspectiva teórico-epistemológica y metodológica más amplia. En aquellas ocasiones en que hacemos mención al vocablo método biográfico lo hacemos bajo la pretensión de no modificar la terminología utilizada por los autores citados.

2 Proyecto UBACyT 2010-2012, Jóvenes, espacios de sociabilidad, consumos/usos de drogas y violencias: un análisis de sus vinculaciones con los procesos de individuación en la zona sur del AMBA. Dirigido por el Dr. Pablo Francisco Di Leo y codirigido por la Dra. Ana Clara Camarotti, financiado por la Universidad de Buenos Aires, con sede en el Instituto de Investigaciones Gino Germani, Facultad de Ciencias Sociales, UBA.

3 El concepto de memoria-acción es desarrollado en el apartado de análisis de los efectos reflexivo e identitario.

4 La tradición interpretativista al interior del EB se caracteriza por focalizarse en la “reconstrucción del punto de vista del actor, (...) los significados construidos socialmente o (...) las relaciones microsociales de las cuales los actores forman parte” (Bertaux y Kohli, 1984,citado en Sautu, 1999: 25), así como en la identificación y posterior descripción y análisis de los puntos de viraje (Denzin, 1989), acontecimientos significativos, giros de la existencia (Leclerc-Olive, 2009) o puntos de inflexión (Sautu, 1999) que introducen momentos de cambio en la vida de los individuos.

5 A cada investigador le fue asignado uno de los diez jóvenes que conformaron la muestra y le realizó personalmente la totalidad de las entrevistas.

6 Los nombres de los entrevistados, de sus amigos y familiares, así como de las instituciones que mencionaron en el transcurso de las entrevistas fueron modificados para garantizar el anonimato y la confidencialidad de la información y para preservar su identidad e integridad moral, social, psicológica y cultural tal como fue acordado en el consentimiento informado que recibieron al inicio de la primera entrevista.

7 Como sostendría la tradición clásica del EB que luego desarrollaremos.

8 Estrategia habitual en las investigaciones que emplean el EB.

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Recibido: 23 de octubre de 2013.
Aceptado: 3 de abril de 2014.
Publicado: 3 de junio de 2014.

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